Magn¨ªfica terapia barracuda
Lo que son las cosas. La ciudad en la que hace unos d¨ªas aparcabas donde quer¨ªas y paseabas como Gary Cooper en Solo ante el peligro, se ha convertido de golpe en un hormiguero de gente que corre de ac¨¢ para all¨¢, como pollos sin cabeza, con un ansia irrefrenable de txosnas, fuegos, terrazas, hoteles, bocatas, kalimotxos¡ Y as¨ª es dif¨ªcil trabajar. Dificil¨ªsimo. A las que somos Trivagas como yo, nos cuesta siempre, pero en estas circunstancias ya parece imposible. Y encima, soportando a Tana y a su amiga Pa ¨Cs¨ª, han le¨ªdo bien, esa individua se hace llamar Pa-, que me sacan de quicio. Pero ya ven, aqu¨ª sigo, currando en agosto para levantar el pa¨ªs. Con mi pa?uelito al cuello ¨Cel de baldosas, el fino-, trotando a todas horas por el recinto festivo y opinando a troche y moche, que para eso me pagan.
Una santa, eso es lo que soy. Aunque debo admitir que a m¨ª opiniones me sobran. Siempre he estado muy bien dotada de opiniones (y de otras cosas que hubiera preferido estar menos dotada, ya me entienden), as¨ª que puedo opinar sobre cualquier cosa, aunque para ello deba estrujarme las meninas (de Vel¨¢zquez) con el consiguiente gasto de energ¨ªa mental y el estr¨¦s subsiguiente. Traducido a cristiano: que estoy como una moto. Que tengo los nervios de punta. Que no me aguanto ni yo.
?Y qu¨¦ hacer en momentos as¨ª? ?Ir a un puente y gritar como una desesperada aprovechando el paso del tren? As¨ª se desahogaba la gran Liza Minelli en Cabaret. Pero en jaias hay otra m¨¢s sencilla: subir al Parque de Etxebarria y pegarte un atrac¨®n de barracas hasta que acabes tan jarta de emociones y alaridos como la reina del grito, Marilyn Burns, en La matanza de Texas.
¡°Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda¡±, cantaba Raimundo Amador. ¡°Y es car¨ªsimo¡±, a?ado yo. Porque las barracas salen un pico. Pero tambi¨¦n los psiquiatras, y entre una sesi¨®n de terapia en el div¨¢n y una hora en los autos de choque es que no hay color. Te pase lo que te pase, no hay problema que no se arregle con tres o cuatro viajes en la monta?a rusa, unas vueltas en la noria, una visita a la Mansi¨®n del Terror y un atrac¨®n de churros bien grasientos. Luego rematas el tema en un tirapich¨®n, disparando a todo lo que se menee, hasta que se te caiga el dedo del gatillo. Vuelves a casa con un peluche que no cabe en tu ascensor y lo dejas en la sala esperando que se volatilice durante la noche. Te metes y en la cama y de pronto descubres que eres feliz de nuevo. Y te duermes como un beb¨¦. Qu¨¦ maravilla. Zzzz¡
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