La ciudad de Jaume Vallcorba
Asumi¨® con vocaci¨®n p¨²blica la apuesta por un lector inteligente que aprecia la calidad literaria sin sucumbir a la moda del momento
La muerte del editor Jaume Vallcorba ha suscitado un sentimiento un¨¢nime de p¨¦rdida en autores, traductores y lectores, que han reconocido la excepcionalidad de su labor y la importancia del cat¨¢logo que deja en Acantilado y Quaderns Crema. M¨¢s all¨¢ del respeto al editor independiente que fue, su desaparici¨®n y los balances trazados sobre su obra dejan entrever algunas de sus ideas fuertes sobre la cultura y la vida p¨²blica.
Vallcorba sent¨ªa un profundo respeto por el p¨²blico. Su exquisita selecci¨®n editorial no es solo el fruto de una vasta cultura y del conocimiento profundo de la tradici¨®n occidental, sino la apuesta por un lector inteligente que se deja sorprender y aprecia la calidad literaria sin sucumbir a las modas del momento. La garant¨ªa que ofrecen sus dos sellos y la obsesi¨®n por la forma del libro son la expresi¨®n de un respeto por el lector que contrasta con la tendencia dominante de tantas editoriales conglomeradas que se rigen exclusivamente por criterios comerciales.
¡°Crear un p¨²blico¡± de buena literatura en catal¨¢n, primero, y en castellano despu¨¦s, fue una de las obsesiones de Vallcorba
En este sentido, Vallcorba reconoc¨ªa la influencia de Josep Maria Junoy, a quien dedic¨® su tesis doctoral y que, en una conferencia pronunciada en el Ateneu de Barcelona en 1924, defend¨ªa que la principal misi¨®n de un agente cultural es ¡°pensar en la juventud, en la juventud a¨²n no interesada directamente en la producci¨®n art¨ªstica y literaria, pensar en los futuros autores y en los futuros p¨²blicos (¡)¡±, en definitiva, ¡°contribuir a la creaci¨®n de un p¨²blico, a la creaci¨®n del p¨²blico de ma?ana¡±.
¡°Crear un p¨²blico¡± de buena literatura en catal¨¢n, primero, y en castellano despu¨¦s, fue una de las obsesiones de Vallcorba. Una aspiraci¨®n que nos recuerda que la cultura est¨¢ ¨ªntimamente relacionada con la educaci¨®n, que est¨¢ m¨¢s cerca de la escuela que de la tertulia, la consigna pol¨ªtica o el entretenimiento, y que el papel de los poderes p¨²blicos en la defensa de la cultura pasa en primer lugar por apostar por una pol¨ªtica educativa s¨®lida. Conocidas son las cr¨ªticas de Vallcorba a la pol¨ªtica de subvenciones orientada en exceso a la producci¨®n de libros, cuando su funci¨®n principal deber¨ªa ser la de crear lectores.
Este era pues su marco normativo, pero en los ¨²ltimos tiempos Vallcorba era pesimista debido a la p¨¦rdida de prestigio de la palabra y la lectura, y las crecientes cifras de analfabetismo funcional. ¡°Antes¡±, dec¨ªa, ¡°exist¨ªa la idea transmitida por la escuela de que la lectura y el uso correcto de una lengua abr¨ªan puertas y permit¨ªan un desarrollo personal y social, una mejora del estatus y las condiciones de vida. Esto ha desaparecido¡±.
Demostr¨® que se puede hacer simult¨¢neamente buena cultura en los dos idiomas y que, por lo tanto, toda lengua es tan relativa como digna de respeto
Pero para Jaume Vallcorba crear un p¨²blico no consist¨ªa simplemente en ofrecer una propuesta cultural fruto de una educaci¨®n privilegiada, sino sobre todo en establecer marcos de referencia, tejer puntos de sutura entre pasado y presente y entre diferentes tradiciones geogr¨¢ficas que permitiesen crear un espacio cultural com¨²n. Publicar a la vez a Ausi¨¤s March y a Quim Monz¨®, editar simult¨¢neamente a Mart¨ª de Riquer y a Imre Kert¨¦sz, es crear un hilo conductor que contribuye a hacer visible un mismo patrimonio colectivo.
Esta idea de enmarcar, de poner en contexto, parecer¨ªa anticuada en un momento en el que la informaci¨®n ilimitada y la multiplicaci¨®n de emisores diluyen jerarqu¨ªas y difuminan la misma noci¨®n de p¨²blico. Pero es precisamente en este momento tan informativamente rico, en el que proliferan tantas voces, cuando m¨¢s necesarios son los referentes, la sedimentaci¨®n del conocimiento y la creaci¨®n de marcos de interpretaci¨®n y de sentido. Es ah¨ª donde el trabajo cultural es una labor profundamente pol¨ªtica.
Vallcorba asumi¨® esta vocaci¨®n p¨²blica y, con la creaci¨®n de Quaderns Crema primero, y de Acantilado despu¨¦s, fue tambi¨¦n el reflejo de esa Catalunya h¨ªbrida y compleja que asume la tradici¨®n que se remonta a Ramon Llull y Ausi¨¤s March a la vez que dialoga con el mundo. Ah¨ª, Quaderns Crema enlaza con la voluntad de apertura europea del Noucentisme y las vanguardias, y tiende puentes con Acantilado que, veinte a?os despu¨¦s, abri¨® nuevos horizontes europeos en castellano.
Su respeto por el catal¨¢n silencia a los que querr¨ªan verlo relegado a una lengua secundaria, pero su voluntad de que Catalunya no se convierta en una ¡°remota provincia del esp¨ªritu¡± le lleva a cuestionar la falta de una apuesta decidida por la educaci¨®n, la literatura de calidad y el uso correcto de la lengua. Vallcorba demostr¨® que se puede hacer simult¨¢neamente buena cultura en las dos lenguas y que, por lo tanto, toda lengua es tan relativa como digna de respeto.
Su gran lecci¨®n es, en definitiva, que lo importante en la cultura es si se enriquece o empobrece el patrimonio individual y colectivo, y que el objetivo debe ser siempre ¡°ir de menos a m¨¢s¡±, elevar la mirada, cuando todo lleva a bajarla. Pocos editores representan tan bien el ideal de la sociedad que los acoge y la aspiraci¨®n a aquella ciudad en la que, en palabras de Adam Zagajewski, a muchos nos gustar¨ªa vivir.
Judit Carrera es polit¨®loga.
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