Parque tem¨¢tico del independentismo
Apenas se ve¨ªa en la calle a nadie que no fuese vestido de rojo o amarillo
Le ha pasado a la manifestaci¨®n de ayer como al r¨ªo Nilo, que es el m¨¢s largo del mundo, pero no el m¨¢s caudaloso; aunque, tal vez, en este caso resulte poco pertinente hablar de caudales. Y de hecho, no ha sido as¨ª y apenas se hablaba de nada salvo los gritos de independencia, que no todos coreaban.
Tal uniformidad la hac¨ªa parecer una ciudad en la que no val¨ªa la pena salir a la calle si no era para opinar lo mismo que todos
Resulta que Barcelona fue ayer, tarde de Diada (palabra que este a?o se ha volatilizado), una silenciosa marea (desde los acantilados de las protestas llega el nuevo lenguaje) de camisetas rojas y amarillas. Los metros iban a tope de gente con sandalias y pantalones semicortos, hombres fondones con barba y barretina, j¨®venes de comarcas con patillas largas, ni?as comiendo bolsas de patatas fritas y la estelada a modo de capa, familias enteras que llevaban sus banderas independentistas como cuando se lleva la sombrilla a la playa... Unos de rojo, otros de amarillo, vestidos as¨ª para dibujar la bandera catalana a lo largo de las dos principales calles de Barcelona, la Gran Via y la Diagonal, que confluyen en la plaza de las Gl¨°ries, al tiempo que trazaban una V, seg¨²n los organizadores (?mnium y la Asamblea Nacional Catalana), en alegor¨ªa de Votar, Voluntad y Victoria, y perm¨ªtase esta broma de pa¨ªs fundacional, de Uvezquist¨¢n.
Al trasladar este a?o los actos a la plaza de las Gl¨°ries, todav¨ªa en obras fara¨®nicas, el eje de gravedad de los actos ha pasado del centro de la ciudad a la pol¨ªtica urban¨ªstica del Ayuntamiento convergente, quedando desplazado, a ojo de buen cubero, algo m¨¢s de un 3%. M¨¢s impactante a¨²n que el recorrido de la V, era que apenas se ve¨ªa en las calles una persona que no fuese vestida de rojo o amarillo, y tal uniformidad la hac¨ªa parecer una ciudad en la que no val¨ªa la pena salir a la calle si no era para opinar lo mismo que todos. Picaba el sol de lo lindo, los polic¨ªas miraban sin meterse con nadie (no como en otras manis) y cada cual acud¨ªa al tramo que le hab¨ªan asignado. A los de mi viejo barrio de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s les toc¨® representar a la Catalu?a Exterior. En el otro extremo, Oriol Junqueras se instal¨® en el tramo que representaba al Baix Llobregat, ¨²ltimo refugio electoral del socialismo castizo. Por todos los alrededores, se convirtieron las calles del Eixample en un inmenso aparcamiento de autocares al aire libre. Tampoco se ve¨ªa ni un alma por esas aceras reverberantes de sol, lo que daba una sensaci¨®n de extra?o lugar abandonado por los turistas tras el holocausto. Todo transcurr¨ªa (es un decir, porque pasar, ayer no pas¨® nada de nada fuera de lo previsto) o en el carril central de Gran Via o en el carril central de Diagonal. Quiz¨¢s esta uniformidad y este ritual muestren que a la Barcelona como parque tem¨¢tico del turismo le est¨¦ sucediendo a final de temporada la Barcelona como parque tem¨¢tico del independentismo. Apenas se ve¨ªan pancartas de ning¨²n tipo, escasamente otras banderas, salvo alguna escocesa, que no fuese la estelada, muy raramente se encontraba a alguien llevando algo personal, original, a la mani. Todo estaba tan milim¨¦tricamente organizado, que en vez de una ciudad tomada parec¨ªa una ciudad prestada. A las 17.14, hora simb¨®lica en que culminaba el encuentro, se dibuj¨® la bandera en una ciudad vac¨ªa. Luego hicieron una ola gigante, y al poco se acab¨® el recreo.
Javier P¨¦rez-And¨²jar es escritor.
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