¡®Poilus¡¯ catalanes
Un millar de hombres se integraron en el regimiento de la Legi¨®n Extranjera
En franc¨¦s un poil¨² (peludo) es literalmente un soldado raso, llamado as¨ª porque era costumbre regresar del combate con grandes bigotes y barba. La m¨ªstica del infante galo de la Gran Guerra se form¨® en las trincheras del Marne, donde el general catal¨¢n Josep Joffre despert¨® las simpat¨ªas de los nacionalistas de este lado de la frontera. En 1914 el catalanismo era una fuerza en auge, que pronto tom¨® partido por los aliados. Sus revistas y organizaciones defend¨ªan la Francia republicana y laica, contra la monarqu¨ªa germ¨¢nica a la que ve¨ªan similar a la odiosa Corona espa?ola. En agosto de ese a?o, el diario republicano La Prensa public¨® que en Par¨ªs circulaba el rumor de que se estaba formando un batall¨®n de catalanes y sudamericanos. Luego se supo que estos voluntarios iban a luchar integrados en un regimiento de la Legi¨®n Extranjera. Fueron entrenados en el campo de Valbonne, cerca de Lyon. C¨¢lculos modernos consideran que llegaron a ser un millar de hombres, que participaron en alguna de las batallas m¨¢s significativas del conflicto.
En 1914 el catalanismo
En la primavera de 1915, los voluntarios combatieron en la localidad de Prunay, al lado del 118 regimiento provenzal de Avi?¨®n. Y de all¨ª fueron enviados a Artois, donde la Legi¨®n atrincher¨® una fuerza donde hab¨ªa numerosos espa?oles y catalanes. En aquel frente se distinguieron por participar en la toma de la famosa Cota 140, en la cresta de Vimy. Como explicaba J. Vives i Borrell en la revista El Poble Catal¨¤, en la capital francesa se les llamaba hermanos, y en algunos establecimientos se hab¨ªan colgado banderitas y lazos con sus colores. El siguiente teatro de operaciones que pisaron fue la batalla del Somme, concretamente en la ofensiva del barranco de Souchez donde los legionarios se hicieron con las trincheras enemigas tras un violento cuerpo a cuerpo. En esa acci¨®n muri¨® el poeta Pere Ferr¨¦s-Costa, y la unidad fue citada en el parte de guerra por su arrojo y valent¨ªa. Despu¨¦s de Souchez fueron llevados al pueblo de Belloy-en-Santerre, punto clave en la l¨ªnea de defensa alemana. All¨ª avanzaron a la bayoneta con la banda de m¨²sica tocando el himno legionario, Le Boudin. Tras un largo combate callejero tomaron la poblaci¨®n, y la defendieron de los furiosos contraataques enemigos. Uno de los fallecidos fue Camil Campany¨¤, periodista y director de la revista La Trinxera Catalana.
En febrero de 1916 se cre¨® en Barcelona el Comit¨¨ de Germanor amb els Voluntaris Catalans, encargado de socorrer a los combatientes heridos con paquetes de comida y ropa. Se pretend¨ªa establecer un Comit¨¦ Nacional Catal¨¢n, pero las autoridades francesas no lo permitieron. Tambi¨¦n se organizaron diversas colectas de dinero, como ¡°Navidad para el voluntario catal¨¢n¡±. Mientras los legionarios se incorporaban a la dram¨¢tica batalla de Verd¨²n, en Barcelona corr¨ªan rumores de que hab¨ªan condecorado a un voluntario con la Croix de Guerre. A?ad¨ªa la noticia que un coronel alem¨¢n prisionero hab¨ªa hecho grandes elogios de ellos. Para descafeinar el comit¨¦, el mism¨ªsimo duque de Alba apadrin¨® en marzo de 1918 el Patronato de Voluntarios Espa?oles que integraba a los catalanes. Con un apoyo cada vez m¨¢s escaso desde el Principado, tomaron parte en las acciones de Soissons i Villers-Cotter¨ºts, donde participaron en el ataque a la Montagne de Paris. Y en el relevo de la fuerza norteamericana en Plateau de Laffaux, donde los legionarios sufrieron muchas bajas. M¨¢s all¨¢ del frente Occidental tambi¨¦n hubo voluntarios en Serbia, los Dardanelos y Bulgaria. La Legi¨®n Extranjera tuvo un porcentaje de un 70% de bajas en la Gran Guerra.
En Barcelona la victoria
Firmado el armisticio, Francia no tuvo en cuenta las aspiraciones de aquel pu?ado de hombres de ideolog¨ªa republicana y catalanista. Ni tan siquiera se les permiti¨® marchar con su bandera en el desfile de la Victoria. Cuando sus representantes se entrevistaron con Georges Clemenceau, ¨¦ste respondi¨®: ¡°?Vamos se?ores, no me vengan con historias!¡± M¨¢s al sur, en Barcelona la victoria se celebr¨® por todo lo alto. El ayuntamiento propuso costear un monumento a los voluntarios, y solicit¨® al gobierno galo que pudieran regresar a casa con sus uniformes y armas. Asimismo se engalanaron los edificios p¨²blicos durante tres d¨ªas, y se celebr¨® un gran banquete en el hotel Majestic.
Un a?o m¨¢s tarde el consistorio barcelon¨¦s envi¨® medio mill¨®n de francos para reconstruir el pueblo de Belloy-en-Santerre, cuyas principales avenidas todav¨ªa llevan el nombre de Barcelone y Catalogne. Se acu?¨® una medalla especial para aquellos soldados y se fund¨® una asociaci¨®n de veteranos. De toda aquella historia apenas queda la estatua de Josep Clar¨¤ inaugurada en el parque de la Ciutadella en 1936, cuatro d¨ªas justos antes de que estallase la Guerra Civil.
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