Las metamorfosis de Pastora
La bailaora sevillana se mira en el espejo de las maestras
Pastora Galv¨¢n. &Dentidades. Baile: Pastora Galv¨¢n. Cante: Galli de Mor¨®n y Cristian Guerrero. Toque: Ram¨®n Amador y Pedro S¨¢nchez. Interpretaci¨®n: Mar¨ªa del Mar Montero. Artistas invitados: Juana la del Pipa y Farru. Direcci¨®n: Antonio Canales Coreograf¨ªa: Pastora Galv¨¢n. Coreograf¨ªa sole¨¢: Farru. Dise?o de iluminaci¨®n: ?scar G¨®mez de los Reyes. Agradecimientos: Matilde Coral, Manuela Carrasco, Loli Flores. Milagros Meng¨ªbar, Carmen Ledesma, Eugenia de los Reyes y Jos¨¦ Galv¨¢n.
Teatro de la Maestranza. 4 de octubre de 2014.
De Pastora Galv¨¢n hace a?os que sorprendi¨® su capacidad de transformaci¨®n, su ingenio para meterse en la piel de otros e insuflarles vida y danza. Valgan como ejemplo las coreograf¨ªas de La Francesa, estrenada en esta misma Bienal en 2006, o su absorci¨®n de la tradici¨®n, de las formas m¨¢s antiguas y familiares de Triana, que estuvieron presentes en el trabajo que llev¨® su nombre. Pero la memoria, que es sabia, se encarga de recordarnos que, en esas obras, ella ya portaba formas propias y personales, las mismas que la siguen definiendo incluso en una propuesta tan poli¨¦drica como esta que ahora presenta. Afrontar a referentes tan poderosos del baile de mujer y de Sevilla, sus propios padres incluidos, en sucesivos homenajes, se antoja reto grande y, sin duda, lo es. Como lo puede ser no ofrecer en esos tributos una simple reproducci¨®n mim¨¦tica o hacer propios los bailes de las maestras con el debido respeto.
La bailaora se viste de bata blanca para las alegr¨ªas que evocan a la primera maestra, Matilde Coral. Recurre a las formas de sus manos (¡°como palomas¡±) y esa manera de bailar elegante que solo mete los pies en el momento justo. Busca m¨¢s la curva y, con el uso de las casi perdidas casta?uelas, hace una seguiriya perfilada al modo de Loli Flores. Contin¨²a con Milagros Meng¨ªbar, para la que elige el taranto que le canta la guitarra de Pedro S¨¢nchez. Despu¨¦s se acordar¨ªa de su madre Eugenia con una ca?a, su padre figuradamente presente, en la que juega con el recurso de la cuarta pared. Todos estos cuadros se presentan casi hilvanados, sin apenas transiciones. Pastora se obliga y expone las formas m¨¢s reconocibles de las homenajeadas: unos brazos distintos aqu¨ª, otros gestos all¨¢, siempre en ese dif¨ªcil equilibrio entre la reproducci¨®n y la recreaci¨®n. M¨¢s all¨¢ del dilema, la artista se gusta meti¨¦ndose en la piel de otras, jugando, quiz¨¢s, al enga?o de un envite en el que las cartas est¨¢n descubiertas. Bailes en todo caso de formas muy perfiladas que se degustan en sucesi¨®n variante.
Los invitados suponen la ¨²nica concesi¨®n a la pausa en un espect¨¢culo que vuela ante los ojos a pesar de consumir casi dos horas. Juana Fern¨¢ndez la del Pipa hace su cante por tientos y tangos como una introducci¨®n ¨¦tnica al baile descalzo del romance, que en memoria de Carmen Ledesma, combina las formas del baile familiar con paseos de escuela. Del homenaje a Farruco se responsabiliz¨® su nieto Antonio El Farru, que con sombrero y bast¨®n, evoc¨® al abuelo con un baile de formas.... Su baile posterior por tangos ser¨ªa bien distinto. ?Un gui?o al director? Podr¨ªa ser. Entre uno y otro, Pastora evoc¨® a Manuela Carrasco, para quien hab¨ªa elegido la solea. All¨ª estaban sus brazos al cielo, su carisma perseguido en los gestos o en la forma de buscar a los cantaores o de mandar en el cuadro entero. No es Manuela, pero vali¨® el homenaje antes de que apareciera la genuina Pastora. Quiz¨¢s lo hiciera en el remate final de esa sole¨¢ en la que parece desbordarse para romper el molde y adelantar las formas de su propia buler¨ªa. A ella lleg¨® crecida, creyendo en s¨ª misma y sin complejos. Todas las maestras hab¨ªan habitado en ella, pero pareciera que su ser, por un tiempo contenido, se rebelara para expresarse sin miedo.
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