?Y ahora qu¨¦?
Es tiempo de desescombrar, de devolver la dignidad a las instituciones, de enmendar errores y de trazar nuevos caminos con futuro
Ahora es tiempo de desescombrar, de devolver la dignidad a las instituciones, de enmendar errores y de trazar nuevos caminos con futuro. Hay que empezar por asuntos urgentes y esenciales como el de la creaci¨®n de empleo y la reducci¨®n de las desigualdades, sin abandonar los desaf¨ªos del envejecimiento demogr¨¢fico y la crisis ecol¨®gica. Todo ello en un contexto muy dif¨ªcil porque, como bien sabemos, en toda Europa est¨¢ costando hacerlo. No acabamos de digerir tantos cambios y, menos a¨²n, de comprender su dimensi¨®n, alcance y velocidad; que se est¨¢ produciendo una transformaci¨®n del capitalismo. Y que en esa mudanza hemos de afrontar nuevos desaf¨ªos e imaginar nuevas pol¨ªticas. Desaf¨ªos si cabe mayores para decenas de regiones, entre las que se encuentra la Comunidad Valenciana, que integran las llamadas vieja y nueva periferia europea cuyo futuro se presenta cargado de incertidumbres.
La Gran Recesi¨®n nos ha dejado m¨¢s a la intemperie. Ha evidenciado nuestras debilidades y nuestros d¨¦ficit. Quiz¨¢s el m¨¢s grave, el de nuestra enorme dificultad para crear empleo suficiente y decente. Muchos de estos problemas no tienen soluci¨®n a escala regional y ni siquiera estatal, pero las regiones tambi¨¦n tienen margen de maniobra y pueden y deben hacer mucho m¨¢s. Por supuesto, hay que a?adir a la lista el deterioro pol¨ªtico-institucional, para sopesar los retos inmediatos que nos aguardan.
Hubo un tiempo en que este era un Pa¨ªs visible y con una buena reputaci¨®n ganada a pulso gracias al trabajo de generaciones. La imagen del Pa¨ªs Valenciano se asociaba al de una sociedad emprendedora que contaba con capital social suficiente y con un modelo productivo m¨¢s equilibrado. Se nos ve¨ªa como un Pa¨ªs con capacidad para afrontar y superar, con razonable ¨¦xito, situaciones muy dif¨ªciles; un Pa¨ªs en el que el autogobierno y el ulterior ingreso en la Uni¨®n Europea ayudaron a desplegar un conjunto de iniciativas y reformas que sirvieron para avanzar en el proceso de modernizaci¨®n y de ampliaci¨®n de derechos sociales. Se trataba de ¡°equiparse¡± mejor para un nuevo tiempo.
Hoy es un Pa¨ªs humillado, que solo resulta visible en la secci¨®n de tribunales. Sin autonom¨ªa pol¨ªtica. Intervenido de facto. La derecha pol¨ªtica, hegem¨®nica durante veinte a?os, pudo haber continuado, con su leg¨ªtimo acento conservador, con el proyecto reformador y de apoyo a los sectores productivos, para proseguir con un modelo equilibrado, salvaguardando la dignidad y una acreditada reputaci¨®n. Pero optaron por un crecimiento tan desequilibrado como insostenible, sustentado en las relaciones de compadreo y en el clientelismo. Y cuando ha estallado la burbuja especulativa inmobiliaria se ha comprobado que no estamos mejor que los dem¨¢s, sino mucho peor. Aeropuertos sin aviones, ciudades de las artes insostenibles, campos de deporte inconclusos, pabellones sin inaugurar o cerrados, esqueletos de viviendas sin gr¨²as, son la triste, dram¨¢tica y quejumbrosa met¨¢fora de nuestro presente. Y ahora hemos de afrontar una situaci¨®n adversa en peores condiciones que otras muchas regiones europeas.
Tenemos una gran dificultad para crear empleo y nuestra econom¨ªa evidencia serios problemas de competitividad y productividad. Nuestra sociedad est¨¢ m¨¢s segmentada y es m¨¢s desigual, hasta el punto de que junto a un corporativismo bien anclado ya se ha consolidado el quinto vag¨®n de los trabajadores pobres, de los hogares en situaci¨®n de exclusi¨®n social y de los adolescentes con fracaso educativo. El proceso de envejecimiento de nuestra sociedad tambi¨¦n es uno de nuestros desaf¨ªos inmediatos, sin que se atisbe una pol¨ªtica para abordarlo en su complejidad y tendremos que saber vivir en sociedades crecientemente multiculturales. Nuestras prioridades ahora son econom¨ªa, empleo, reformas y m¨¢s justicia social. Y la experiencia de algunos pa¨ªses (o regiones) europeas demuestra que si se adoptan est¨ªmulos ahora y se acometen reformas, si somos capaces de anticiparnos, podemos tener modelo socioecon¨®mico sostenible.
Tenemos un reto colectivo: construir un nuevo proyecto integrador, consistente, transversal, propio, en clave de nosotros, y mirando a la aldea global. Un proyecto con capacidad para redefinir un imaginario colectivo sobre claves nuevas. Un proyecto mayoritario construido en clave afirmativa, no por negaci¨®n, sino por agregaci¨®n y sobre valores positivos. Cimentado en el orgullo de un pueblo y en su capacidad emprendedora. Un proyecto colectivo de regeneraci¨®n democr¨¢tica. Conscientes de que nos aguarda una tarea descomunal a la vista de la precaria e incierta situaci¨®n de la que partimos y de que es imperioso extirpar la mala pol¨ªtica, el clientelismo y la corrupci¨®n. Hay que erradicar fen¨®menos generalizados de ¡°captura¡± de las instituciones y de ¡°colonizaci¨®n¡± de Administraciones que lo han inundado, alterado, contaminado, degradado, pervertido y deformado casi todo. Hay que reconstruir protocolos b¨¢sicos del Estado de derecho, sistemas de control y daci¨®n de cuentas, recomponer y restaurar el funcionamiento y el buen cr¨¦dito de la funci¨®n p¨²blica y de los servidores p¨²blicos, explicando hasta la saciedad (y practicando cada d¨ªa) que la democracia electoral no es suficiente para garantizar la salud democr¨¢tica de un pa¨ªs, y recuperando la cultura pol¨ªtica de la negociaci¨®n y el acuerdo. La izquierda tendr¨¢ que proponerse y proponer una gran movilizaci¨®n contra el oportunismo y el cinismo pol¨ªtico.
En situaciones dif¨ªciles, incluso traum¨¢ticas, muchos ciudadanos manifestamos crecientes sentimientos de incertidumbre, inseguridad, temor, impotencia e indignaci¨®n a la vista de la crisis de algunos sectores productivos, de la evoluci¨®n del mercado de trabajo, de las deficiencias de los servicios p¨²blicos, de las dificultades de incorporaci¨®n de las generaciones j¨®venes al mundo laboral, de las consecuencias de los recortes sociales, o de la incapacidad de los responsables p¨²blicos para resolver problemas. Pero millones de conciudadanos demuestran cada d¨ªa que incluso en situaciones adversas son capaces de afrontar la situaci¨®n, de ser honrados y ejemplares en sus actividades y de ser capaces de adaptarse a nuevas situaciones.
La sociedad valenciana tiene una acreditada capacidad de resiliencia, de sobreponerse a los contratiempos. Dice el conocido proverbio chino que, cuando el viento sopla fuerte, mientras unos construyen muros otros se dedican a construir molinos de viento. En nuestro caso, es una buena met¨¢fora, como bien acredita, por ejemplo, el importante proceso de transformaci¨®n de sectores industriales en la Foia de Castalla: del juguete han pasado, entre otras cosas, a la producci¨®n de molinos de viento para producir energ¨ªa. Pero es mucho m¨¢s que eso: es la capacidad demostrada por colectivos, profesionales, emprendedores, trabajadores, servidores p¨²blicos, asociaciones, instituciones sin ¨¢nimo de lucro y tantos m¨¢s, para construir proyectos de transformaci¨®n ¡ªsus espec¨ªficos molinos¡ª en vez de lamentarse o refugiase en la inhibici¨®n; para seguir adelante pese al viento en contra, sea ¨¦ste en forma de recorte o de subida del IVA, de norma burocr¨¢tica, de obst¨¢culo o de falta de respeto a una carrera profesional; para crecerse ante el des¨¢nimo provocado por el desgobierno, el clientelismo, la corrupci¨®n pol¨ªtica y todos los d¨¦ficit y patolog¨ªas institucionales propios de una democracia de baja intensidad que nos acompa?an desde hace tiempo.
En condiciones adversas, con fuerte viento en contra, la sociedad valenciana ha sabido resistir, emprender, competir, exportar, dar buenos servicios incluso a veces a pesar de los gobiernos y afrontar las dificultades. Imaginemos lo que podr¨ªa ser con el viento a favor.
Joan Romero y Antonio Ari?o son profesores universitarios
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