El silencio revelador de Jordi Pujol
Es sintom¨¢tico que quien conoc¨ªa Catalu?a palmo a palmo, pretenda hacernos creer que desconoc¨ªa los negocios turbios de sus hijos
Con el enigm¨¢tico comunicado del pasado 25 de julio y la comparecencia reprensiva del 26 de septiembre, el expresidente Jordi Pujol se ha desenmascarado. No solo admite haber sido un presidente que durante m¨¢s de treinta a?os posey¨® dinero en el extranjero y fue un defraudador, sino que, al parecer, tambi¨¦n contribu¨ªa o toleraba el enriquecimiento de su prole. Ahora todos conocemos, incluso aquellos que fueron sus fieles seguidores, su actitud dolosa y su fracaso como pater familias de un clan sospechoso. Pujol ha arruinado su carrera pol¨ªtica y ha pasado de tener el marchamo de gran estadista a ser considerado como uno de los presidentes menos honrados de los 129 que ha habido durante 655 a?os.
En la comparecencia de hace diez d¨ªas, a pesar de que la solicitud formal del Parlamento era que explicara su fraude fiscal y tambi¨¦n ¡°su comportamiento durante el ejercicio de la presidencia de la Generalitat¡±, Jordi Pujol evit¨® hablar de ello, no respondi¨® ni una sola de las preguntas que le formularon y abronc¨® a diestro y siniestro del arco parlamentario. Era el momento oportuno para despejar, con rotundidad, todo tipo de dudas sobre su actividad y la de su entorno, pero no lo hizo.
Quiz¨¢s no hubiera convencido a sus detractores habituales, pero es lo que anhelaban aquellos que durante a?os le secundaron y confiaron en su bonhom¨ªa. Fue un silencio revelador de un expresidente que conoc¨ªa Catalu?a palmo a palmo y que, en cambio, pretende hacernos creer que desconoc¨ªa los negocios turbios de sus hijos y de sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos. Un silencio que empa?a una trayectoria pol¨ªtica que ahora podemos reinterpretar.
Jordi Pujol empez¨® su actividad en pleno franquismo, durante los a?os 50, con el fer pa¨ªs, es decir, con la defensa como ciudadano de los rasgos que configuran la naci¨®n catalana: lengua, historia, cultura, tradiciones, econom¨ªa¡ Muchos catalanes se socializaron pol¨ªticamente con el fer pa¨ªs o luchando para recuperar la identidad nacional catalana y apoyaron solidariamente a los que fueron represaliados por ello; pero Pujol, adem¨¢s, estaba creando un poso ideol¨®gico y discursivo que utilizar¨ªa durante a?os para fortalecer v¨ªnculos, sumar adhesiones y conseguir el apoyo social necesario para encubrir sus fechor¨ªas. Mientras algunos desafiaban la dictadura con altruismo y pensando colectivamente, Pujol, al parecer, tambi¨¦n tramaba un futuro prometedor para sus ac¨®litos.
En noviembre de 1974, Pujol fund¨® un movimiento pol¨ªtico, Converg¨¨ncia Democr¨¤tica de Catalunya (CDC), y decidi¨®, en una conferencia que pronunci¨® en enero de 1975 en la escuela de negocios ESADE, iniciar la fase de fer pol¨ªtica. Para muchos la acci¨®n pol¨ªtica era motor de las demandas sociales y de la lucha contra el inmovilismo de la derecha franquista, pero Pujol, en una premonitoria simbiosis entre negocios y pol¨ªtica, quiz¨¢s presinti¨® que la actividad pol¨ªtica pod¨ªa convertirse en una plataforma id¨®nea, no solo para satisfacer sus aspiraciones ideol¨®gicas, sino tambi¨¦n para proteger y ampliar los negocios familiares. Un contraste entre la acepci¨®n m¨¢s noble de la pol¨ªtica y la m¨¢s infame, que, por cierto, han practicado hasta la saciedad los grandes partidos, PP y PSOE, que conoc¨ªan las tropel¨ªas del expresidente, las silenciaron aprovechando la facilidad de Pujol para pactar la gobernabilidad espa?ola y que ahora disimulan o, peor a¨²n, arremeten contra su antiguo compinche.
Poco m¨¢s tarde, en enero de 1976, CDC se constituy¨® como partido pol¨ªtico y en la III Asamblea, celebrada en mayo del mismo a?o, Pujol alent¨® a sus correligionarios a fer partit y crear una organizaci¨®n pol¨ªtica s¨®lida con el objetivo de contribuir a la consolidaci¨®n de la democracia. Lo que para buena parte de la militancia fue una organizaci¨®n pal de paller de promoci¨®n de la conciencia nacional, para Pujol pudo significar la consecuci¨®n del instrumento necesario para alcanzar el poder, dirigir el tr¨¢fico de influencias y favorecer a sus descendientes. Y as¨ª fue, cuatro a?os m¨¢s tarde se convirti¨® en presidente de la Generalitat de Catalu?a y durante veintitr¨¦s a?os lider¨® un gobierno que presuntamente utiliz¨® como refugio de pr¨¢cticas irregulares y de enredos familiares.
Jordi Pujol dijo que ¡°un segundo, a veces, condiciona toda una vida¡±. Es cierto, pero veintitr¨¦s a?os de presidencia de gobierno es tiempo suficiente para aclarar muchas sospechas de corrupci¨®n, frenar pr¨¢cticas ilegales, evitar que la familia se aproveche del cargo paterno y trabajar para mantener un compromiso ¨¦tico con aquellos que siempre se mostraron fieles a su persona y con el pueblo de Catalu?a. No ha sido as¨ª. Para muchos el fer pa¨ªs, fer pol¨ªtica y fer partit acab¨® en un fer negoci. Hemos asistido a un desenlace inesperado, triste y descarnado de la trayectoria de Jordi Pujol que ha ocasionado una metamorfosis radical y perniciosa de la percepci¨®n colectiva de su persona, de su ideario, de su partido y de su pa¨ªs.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB
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