Catalu?a, capital Edimburgo
Thatcher fue un factor clave en el auge del nacionalismo escoc¨¦s; el rechazo a la pol¨ªtica del PP lo ha sido en el catal¨¢n
Hubo una ¨¦poca en que Catalu?a causaba admiraci¨®n entre el nacionalismo escoc¨¦s. Tuve la oportunidad de comprobarlo personalmente siendo un joven becario en un reci¨¦n estrenado Parlamento de Escocia. Durante mi tiempo en Edimburgo coincid¨ª con muchos diputados regionales del SNP y pude constatar c¨®mo Catalu?a se consideraba un modelo a seguir por las interesantes similitudes existentes entre ambas regiones.
El principal elemento en com¨²n entre Catalu?a y Escocia durante los primeros a?os de autonom¨ªa escocesa era su condici¨®n de feudos socialistas (o laboristas) y, muy especialmente, su arraigado rechazo al primer partido de la derecha. Tanto el PP en Catalu?a como el Partido Conservador en Escocia apenas consegu¨ªan la mitad de los votos que en el resto del pa¨ªs. En el caso escoc¨¦s, tal era la hostilidad hacia el Partido Conservador que entre 1997 y 2001 el Parlamento de Westminster no cont¨® con ning¨²n diputado de ese partido procedente de Escocia.
De hecho, existen sobrados indicios de que Margaret Thatcher fue un factor importante en el auge del nacionalismo escoc¨¦s. Las pol¨ªticas neoliberales llevadas a cabo por la dama de hierro deterioraron uno de los pilares esenciales que manten¨ªan hasta entonces la uni¨®n entre Escocia e Inglaterra: el Estado del Bienestar. Y es que el ascenso del nacionalismo escoc¨¦s no solo se aliment¨® del petr¨®leo del Mar del Norte. La creciente hostilidad hacia las privatizaciones y las pol¨ªticas de recortes realizadas desde Londres represent¨® un importante catalizador de las demandas autonomistas. El paso de Thatcher por Downing Street dej¨® patente que ingleses y escoceses ten¨ªan agendas pol¨ªticas muy distintas. En ese momento, la instauraci¨®n de instituciones auton¨®micas se present¨® como una soluci¨®n id¨®nea para muchos escoceses: si Londres no ofrec¨ªa las pol¨ªticas sociales deseadas, entonces deb¨ªa haber un gobierno en Edimburgo que las hiciera.
Los a?os de Margaret Thatcher supusieron un terremoto pol¨ªtico en muchos aspectos de la pol¨ªtica brit¨¢nica. Lo fue tambi¨¦n para la cuesti¨®n escocesa. Su estilo de gobierno y su ofensiva contra el Estado del Bienestar llevaron al partido conservador a la irrelevancia pol¨ªtica en ese territorio y deterioraron las relaciones entre Escocia e Inglaterra. As¨ª, durante muchos a?os el verdadero ¡°hecho diferencial¡± escoc¨¦s fue el fuerte rechazo que provocaban los conservadores en esa regi¨®n.
En esta ocasi¨®n son los nacionalistas catalanes quienes parecen mirar con admiraci¨®n a sus hom¨®logos escoceses
Tras d¨¦cada y media desde la instauraci¨®n del Parlamento escoc¨¦s, volvemos a encontrarnos con nuevos y sugerentes paralelismos entre las dos regiones. Sin embargo, en esta ocasi¨®n son los nacionalistas catalanes quienes parecen mirar con admiraci¨®n a sus hom¨®logos escoceses, y no viceversa. Si bien ambos gobiernos nacionalistas dan por superado el modelo auton¨®mico y apuestan abiertamente por la independencia, solo los escoceses han conseguido arrancar del Gobierno central un compromiso para llevar a cabo un refer¨¦ndum legal.
La diferente respuesta de los gobiernos brit¨¢nico y espa?ol ante el reto separatista tiene una sencilla explicaci¨®n: en el momento en que el primer ministro David Cameron convoc¨® el refer¨¦ndum en 2012, el apoyo a la independencia de Escocia entre los ingleses era incluso mayor que entre los propios escoceses. En estas condiciones, la apuesta por convocar un refer¨¦ndum no supon¨ªa un reto de costes inasumibles.
La postura de los ingleses en esta cuesti¨®n contrasta con el caso espa?ol, donde las demandas por una recentralizaci¨®n del Estado han aumentado muy notablemente en los ¨²ltimos a?os. La actitud m¨¢s tolerante de Cameron ante el reto nacionalista solo puede entenderse si tenemos en cuenta el clima de opini¨®n tan favorable que imperaba entre el electorado brit¨¢nico.
En la actualidad el nacionalismo escoc¨¦s parece haber superado al catal¨¢n en su dimensi¨®n m¨¢s institucional, pues ha conseguido plantear un refer¨¦ndum ¡°legal y pactado¡±. Sin embargo, en la dimensi¨®n social, la ventaja no parece tan clara. No solo porque los niveles de apoyo a la independencia son generalmente inferiores, sino tambi¨¦n porque en Escocia no se ha producido un inequ¨ªvoco incremento del independentismo a lo largo de los ¨²ltimos a?os. Es cierto que los partidarios de la independencia han ganado adeptos desde 2010, pero esta tendencia ven¨ªa precedida por un suave pero prolongado retroceso durante la d¨¦cada anterior. El independentismo escoc¨¦s no goza hoy de mejor salud que en 1999, cuando se inaugur¨® su parlamento regional.
En las ¨²ltimas semanas algunas encuestas muestran un asombroso ascenso del s¨ª, pero ser¨ªa muy poco prudente tomarse esa tendencia como un cambio estructural de la opini¨®n p¨²blica escocesa. Adem¨¢s, contrariamente a lo ocurrido en Catalu?a, el aumento de los ¨²ltimos a?os no ha sido generalizado en todos los grupos socioecon¨®micos. Por ejemplo, mientras el independentismo ha aumentado entre los j¨®venes escoceses, lo opuesto ha ocurrido entre los m¨¢s mayores.
Catalu?a y Escocia han mostrado algunas interesantes similitudes a lo largo de las ¨²ltimas d¨¦cadas. Pero tras el refer¨¦ndum escoc¨¦s, sus caminos tal vez acaben finalmente por separarse. En Catalu?a todo apunta a que la cuesti¨®n nacional seguir¨¢ empa?ando la pol¨ªtica de nuestro pa¨ªs durante mucho tiempo. En cambio, en Escocia, en el caso de que ganara el no, los nacionalistas se ver¨ªan obligados a pasar p¨¢gina. Y es que, como el mismo Alex Salmond admiti¨®, los refer¨¦ndums sobre la independencia solo pueden producirse una vez en la vida.
Llu¨ªs Orriols es doctor por la Universidad de Oxford y profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Girona
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.