El perfecto seductor
La joven revelaci¨®n de Houston es un prodigio vocal y guitarr¨ªstico, pero adem¨¢s logr¨® engatusar al p¨²blico de la sala Boite
Mucho han cambiado las cosas desde que Robert Ellis visitara Madrid por vez primera, un par de a?os atr¨¢s. Entonces, en la sala El Sol, teloneaba a Dawes y la melena le llegaba a media espalda; el martes, en Boite, era el protagonista ¨²nico y la combinaci¨®n de pelo corto, centelleantes ojos verdes y sonrisa cautivadora propici¨® no pocos suspiros a pie de escenario. Pero su capacidad de seducci¨®n no se limita a esa fachada de chico sensible y emp¨¢tico que a¨²n no ha cumplido los 26. Sumando un talento arrollador, el manejo virtuoso de la guitarra, la voz c¨¢lida, el carisma sobre las tablas y su precoz bagaje musical, es sencillo pronosticar que volveremos a verle pronto, al frente de su banda y ya consagrado.
Resulta muy dif¨ªcil sostener en solitario un concierto de hora y media. El chico tejano lo consigui¨® porque dispone de muy buena materia prima e irradia una magia pasmosa. Ha escuchado country cl¨¢sico a raudales, pero se le nota el gusto por la canci¨®n de autor, desde Randy Newman a Paul Simon. Su timbre recuerda a John David Souther o, a¨²n mejor, al a?orado Dan Fogelberg. Despliega un repertorio propio que comienza a parecer irrefutable, desde la cristalina Only lies a la soberbia balada Steady as the rising sun (?con unas progresiones guitarr¨ªsticas a lo Django Reinhardt!) o la enternecedora TV song, que podr¨ªa evocar a Joey Scarbury y su canci¨®n para El gran h¨¦roe americano. Y las versiones invitaban al asombro: hay que ser muy grande para atreverse con Richard Thompson (1952 Vincent Black lightning) y The grand tour, de George Jones. Sumen ese radiante encanto personal y se comprende la fascinaci¨®n. "?Alguien me podr¨ªa ense?ar espa?ol por Skype a cambio de unas clases de guitarra?", consult¨® al p¨²blico. "Yo te lo ense?o todo", suspir¨® una espectadora.
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