Morir por la boca
El pasado domingo, durante un descanso del partido entre la Rep¨²blica Dominicana y Nueva Zelanda del Mundial de baloncesto en el BEC de Barakaldo, mientras se retiraba de la cancha el grupo de animadoras que hab¨ªa actuado, el speaker del Bilbao Arena hizo por megafon¨ªa el siguiente comentario: "A qui¨¦n no le gustar¨ªa pasar una noche loca con una de ellas". Esta manifestaci¨®n evidente del machismo m¨¢s rampl¨®n y confirmaci¨®n de la sagaz advertencia de San Lucas: "de lo que abunda en el coraz¨®n habla la boca" (Lucas 6.45) m¨¢xime, a?ado yo, cuando se tiene que hacer improvisando y en directo, no pas¨® desapercibida para algunos (estoy seguro de que para otros muchos, s¨ª) provocando el correspondiente "incendio en las redes sociales".
Ante una "pillada" semejante, un banquero, por poner un ejemplo, pasar¨ªa completamente de dar explicaciones. Un pol¨ªtico, seguramente dir¨ªa que sus palabras han sido mal interpretadas. Este se?or speaker, sin embargo, ha pedido perd¨®n y ha confesado que fue la m¨²sica, una canci¨®n de Enrique Iglesias de letra, al parecer, algo calentita, la que le inspir¨® la comentada estupidez.
Hasta aqu¨ª, los hechos evidentes. La consecuencia: que, por bocazas, este se?or ha sido fulminantemente destituido. ?Fin de la cita?
?No va a preguntarse nadie si lo que hizo el speaker no fue, coherente pero involuntariamente, poner voz al sentimiento, ahora s¨ª voluntaria y conscientemente buscado por parte de los organizadores de este tipo de eventos?
?Qu¨¦ se pretende mediante el suministro de esta droga que son los espect¨¢culos deportivos, sino canalizar las pasiones colectivas hacia el terreno de la sumisi¨®n pol¨ªtica y el embrutecimiento social?... ?Qu¨¦ pintan en los estadios deportivos esos grupos de sexis "animadoras" adem¨¢s de reproducir, una vez m¨¢s, el estereotipo de la hembra apetecible que se ofrece como recompensa para el atleta victorioso?
Los espectadores, inmersos en ese magma cat¨¢rtico que se produce en las gradas sienten, sin necesidad de entrenar ni sacrificarse, los triunfos de sus equipos como triunfos propios y por ellos y para ellos se organizan, desde la m¨¢s remota antig¨¹edad, circos, justas, torneos, combates, partidos, etc. Su participaci¨®n, por as¨ª denominarla, consiste en "darlo todo por sus colores" a base de gritos, insultos y otras barbaridades que pueden llevarse a cabo de manera amorfa u organizada en "barras", "torcidas" o "hinchadas" de mayor o menor peligrosidad social.
?Hay algo m¨¢s machista que los propios grupos de cheerleaders? El cine, el cine americano, que es de donde proviene esta moda, ha definido el arquetipo una y otra vez con todo tipo de variantes pero manteniendo siempre los elementos b¨¢sicos: Instituto o universidad, chico guapo y deportista, no excesivamente listo pero que disfruta de una beca por su participaci¨®n en el equipo (verdadero orgullo de la instituci¨®n aparentemente acad¨¦mica) y chica adorable y presumiblemente adinerada. Junto a ellos pulular¨¢n, seg¨²n vayan los derroteros de los guionistas, una variada gama de malos, de "perdedores" (otro concepto de importaci¨®n neoliberal) de amigas envidiosas, de frikis feos y obesos pero de brillante intelecto y buen coraz¨®n y otras minor¨ªas.
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