Asesinato en Mondrag¨®n
La muerte de Marcelino Oreja durante la Revoluci¨®n de Octubre convulsion¨® la pol¨ªtica vasca hace 80 a?os
![As¨ªs Ulla Bilbao](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F0b9a52b8-006a-4382-938a-05e3d58f07cf.png?auth=d7a4bd5f610bf92a4f1d3b8bd39266a940bc685b735267a60e73646c6f66a05c&width=100&height=100&smart=true)
![Discurso de Marcelino Oreja en Gernika a favor del Estatuto.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/K4AWFN7TGELJEACCTQFRCAWPSI.jpg?auth=f2e22e3df0e4aeb3248e1fd1eef611dc0bc8f9bce88fb0c1e6252984342bb386&width=414)
Marcelino Oreja es hijo p¨®stumo. Naci¨® cuatro meses despu¨¦s del asesinato de su padre, Marcelino Oreja El¨®segui, ocurrido en Mondrag¨®n el 5 de octubre de 1934. El que fuera, entre otros cargos, ministro de Exteriores en el primer gobierno de Adolfo Su¨¢rez y comisario europeo cuenta en el libro autobiogr¨¢fico ¡®Memoria y esperanza¡¯, c¨®mo su madre, Pureza Aguirre, ¡°aunque nunca me incit¨® hacia el resentimiento de quienes le dieron muerte, s¨ª me inculc¨® su memoria como el espejo ideal en el que deb¨ªa mirarme¡±.
La Revoluci¨®n de Octubre de 1934 tuvo en el Pa¨ªs Vasco uno de sus focos m¨¢s activos. Si Asturias y Catalu?a fueron los dos centros neur¨¢lgicos de la insurrecci¨®n organizada y dirigida por los socialistas, los acontecimientos en Euskadi entre los d¨ªas 5 y 12 de octubre dejaron un saldo de 42 muertos, centenares de heridos y no menos de 1.500 encarcelados y procesados. Entre las v¨ªctimas mortales destac¨®, por su relevancia pol¨ªtica, Marcelino Oreja, que acababa de suceder a su suegro en la Presidencia de Uni¨®n Cerrajera, la gran factor¨ªa metal¨²rgica de Mondrag¨®n, que entonces empleaba a m¨¢s de 1.500 trabajadores.
Oreja hab¨ªa nacido en 1896 en Ibarrangelua, pueblo de la costa vizca¨ªna donde su padre ejerc¨ªa como m¨¦dico. Hombre de s¨®lidas convicciones cristianas, curs¨® al mismo tiempo las carreras de Ingeniero de Caminos y Derecho. Desde su ¨¦poca estudiantil trab¨® amistad con las personas que impulsaron la Acci¨®n Cat¨®lica de Propagandistas, organizaci¨®n que persegu¨ªa una intervenci¨®n eficaz de los cat¨®licos en la vida p¨²blica.
Carlista por tradici¨®n familiar, milit¨® en el tradicionalismo y, proclamada la Segunda Rep¨²blica, en junio de 1931 fue elegido diputado por Bizkaia en la misma lista que Jos¨¦ Antonio Aguirre (PNV). Cat¨®licos y nacionalistas vascos coincid¨ªan entonces en su defensa del Estatuto de Estella, que facultaba a Euskadi a pactar con el Vaticano, y en su rechazo a las pol¨ªticas laicistas del gobierno. Durante el debate de la Constituci¨®n republicana, se opuso a la disoluci¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s, a la extinci¨®n del presupuesto de culto y clero y a la prohibici¨®n de la ense?anza a las ¨®rdenes religiosas.
Josep Pla vio a Oreja como un empresario ¡°saturado de sentido humano¡±
?La huelga revolucionaria de octubre de 1934 le sorprendi¨® en casa de su suegro en Arrasate. Los huelguistas, liderados por Celestino Uriarte, se hicieron con el control del municipio, instalaron su cuartel general en la Casa del Pueblo y proclamaron la ¡°rep¨²blica socialista¡±. A las cinco y media de la ma?ana, una llamada telef¨®nica advirti¨® a Oreja del peligro cierto que corr¨ªa. ¡°Es in¨²til que intente escaparse porque ser¨¢ muerto¡±, escuch¨® por el auricular. Trat¨® de llamar al cuartel de la Guardia Civil, pero la l¨ªnea estaba cortada. Se asom¨® a una ventana del piso superior y comprob¨® que la casa, situada en el centro del pueblo, estaba rodeada de hombres armados con escopetas y pistolas. Arrodillado junto a su mujer, que estaba embarazada de cinco meses, rez¨® el rosario y esper¨® acontecimientos.
Dos horas despu¨¦s, ocho hombres armados llamaron a la puerta. Uno de ellos era Jes¨²s Trincado, militante ugetista. ¡°Dile al amo que baje¡±, exigieron los asaltantes en euskera. Oreja sali¨® enca?onado y con los brazos en alto. Le condujeron a la Casa del Pueblo y le encerraron en una habitaci¨®n en la que ya se encontraba Ricardo Azcoaga, directivo de Uni¨®n Cerrajera. Un cuarto de hora despu¨¦s, entr¨® un tercer prisionero, Dagoberto Rezusta, consejero de la empresa y diputado provincial en las filas del Partido Radical.
El aviso de que llegaban al pueblo tres camiones con soldados procedentes de Vitoria alert¨® a los revolucionarios. Mientras unos planeaban huir al monte, otros propon¨ªan atrincherarse en la Casa del Pueblo y organizar la resistencia. Seg¨²n el relato de Trincado, en medio del desconcierto, un tal Ruiz, al que apodaban ¡°el fan¨¢tico¡±, pregunt¨® al jefe de los insurrectos: ¡°Celestino, ?qu¨¦ hacemos con ¨¦stos?¡±. ¡°Llevarlos detr¨¢s¡±, respondi¨® el cabecilla.
Sacaron a los prisioneros por la puerta trasera hacia una huerta y les instaron a que subieran un murete de poco m¨¢s de un metro. Azcoaga trep¨® el primero y se volvi¨® para ayudar a Oreja. Entonces sonaron las descargas. ¡°Rezusta qued¨® muerto en el acto y mi padre result¨® malherido, con los brazos abiertos en cruz¡±, cuenta Marcelino Oreja en sus memorias. Presentaba cuatro heridas: tres de bala en la cabeza, la columna y la mano, y una de escopeta en el brazo derecho.
Seis j¨®venes requet¨¦s recogieron el cuerpo ensangrentado y lo llevaron a su casa, donde lo recibi¨® su esposa. El sacerdote Jos¨¦ Markiegi lleg¨® a tiempo de darle la extrema unci¨®n. Sobrevivi¨® apenas veinte minutos. A media tarde, la llegada de dos compa?¨ªas de infanter¨ªa del Regimiento Flandes de Vitoria puso en fuga a los revolucionarios. Al d¨ªa siguiente, Marcelino Oreja fue enterrado en el pante¨®n familiar de Ibarrangelua. Pureza Aguirre nunca volvi¨® a pisar Mondrag¨®n.
Los miembros del comit¨¦ revolucionario fueron detenidos y pasaron una temporada en la c¨¢rcel de Ondarreta. Con el triunfo del Frente Popular en 1936 quedaron en libertad. Celestino Uriarte ingres¨® en el partido comunista. Tras la guerra civil fue condenado a muerte. Cruz¨® la frontera en 1950 y muri¨® en Berl¨ªn en 1979. Juan Ram¨®n Garai ha escrito su biograf¨ªa (Celestino Uriarte. Clandestinidad y resistencia comunista, Txalaparta, 2008). En ella, el l¨ªder obrero niega que diera la orden de ejecutar a Oreja y Rezusta, pero se confiesa ¡°part¨ªcipe activo de los acontecimientos del 5 de octubre¡±, y asume ¡°plenamente los hechos de aquel d¨ªa¡±.
Josep Pla, impresionado por la muerte de Oreja, viaj¨® como reportero a Mondrag¨®n a finales de octubre. En sus art¨ªculos le describe como ¡°patrono modelo¡± y empresario ¡°saturado de sentido humano¡±. Para el escritor catal¨¢n, era un pol¨ªtico ¡°enamorado de la doctrina social cat¨®lica y, a la vez, del particularismo de su pa¨ªs¡±, que so?aba con ¡°encuadrar el movimiento obrero vasco en los derroteros de la democracia cristiana¡±.
La Revoluci¨®n de Octubre fracas¨®, pero sus secuelas tendr¨ªan una notable influencia en la pol¨ªtica vasca. A la postre, en palabras del historiador Juan Pablo Fusi, ¡°marc¨® la ruptura definitiva entre la derecha y el PNV; si se quiere, entre la burgues¨ªa ¡®espa?olista¡¯ vasca y la burgues¨ªa nacionalista¡±.
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