Desertores y vanguardistas
Gargallo, Lagar, Hugu¨¦ o Anglada-Camarasa expusieron en las Galer¨ªas Dalmau
Ante la cantidad de soldados que cruzaban clandestinamente la frontera hispano-francesa, el gobierno decidi¨® extraditar a todo extranjero que no tuviera pasaporte, que careciese de recursos o a desertores. Sin embargo, el n¨²mero de refugiados era tan notable que a la hora de la verdad esas expulsiones quedaron en papel mojado. Muchos de los que abarrotaban los hoteles de Barcelona eran j¨®venes artistas que hu¨ªan de los campos de batalla y buscaban un lugar propicio para continuar sus obras, una vez los principales centros de producci¨®n de arte contempor¨¢neo hab¨ªan quedado colapsados por la guerra. La burgues¨ªa local ten¨ªa un acentuado sentimiento de emulaci¨®n con todo lo que viniera de fuera, y las autoridades mostraban una actitud muy laxa hacia los comportamientos exc¨¦ntricos de los forasteros, sobre todo si estos llegaban con dinero en los bolsillos.
Durante la Gran Guerra fuimos visitados por los principales representantes de las distintas vanguardias en activo, que encontraron refugio en las desaparecidas Galer¨ªas Dalmau de la calle Portaferrissa n¨²mero 18 donde la gran mayor¨ªa de ellos expusieron. Los primeros en llegar fueron los artistas locales afincados en Par¨ªs, como Pablo Gargallo, Celso Lagar, Manolo Hugu¨¦, Ricard Canals o Hermen Anglada-Camarasa. De los extranjeros, el primero en instalarse fue el pintor uruguayo Rafael Barradas que lleg¨® en 1914 procedente de Mil¨¢n, donde hab¨ªa fundado el futurismo junto al poeta Filippo Tommaso Marinetti. Su fuerte personalidad ser¨ªa clave para el posterior desarrollo de las vanguardias catalanas, a trav¨¦s de su amistad con Joaquim Torres i Garc¨ªa y con Joan Salvat Papasseit. En 1917 cre¨® en Barcelona el vibracionismo, una tendencia que pretend¨ªa expresar la vitalidad de la vida moderna. Barradas, Torres i Garc¨ªa y Papasseit fundaron peque?as publicaciones como Un enemic del poble o Arc-Voltaic, donde se sentaron las bases de este movimiento. El mismo a?o se mont¨® una exposici¨®n vibracionista en las Galer¨ªas Dalmau, seguida al a?o siguiente de otra en las Galer¨ªas Laietanas.
Tras la guerra, aquel ambiente art¨ªstico desapareci¨® y se impuso la realidad provinciana
En 1915 lleg¨® la pintora rusa Olga Sacharoff junto a su marido ¡ªel pintor Otto Saint Clair Lloyd, sobrino de Oscar Wilde¡ª, y su cu?ado el poeta dada¨ªsta Arthur Cravan con su mujer Rene¨¦. El matrimonio Lloyd-Sacharoff se instalar¨ªa definitivamente en la ciudad y ser¨ªa uno de los principales dinamizadores de Tossa de Mar, donde coincidieron con los poetas futuristas Ricciotto Canudo i Valentine de Saint Point. No as¨ª Cravan, quien hu¨ªa de la posibilidad de ser movilizado para la guerra, famoso por el hist¨®rico combate de boxeo que protagoniz¨® con el campe¨®n Jack Johnson en La Monumental antes de mudarse a Nueva York y desaparecer en extra?as circunstancias. En 1915 tambi¨¦n lleg¨® el pintor holand¨¦s Kees van Dongen, que al estallar la guerra abandon¨® a su familia en los Pa¨ªses Bajos y se instal¨® en Par¨ªs.
El grueso de artistas fugitivos de los campos de batalla lleg¨® en 1916, capitaneados por el matrimonio compuesto por el ruso Serge Charchoune (uno de los padres del arte abstracto) y su compa?era H¨¦l¨¨ne Grunhoff. Por las mismas fechas desembarc¨® el dada¨ªsta Francis Picabia, junto a su mujer Gabrielle Buffet y su secretario, el poeta Max Goth. Picabia aglutin¨® a una parte de la comunidad de artistas extranjeros, que se reun¨ªan a diario en las terrazas de la Rambla. Otro de los componentes de aquel grupo fue el pintor Albert Glezies, reci¨¦n licenciado del ej¨¦rcito franc¨¦s. Este pionero del cubismo tambi¨¦n present¨® sus obras en las Dalmau y estuvo alojado en Barcelona gran parte de 1916. El mismo a?o llegaron la pintora Marie Laurencin y su marido Otto von Watgen desde Madrid, donde se hab¨ªan refugiado al estallar la guerra. No obstante, la gran sensaci¨®n de ese a?o fue la llegada de Sergei Diaghilev y los Ballets Rusos, que se instalaron en Sitges. La compa?¨ªa viaj¨® a Roma y en mayo de 1917 regres¨® a Barcelona, esta vez con su gran figura Nijinski que hab¨ªa estado prisionero de los austr¨ªacos. Aqu¨ª se present¨® en el teatro Liceo con gran ¨¦xito. Ese a?o tambi¨¦n lleg¨® el cubista Frank Burty, as¨ª como el matrimonio Lucien Frank y Silvie Vloeberghen que expusieron en el C¨ªrculo Art¨ªstico. Y los Delaunay ¡ªSonia y Robert¡ª, que se instalaron en el hotel Peninsular de la calle de Sant Pau con la intenci¨®n de trabajar para los Ballets Rusos.
Acabada la guerra, todo aquel ambiente art¨ªstico desapareci¨® y se impuso de nuevo la realidad provinciana. Aqu¨ª no exist¨ªa un mercado para el arte de vanguardia, y las grandes galer¨ªas de Par¨ªs y Nueva York segu¨ªan quedando muy lejos. No obstante, la efervescencia de aquellos a?os situar¨ªa a Barcelona en el mapa y crear¨ªa una conciencia entre los creadores locales todav¨ªa visible hoy en d¨ªa.
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