¡°Sab¨ªan que iban a alucinar¡±
El principal acusado en el ¡®caso del estramonio¡¯ dice que lo hab¨ªa probado con los dos fallecidos antes de la ¡®rave¡¯. Testigos y v¨ªctimas niegan que conocieran sus efectos
Ivan M. G. guardaba sus semillas negras de estramonio como un tesoro en un recipiente en la estanter¨ªa de su habitaci¨®n. Estaba convencido de haber descubierto ¡°en una tienda de Guadalajara¡± el ¡°LSD de los pobres¡±, ¡°el veneno de la bruja¡±, que quiz¨¢ podr¨ªa dar a conocer al mundo y, con suerte, como en el Cuento de la lechera, conseguir¨ªa ¡°abrir un mercado¡±. As¨ª lo recordaba ayer en el juicio que se celebr¨® en el juzgado penal n¨²mero 5 de Getafe Mar¨ªa Jos¨¦ Mu?oz, una de sus amigas ¡ªo antiguas compa?eras ¡°de fiesta¡±¡ª, amiga amiga de la que era su novia entonces, Cristina V.L., sentada junto a ¨¦l en el banquillo de los acusados.
Me dijo que era ¡°el LSD de los pobres¡± el ¡°veneno de la bruja¡±, dice un testigo
Pero, como en el cuento, sus supuestos sue?os e ideas de 18 a?os ¡ªjunto a las de los otros dos j¨®venes fallecidos¡ª se fueron al traste aquella noche del 20 de agosto de 2011, cuando llev¨® su ¡°infusi¨®n¡± en una botella de pl¨¢stico a una de las raves parties ¡ªfiestas musicales abiertas¡ª que se celebraban en el monasterio abandonado de Perales del R¨ªo, en Getafe. Hoy ¨¦l y la que fuera su novia (y acompa?ante) se enfrentan a 9 a?os de prisi¨®n por dos delitos de homicidio imprudente, uno de lesiones imprudentes y un delito contra la salud p¨²blica. En la vista, que comenz¨® ayer y terminar¨¢ ma?ana, se dirime fundamentalmente si fueron Ivan y Cristina quienes ofrecieron la botella a los fallecidos y a sus amigos sin advertirles de los peligros de su ingesti¨®n o incluso enga?¨¢ndoles, habida cuenta de que el estramonio es la m¨¢s venenosa de todas las solan¨¢ceas ¡ªuna tipolog¨ªa de plantas le?osas¡ª y los compuestos qu¨ªmicos de sus semillas provocan delirios alucinatorios que, como en este caso, han llegado a causar la muerte.
¡ª ¡°Sab¨ªan perfectamente que iban a alucinar y lo que estaban bebiendo, lo hab¨ªamos probado juntos otra baza y me preguntaron por ello cuando me vieron en la fiesta. Yo les dije que hab¨ªa tra¨ªdo, pero para m¨ª y luego les vi bebiendo de mi botella porque la hab¨ªan cogido de mi mochila¡±, dijo ayer Ivan ante el juez.
¡ª ?C¨®mo iba a pensar yo que nos estaba dando veneno?, arguy¨® una de las v¨ªctimas de la intoxicaci¨®n que logr¨® salvarse tras pasar por el hospital.
¡ª Primero nos invit¨® a una raya de speed y luego nos pas¨® la botella. Le preguntamos que qu¨¦ era y dijo que ¡°un licor casero¡±, bromeando. Ten¨ªa el aspecto de un ron con lim¨®n pero, al probarlo, nos dimos cuenta de que no era alcohol. A ¨¦l parec¨ªa hacerle gracia ver los efectos que nos causaba, declar¨® uno de los testigos.
Lo hab¨ªamos probado juntos otra baza, dice el principal acusado
Los efectos fueron perversos. A los 20 minutos de dar unos tragos a esa botella, Alvaro, el joven al que sus amigos llevaron al hospital, se desplomaba inconsciente en el suelo. Y Pablo Echegoyen y Alberto del Olmo, comenzaban a sentir ¡°calor, palpitaciones y a encontrarse mal¡±, seg¨²n declararon varios de sus amigos y testigos. Doce horas m¨¢s tarde, bajo el t¨®rrido sol de agosto, ambos segu¨ªan vagando como son¨¢mbulos ¡ª¡°drogado¡±, ¡°ido¡±, ¡°colocado¡±, defin¨ªan ayer su estado varios testigos que se toparon con alguno de ellos de camino a la piscina municipal¡ª. Fueron dando tumbos por las lindes de los caminos que separan el viejo monasterio de la carretera, hasta morir en la cuneta, deshidratados, seg¨²n recogen los informes forenses, que son dos y contradictorios, porque queda por dilucidar si la deshidrataci¨®n se puede achacar al estramoinio o a las ocho horas que caminaron desorientados al sol vivo.
Sus oportunidades de salvarse se reduc¨ªan a medida que la gente abandonaba la fiesta. Les vieron muchos, incluidos sus amigos que ayer reconoc¨ªan que a uno de ellos ¡°ya le faltaba un zapato¡± cuando se lo encontraron por ¨²ltima vez en un coche que se iba de all¨ª, lleno: ¡°Ya ¨¦ramos cinco¡±.
Si algo qued¨® claro ayer es la familiaridad de todos esos j¨®venes con toda clase de drogas frente a la inconsciencia de unos padres destrozados.
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