La evoluci¨®n del hombre hasta Messi
El Museo del Traje acoge una retrospectiva de la moda masculina de dos d¨¦cadas
De seda y lunares. Ah¨ª est¨¢, recibiendo sin pre¨¢mbulo alguno al visitante que se interna en la exposici¨®n Man in progress (Hombre en progreso, en ingl¨¦s), que acoge hasta el 3 de noviembre el Museo del Traje. Imposible apartar la vista. El dise?o de Dolce&Gabbana que Lionel Messi escogi¨® para recibir su cuarto Bal¨®n de Oro en 2013 se ha convertido en el protagonista inevitable de la muestra.
Como reconoce uno de sus comisarios, Jos¨¦ Luis D¨ªez, la pieza cumple dos funciones. La primera, despertar la curiosidad del p¨²blico. La segunda, ejemplificar la evoluci¨®n sufrida por la moda masculina durante las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Un objetivo que es, a su vez, la finalidad ¨²ltima de esta retrospectiva orquestada para celebrar el 20? aniversario de la edici¨®n espa?ola de la revista masculina GQ. ¡°Despu¨¦s de ese traje de topos, del que todo el mundo se re¨ªa, se empez¨® a hablar por primera vez de las marcas que vest¨ªan a cada deportista en las entregas de galardones, como si se tratara de una alfombra roja. Ese traje tan criticado fue el que consigui¨® que en los diarios y medios deportivos se comenzase a hablar de moda¡±, argumenta D¨ªez, responsable de este proyecto junto a Marta Blanco, presidenta de la Asociaci¨®n de amigos del Museo del Traje.
El atuendo de Messi representa, adem¨¢s, la confirmaci¨®n de una tendencia que naci¨® en el 1994, el a?o del que parte la exposici¨®n y en el que se acu?¨® el t¨¦rmino metrosexual. En palabras de D¨ªez, ¡°fue en esta ¨¦poca, cuando los deportistas de ¨¦lite, los gladiadores del siglo XXI, los machos alfa por excelencia, comenzaron ¡ªel brit¨¢nico David Beckham a la cabeza¡ª a ir de comprar, a cuidarse, a reivindicar su derecho a la moda¡±. Una prerrogativa a la que el hombre renunci¨® en el siglo XIX con la llegada de la Revoluci¨®n Industrial y el asentamiento de la burgues¨ªa. Entonces, preocuparse por la imagen pas¨® a ser una atribuci¨®n exclusivamente femenina y no hacerlo, un signo de virilidad. ¡°Hay algunos momentos excepcionales, como los a?os setenta con el movimiento hippy, en los que en la moda masculina surge una reflexi¨®n m¨¢s arriesgada. Pero este sector ha evolucionado m¨¢s en los ¨²ltimos 20 a?os que durante los 200 anteriores¡±, asegura el comisario.
Las cuatro salas que componen la muestra pretenden ser un resumen de este proceso. El punto de partida lo marca una vitrina que condensa ¡°la esencia de lo cool en los noventa¡±: unos pantalones Dockers, una camisa de Polo Ralph Lauren, unos zapatos Pelotas de Camper, y el perfume CK One, de Calvin Klein. El final del viaje, una selecci¨®n de piezas que hablan de la conquista de la excentricidad: desde un conjunto de bermuda y chaqueta elaborado ¨ªntegramente en pit¨®n por el dise?ador espa?ol Exteberr¨ªa hasta una suerte abrigo-pomp¨®n rojo de los brit¨¢nicos Sibling.
Entre medias, una cl¨¢sica gabardina de Burberry, una falda para el hombre de Jean Paul Gaultier o una camisa de papel de Hugo Boss. ¡°No se ha producido una transformaci¨®n sino una apertura. Junto al hombre cl¨¢sico, heredero del siglo XIX, que sigue vigente nos encontramos con otros m¨¢s atrevidos, experimentales o deportivos¡±, explica D¨ªez.
Una buena met¨¢fora de esta nueva horquilla de la masculinidad es la zona dedicada a los zapatos. En ella comparten espacio unos oxford de Church's, la m¨ªtica firma brit¨¢nica fundada en 1675; unos mocasines de Tod's; un par con cordones y clavos firmados por Prada; y unos slippers completamente cubiertos de tachuelas de Christian Louboutin.
Cuatro modelos que encarnan las distintas tendencias que han ido imperando en el calzado formal a lo largo de estas dos d¨¦cadas, y que conviven perfectamente en el mercado actual. Incluso dentro de un mismo armario.
El hombre no solo ha sido, seg¨²n apunta D¨ªez, el gran olvidado por la industria textil, sino tambi¨¦n por las exposiciones dedicadas a este sector. Quiz¨¢ por eso, algunos de los dise?adores internacionales m¨¢s influyentes se han involucrado en la b¨²squeda, selecci¨®n y cesi¨®n de piezas para la muestra madrile?a. Desde Domenico Dolce a Tom Browne. ¡°La gente de Adidas se pas¨® un mes buscando por medio mundo un ejemplar del ch¨¢ndal de torero creado para ellos por Jeremy Scott¡±, recuerda el conservador.
Tambi¨¦n coleccionistas nacionales, como Felipe Salgado, han prestado parte de sus fondos.
Aunque se trata de prendas relevantes, el hecho de que sean contempor¨¢neas les resta la espectacularidad y el romanticismo del vestuario hist¨®rico. Sin embargo, en Man in progress tambi¨¦n hay sitio para los mit¨®manos y amantes de la iconograf¨ªa.
Junto al archifamoso traje de Messi, esperan impert¨¦rritos el esmoquin de Tom Ford que Daniel Creig luci¨® como James Bond en Quantum of Solance; un sombrero de Boy George dise?ado por Philip Treacey; y los zapatos de Salvatore Ferragamo que calz¨® Andy Warhol en la d¨¦cada de los sesenta. S¨ª, se salen de la l¨ªnea temporal que analiza la exposici¨®n, pero conservan a¨²n pintura verde y blanca sobre el cuero marr¨®n. Al fin y al cabo, ?no es uno el revival una de las constantes de nuestra era?
Man in Progress. Gratis. Museo del Traje de Madrid
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