La imposible reinvenci¨®n de Manuela
La bailaora sevillana revalida su arte con un nuevo espect¨¢culo
Manuela Carrasco. Naturaleza Gitana. Gitana Morena. Baile: Manuela Carrasco. Cuerpo de baile: Saray de los Reyes, Lole de los Reyes y La Marquesita. Cante: Enrique el Extreme?o, Pepe de Pura, Zamara Carrasco y Mar¨ªa Rey. Guitarras: Paco Jarana, Juan Campallo y Manuel de Luz. Percusi¨®n: Jos¨¦ Carrasco. Artistas invitados: Miguel Poveda y Diego Amador. Direcci¨®n y Adaptaci¨®n: Juana Casado. Dramaturgia: Juana Casado y Mar¨ªa Cabrera. Coreograf¨ªa: Manuela Carrasco.
Teatro de la Maestranza. 21 de septiembre de 2014.
¡°A t¨ª te llaman la diosa¡±, le cant¨® Zamara al inicio del espect¨¢culo. El mismo apelativo que sirvi¨® a Jos¨¦ Luis Ortiz Nuevo para crearle un espect¨¢culo. El calificativo no es, en cualquier caso, casual y s¨ª recurso extendido para aludir al carisma de Manuela Carrasco en escena, una cualidad que no parece empa?arse con el paso del tiempo. Con independencia del formato en el que se la quiera encuadrar, su baile tiene unos perfiles muy definidos que se concentran en la fuerza de sus pies o en la rotundidad de sus brazos elevados al cielo, en la flamenca estampa que siempre compone su figura hasta en la quietud, e incluso en la mirada desafiante, casi electrizante. Su sintaxis bailaora est¨¢ tan perfilada que no caben variantes ni innovaciones. Ella est¨¢ inventada y solo caben reediciones de su arte, que es inmenso.
Podr¨ªa parecer, as¨ª, est¨¦ril, encerrarla en dramaturgia alguna, aunque, en ocasiones, valga el empe?o por aquello de poner orden en el genio. La idea de asociarla a los cuatro elementos es una opci¨®n aceptable, por m¨¢s que Manuela parezca encarnarse m¨¢s en la tierra o en el fuego que en el agua o en el aire. Sin embargo, y de forma curiosa, su baile comenz¨® a despegar en el cuadro dedicado a ese ¨²ltimo elemento, cuando despleg¨® el mant¨®n para, ah¨ª s¨ª, mover el espacio con ¨¦l, impulsada desde el piano de Diego Amador. Antes, el m¨¢s joven de la saga, le hab¨ªa cantado el Canastera de Camar¨®n con el que dibuj¨® figuras siempre flamencas. Y, al comienzo, la voz poderosa de El Extreme?o le cant¨® un taranto (momento fuego) en el que opt¨® por una actitud mayormente est¨¢tica. Y m¨¢s curiosidad: con las alegr¨ªas, elegidas para simbolizar el elemento agua, vimos a una bailaora mucho m¨¢s suelta, a pesar de que el vestuario elegido para ese baile no fuera la deseada bata, tan af¨ªn al estilo.
Todo lo anterior, aunque puede ejemplificar su baile, no lo condensa. Ella es la sole¨¢ (tambi¨¦n la seguiriya) y, hasta que no lleg¨®, no la vimos de verdad soltarse. Y lo hizo con el cante al o¨ªdo, que es la forma que ella prefiere para inspirarse. Cuando lleg¨® a escena, el ambiente estaba preciamente caldeado, porque el elegido para cantarle el estilo fue Miguel Poveda, el segundo invitado de la noche, que se emple¨® por tientos y tangos. Uno piensa que el reto era mutuo y rec¨ªproco. Para Poveda cantarle a La Diosa, para Manuela bailarle a un cantaor que no es que re¨²na precisamente el perfil de los que le han sacado su mejor ser bailaor. Pero funcion¨® y, adem¨¢s, de forma creciente, con la artista desplegando sus mejores formas, sus desplantes exactos, deteniendo el tiempo. Los dos se buscaron en el escenario sabedores de que era el momento o no era. Transitando a la buler¨ªa el baile m¨¢s ¨¦tnico, m¨¢s de patio, desatado y hasta burl¨®n. Era eso y lleg¨®. Todo un disfrute.
El elenco anunciado sufri¨® cambios en las guitarras, que estuvieron al mando de Paco Jarana, que bien ser¨ªa el tercer invitado de lujo de la noche, porque su presencia y su peso, fueron de los que se hacen notar. El resto de los artistas, con tanto invitado, tuvo una participaci¨®n escueta, convirti¨¦ndose en un atr¨¢s que empuj¨® con fuerza y decibelios. Los mismos y exagerados con que se nos sirvi¨® el baile de pies que, por momentos, lleg¨® a ser atronador.
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