Recuerdos de Verd¨²n
La batalla m¨¢s sangrienta y larga de la Primera Guerra Mundial dio nombre a la calle
El bautizo de este sector de la ciudad fue confuso y a¨²n hoy en d¨ªa suscita m¨¢s de una discusi¨®n. Para algunos el nombre remite al origen rural de estas calles y defienden que ¡°verdum¡± es como se llama en catal¨¢n a un peque?o p¨¢jaro cantor conocido en castellano como verder¨®n. En cambio, para otros tal denominaci¨®n naci¨® como un homenaje a la famosa batalla de Verd¨²n, la m¨¢s larga y una de las m¨¢s sangrientas de la Gran Guerra. Esta divergencia ha quedado salom¨®nicamente solventada dedicando una plaza al p¨¢jaro, y un paseo a la batalla.
Sea cual sea la raz¨®n de su apelativo, para m¨ª el Verd¨²n siempre ser¨¢ un lugar distante y lejano percibido como una periferia inc¨®moda, uno de esos exilios interiores que son los suburbios. Mi t¨ªo y su familia vivieron all¨ª unos cuantos a?os, y en la voz de mi madre sonaba como un destierro forzado. Entonces el Verd¨²n era un pol¨ªgono de bloques de pisos edificados a toda prisa para mostrarlos en el Congreso Eucar¨ªstico de 1952. Como tantos otros barrios de la ¨¦poca, un vecindario creado al juntar habitantes de diversas comunidades chabolistas y darles vivienda barata de promoci¨®n oficial, sin comunicaci¨®n ni servicios. Quiz¨¢s por ello tambi¨¦n les llamaban las Casas de Papel, habit¨¢culos con un comedor que era cocina al mismo tiempo, dos min¨²sculas habitaciones y un sumario lavabo sin ducha. El hermano de mi madre, su mujer y sus tres hijos parec¨ªan vivir en un camarote de barco, hasta que se trasladaron a otro suburbio ¡ªBellvitge¡ª, donde los apartamentos eran un poco m¨¢s grandes.
Durante mucho tiempo los terrenos del futuro Verd¨²n fueron vi?edos donde no viv¨ªa nadie, apenas exist¨ªan algunas barracas de madera donde los campesinos guardaban sus aperos de labor. Todo iba a cambiar a partir de 1914, cuando se abri¨® la Carretera del Manicomio (hoy la calle del Doctor Pi i Molist). Aquella v¨ªa pronto estuvo acompa?ada por un nuevo paseo que la cruzaba, y al que en 1919 el ayuntamiento decidi¨® bautizar como paseo de Verd¨²n. Esta denominaci¨®n respond¨ªa a la clara tendencia franc¨®fila del ayuntamiento barcelon¨¦s, que tambi¨¦n dio el nombre de plaza 11 de noviembre de 1918 (el Armisticio de Compi¨¨gne) a la actual plaza de Ram¨®n Berenguer el Gran, o que dedic¨® dos enclaves distintos de la ciudad al mariscal Joffre. As¨ª, en un extremo del paseo aparecieron modestas construcciones con un huerto anexo, donde se fueron instalando los obreros que trabajaban en las empresas del vecino Sant Andreu como la Hispano-Suiza, la Maquinista Terrestre y Mar¨ªtima o la Fabra y Coats. Muy pronto, aquel primitivo n¨²cleo de viviendas estuvo acompa?ado de una segunda barriada conocida como el Charlot. Este nombre no ten¨ªa nada que ver con el genial actor y director cinematogr¨¢fico, sino con un vecino de la zona ¡ªCarmelo Tusquellas¡ª que se ganaba la vida disfrazado como Charles Chaplin y acompa?ado de una troupe de enanos, haciendo acrobacias c¨®micas en las plazas de toros conocidas por ello como ¡°charlotadas¡± (con su proverbial ojo cl¨ªnico para estas cosas, en la posguerra las autoridades franquistas le quitaron el nombre a la calle que le hab¨ªan dedicado y la rebautizaron como Padre Rod¨¦s). De este modo se form¨® el Verd¨²n actual, un tri¨¢ngulo situado entre las calles de Cuarenta Metros (V¨ªa J¨²lia), Sesenta Metros (V¨ªa Fav¨¦ncia) y Artesan¨ªa, que es uno de los barrios m¨¢s peque?os de Barcelona.
En 1924, gran parte del territorio fue parcelado y sus solares se vendieron a diez c¨¦ntimos el palmo
En 1924, gran parte del territorio fue parcelado y sus solares se empezaron a vender, a diez c¨¦ntimos el palmo. El d¨ªa de Reyes de 1925 se coloc¨® la primera piedra de la iglesia de Santa Engracia del Verd¨²n, que iba a ser la parroquia de la nueva barriada. Un a?o m¨¢s tarde se consigui¨® que la l¨ªnea C de autobuses ¡ªque cubr¨ªa el trayecto entre la Barceloneta y Sant Andreu¡ª llegara hasta aquellas soledades, paliando las dificultades de sus habitantes que hasta entonces deb¨ªan caminar tres kil¨®metros para alcanzar una parada de transporte p¨²blico. En 1930 se colocaron bordillos y ¨¢rboles en muchas calles de aquel sector, y se abri¨® una fuente de agua potable en la esquina de Sesenta Metros con Joaqu¨ªn Valls. Ese a?o la barriada salt¨® a los peri¨®dicos por la muerte de una vecina a manos de su marido, que luego se suicid¨® arroj¨¢ndose a un pozo. La revista Estampa le dedic¨® un gran reportaje, pues sus vecinos llevaban a?os neg¨¢ndose a pagar el alquiler y agrediendo a las autoridades cuando probaban de desahuciarles. Aquel barrio populoso sobrevivi¨® a la Guerra Civil, y a principios de la d¨¦cada de 1950 se construyeron los bloques conocidos como las Viviendas del Gobernador donde vivi¨® mi t¨ªo. Aunque para entonces muy poca cosa quedaba ya del esp¨ªritu con que se hab¨ªan bautizado aquellos vi?edos, en recuerdo de una hist¨®rica batalla.
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