El mariscal de los catalanes
Joffre, el militar franc¨¦s originario de Ribesaltes, presidi¨® los Juegos Florales de 1920
Para Catalu?a, la victoria aliada en la Gran Guerra supuso un estallido de esperanzas nacionales. La Mancomunitat funcionaba desde 1914, y cuatro a?os m¨¢s tarde se esperaba conseguir un estatuto de autonom¨ªa. Todo ello gracias al reconocimiento internacional de las minor¨ªas que supuso la proclamaci¨®n de los 14 puntos del presidente norteamericano Woodrow Wilson (la aplicaci¨®n de esta doctrina signific¨® desmembrar los imperios austro-h¨²ngaro y otomano, y la creaci¨®n de nuevos pa¨ªses en Europa). Ilusionados con esta pol¨ªtica del nuevo gigante mundial, las formaciones catalanistas le enviaron un mensaje donde le recordaban que a los catalanes se les llamaba despectivamente ¡°los yanquis de Espa?a¡±. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Barcelona nombr¨® ciudadanos honorarios al dirigente franc¨¦s Georges Clemenceau, al brit¨¢nico David Lloyd George, y a Wilson. No obstante, ninguno de estos tres estadistas lleg¨® jam¨¢s a despertar el entusiasmo que suscit¨® un t¨ªmido militar nacido en la Catalu?a Norte, que siempre hizo ostentaci¨®n de sus or¨ªgenes campesinos en el pueblecito de Ribesaltes.
Poco despu¨¦s del armisticio, en 1919 un grupo de personalidades catalanas viaj¨® a Perpignan, al frente de las cuales iban Josep Puig i Cadafalch, Santiago Rusi?ol, Apel¡¤les Mestres o el doctor Sol¨¦ i Pla, organizador de los voluntarios catalanes que hab¨ªan combatido junto a los franceses. All¨ª se entrevistaron con el mariscal Joffre, al que invitaron a presidir los Juegos Florales en Barcelona. Agradecido por aquel gesto, el militar visit¨® Madrid a finales de abril de 1920, donde fue recibido por Alfonso XIII. Y el 1 de mayo lleg¨® a la barcelonesa estaci¨®n del paseo de Gr¨¤cia. All¨ª hac¨ªa horas que le esperaba un gran gent¨ªo, con banderas catalanas, francesas y espa?olas. Los balcones de los alrededores estaban engalanados en su honor con grandes pancartas de bienvenida. A su llegada al and¨¦n fue recibido por un mar de pa?uelos y sombreros que se agitaban en el aire, mientras la banda del regimiento Vergara empezaba a tocar La Marsellesa.
Para Catalu?a, la victoria aliada en la Gran Guerra supuso un estallido de esperanzas nacionales
Todos los que le vieron llegar resaltaron el rostro bondadoso del general, un hombre canoso de considerable estatura y miembros robustos, con unos ojos de un azul muy intenso. Al salir a la calle, desde los balcones y ventanas cay¨® una lluvia de flores. Los visitantes subieron a un coche de caballos, seguidos por un escuadr¨®n montado de la guardia civil. La multitud se amontonaba en todo el recorrido, sonaban vivas al mariscal y a Francia. Al entrar en la Rambla, un grupo de estudiantes desenganch¨® los animales y arrastraron personalmente el carruaje. Al pasar por delante de las floristas, ¨¦stas les arrojaron ramos. Sonaron gritos de ¡°Visca Catalunya Lliure!¡± y se oy¨® cantar Els Segadors, produci¨¦ndose una carga de la polic¨ªa en la plaza del Teatro. La comitiva continu¨® hasta el paseo Col¨®n y la Capitan¨ªa General, donde Joffre recibi¨® a una comisi¨®n de mutilados de guerra. Despu¨¦s visit¨® el Gobierno Militar, el Ayuntamiento y el palacio de la Generalitat, donde el embajador franc¨¦s record¨® la gesta de los voluntarios catalanes y el mariscal expres¨® su satisfacci¨®n por encontrarse en su pa¨ªs natal, discursos ambos que causaron un gran efecto. A la salida, en la plaza de Sant Jaume volvieron a producirse disturbios y una nueva carga policial.
En Barcelona, la actual plaza V¨¢zquez de Mella fue bautizada en su honor
Los Juegos Florales se celebraron en el Pabell¨®n de Bellas Artes y result¨® una fiesta multitudinaria, nunca la poes¨ªa hab¨ªa suscitado tanto inter¨¦s en la ciudad. El poeta ganador de la Flor Natural fue Joan Maria Guasch, que eligi¨® a Henriette Penon ¡ªla esposa del mariscal¡ª como reina de los juegos. Mientras estuvo aqu¨ª, Joffre sufri¨® un flem¨®n y tuvo que ir al dentista. La revista La Campana de Gr¨¤cia le dedic¨® un n¨²mero monogr¨¢fico, y las autoridades le acompa?aron a visitar los terrenos en Montju?c donde se iba a construir la Exposici¨®n Universal de 1929. En todo ese tiempo hizo gran amistad con el dramaturgo ?ngel Guimer¨¤, y en el Ayuntamiento se instal¨® el busto que hab¨ªa regalado la colonia gala en la ciudad.
Cinco d¨ªas m¨¢s tarde, march¨® en tren desde la estaci¨®n de Francia. Antes de llegar a Perpignan hizo una breve parada en Girona, donde tambi¨¦n fue recibido con gran entusiasmo. En Barcelona, la actual plaza V¨¢zquez de Mella fue bautizada en su honor. Y en 1929 le dieron el nombre de paseo Mariscal Joffre a la actual avenida Borb¨®n. Lo que hab¨ªa comenzado como la Guerra Europea ¡ªy se transform¨® en la Gran Guerra¡ª, pas¨® muy pronto a ser denominada Primera Guerra Mundial. La llam¨® ya as¨ª en 1920 el periodista Carlos Pereyra en la revista Espa?a, y lo mismo hizo el gran Gaziel en La Vanguardia seis a?os m¨¢s tarde. El mundo ya nunca ser¨ªa igual.
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