La trompeta abrumadora
El astro del jazz Christian Scott re¨²ne valor, carisma y una imagen acorde con los tiempos

Hace unos a?os, Christian Scott paseaba por las calles de una ciudad sin nombre en el sur de EE?UU, cuando un polic¨ªa se cruz¨® en su camino: "El tipo vino y me empuj¨®, as¨ª, sin m¨¢s. Me enfrent¨¦ a ¨¦l y acab¨¦ en la c¨¢rcel". El incidente inspir¨® al trompetista una pieza: KKPD, siglas de Ku Klux Police Department. "Este tipo de experiencias forma parte de la memoria colectiva de la comunidad negra y de la m¨ªa".
Pero las cosas han cambiado para Scott. Dif¨ªcilmente, ning¨²n miembro de ning¨²n cuerpo policial se atrever¨ªa ahora a apartarle de su paso. A sus 31 a?os, es un icono pop. Sus seguidores, que llenan la sala Clamores un caluroso martes del mes de agosto, parecen sucumbir bajo el tono abrumador de su trompeta y su atuendo propio de gang leader con posibles. M¨²sculo y dise?o unidos en una camiseta blanca sin mangas con la efigie de Spike Lee. A la pregunta de una seguidora, el astro del jazz confiesa: acaba de adquirirla en un Todo a 6 euros: "No es necesario gastarse una pasta para estar presentable. Todo lo que llevo", confiesa tras el concierto, "los anillos, el collar, la pulsera, no vale tres cuartos".
Scott crea tendencia sobre el escenario y a trav¨¦s de las portadas de sus discos; vengan las camisas a cuadros, vengan los estampados a lunares blancos sobre fondo negro. Desde Miles Davis que no se conoc¨ªa nada parecido en el jazz. "Mi ropa es importante porque habla de qui¨¦n soy yo, de mi linaje, y de c¨®mo es la comunidad a la que pertenezco".
Recapitulando¡ Christian Scott naci¨® hace 31 a?os en el Distrito?9 de Nueva Orleans, un para¨ªso para los adictos al crack y un infierno para el resto de la humanidad. La m¨²sica, reconoce, fue su tabla de salvaci¨®n: "Claro que ser m¨²sico all¨ª es casi un destino inevitable". En 2006 fue nominado a un Premio Grammy por Rewind that. La cr¨ªtica y el p¨²blico se rend¨ªan a la evidencia: este chico tiene lo que hay que tener, valor, carisma y una imagen acorde con los tiempos, de donde su m¨²sica, en la que se puede verse retratado el aficionado al jazz tanto como el adicto a la m¨²sica electr¨®nica: "Alguno dir¨ªa que soy ecl¨¦ctico; yo me veo m¨¢s bien como apasionado".
Yesterday you said tomorrow, su sexto disco como l¨ªder, fue grabado bajo la advocaci¨®n de Rudy Van Gelder, el m¨¢s venerado ingeniero de grabaci¨®n de la historia del jazz, en los estudios que llevan su nombre de Nueva Jersey. Scott tuvo su "momento Treme"?cuando fue seleccionado para actuar en la serie televisiva, feraz retrato de la Nueva Orleans pos-Katrina. A¨²n m¨¢s: la personalidad crossover del trompetista se ve reflejada en el personaje protagonista del trompetista Delmond Lambreaux, que encarna Rob Brown: "Su historia est¨¢ en parte inspirada en mi vida", reconoce. La cosa, por el momento, queda ah¨ª: "Soy y siempre ser¨¦ m¨²sico. Es mi vida".
En su ¨²ltimo disco, Christian aTunde Adjuah, el antes conocido como Christian Scott aparece sumergido bajo un manto de plumas, lo que debe interpretarse como un homenaje a "las tribus de indios negros de Luisiana" y a su t¨ªo, el saxofonista Donald Harrison J¨²nior, tambi¨¦n presente en Treme. El resultado: 1,5 horas de una m¨²sica abrumadora e intensa en la que se resume la fulgurante carrera del titular del mismo. El jazz, como el sonido de la sorpresa. Pero volvamos a su concierto del martes.
Presidiendo la escena, el propio el escenario aTunde-Scott, su trompeta h¨ªbrida modelo Katrina, y, junto a ¨¦l, la joven prodigio Elena Pinderhughes; un primor de 19 a?os con una vida repartida entre Nueva York, La Habana y Azerbaiy¨¢n: "Dime d¨®nde puedo encontrar un flautista que toque como ella y le contrato ahora mismo". La m¨²sica de Scott y su sexteto regurgitan el pasado (los gloriosos sesenta) para devolverlo al hoy convertido en carne musical fresca y palpitante. Cr¨®nicas urbanas nacidas al calor de la calle; Nueva Orleans en su m¨¢s pura-impura esencia.
Scott aborda en sus interpretaciones "los dilemas de la actualidad desde una perspectiva macroc¨®smica"?(sic). Situado en medio del hurac¨¢n, al trompetista parece irle la vida en cada uno de sus solos. Definitivamente, el suyo no es un pa¨ªs para viejos. Lo que se dice, una lecci¨®n de power jazz.
Eye of the hurricane, Isadora¡ Scott suda la gota gorda, y nosotros con ¨¦l. Por esta vez, nos bastar¨¢ con un bis. Exhausto, se dirige a la barra de bar situada a fondo, a la izquierda. "Esto hay que celebrarlo", proclama. Cada cual alza su jarra de cerveza, su gin tonic... todos no. En la noche eterna del club de jazz, brilla con el contenido de uno de los vasos, de un extra?o blanco inmaculado. Sorpresa: el mismo que hace nada estaba incitando al personal a agotar las existencias de alcohol en un radio de varios kil¨®metros a la redonda, sostiene en su mano lo que parece ser, y de hecho es, un vaso de leche. El de Christian aTunde Adjuah,?y es que, a veces, las apariencias enga?an.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.