La droga acecha en Ciutat Vella
El distrito acapara el 60% de las detenciones por venta de estupefacientes en la ciudad.
Ruido, m¨²sica, alcohol y ... El centro de Barcelona, tradicional foco del ocio nocturno en la ciudad, se ha transformado en los ¨²ltimos a?os al ritmo del boom tur¨ªstico. Discotecas, bares, restaurantes y tiendas de souvenirs constituyen un ecosistema propio que ha desplazado a buena parte de locales y comercios tradicionales. Y afuera, en las calles, nuevos actores ocupan huecos fuera de la normativa. Son los lateros, que empezaron ofreciendo ilegalmente productos legales (latas de cerveza) y que ya hace un tiempo que han dado el salto a la venta de droga.
¡°?Quer¨¦is algo? Tengo de todo¡±, susurra uno a un grupo de turistas que, la madrugada del viernes, tomaba una cerveza en la plaza George Orwell. ¡°Hach¨ªs, coca, hach¨ªs, coca¡±, insiste. Los j¨®venes r¨ªen sin prestarle mucha atenci¨®n, como acostumbrados al menudeo que les rodea. Pero, poco despu¨¦s, uno de ellos mira a su alrededor, se levanta y camina hacia el vendedor. Le da un billete y el latero se va sin apenas decir palabra. Regresa a los diez minutos y, con el pu?o cerrado, pone en la mano del turista un peque?o y arrugado bulto de pl¨¢stico.
Ciutat Vella es el distrito de Barcelona donde m¨¢s droga se vende, explica Antonio S¨¢nchez, intendente de los Mossos d¡¯Esquadra y jefe de la comisar¨ªa de La Rambla: ¡°En el primer semestre del a?o, el 60% de las detenciones por venta de estupefaciente se registr¨® aqu¨ª¡±, detalla. Las tarifas del trapicheo callejero son 20 euros por cinco gramos de hach¨ªs o 2,5 de marihuana. La coca¨ªna, seg¨²n la calidad, cuesta entre 50 y 60 euros el gramo. La pastilla de ¨¦xtasis sale a 10 euros la unidad y el gramo de cristal a 40.
Una catalana de 27 a?os cuenta que, aunque es f¨¢cil comprar droga en la calle, la calidad es mala. ¡°Puedes conseguir cosas mejores en los locales nocturnos. Hay mucha gente que vende, son j¨®venes como cualquiera de nosotros, pero no la ofrecen en las plazas¡±, a?ade tras pedir que no se publique su nombre.
La calle Escudellers es uno de los puntos calientes del trapicheo. Mucha gente camina por esta angosta v¨ªa, lo que atrae a los vendedores. Lo mismo sucede en las calles Ample y Robadors. Entre cientos de peatones, un pu?ado de personas permanecen inm¨®viles en las esquinas. All¨ª est¨¢n, atentos, noche tras noche. Son cuidadosos, miran qui¨¦n pasa y adivinan qui¨¦n busca. Un juego de miradas es suficiente para ofrecer la droga. Basta con mover un poco una ceja para dejar ver la disponibilidad de vender y tambi¨¦n la de comprar.
Pero los consumidores no son los ¨²nicos que buscan a los vendedores. La Guardia Urbana tiene identificados a muchos de ellos. Lo complicado, cuenta un agente del distrito, es cogerlos durante la transacci¨®n. ¡°Aunque t¨² sepas que uno vende droga, porque tiene antecedentes o por otros indicios, t¨² no puedes detenerlo si no lo pillas vendiendo o con droga encima¡±, asegura. ¡°Casi nunca la llevan consigo¡±, a?ade.
Una consumidora portuguesa, residente en Barcelona desde hace dos a?os, cuenta que pocas veces ha comprado sustancias a un proveedor que las llevase encima. ¡°Lo normal es que le pidas y ¨¦l vaya a buscarla, o que le acompa?es hasta un piso donde tienen todo tipo de cosas para ofrecer¡±.
Ella ha visitado estos apartamentos. Seg¨²n recuerda, uno daba miedo. ¡°Era un ambiente asqueroso. Me dejaron esperando en el sal¨®n mientras el hombre buscaba la droga en otra habitaci¨®n. Hab¨ªa colchones por todas partes y personas tumbadas que parec¨ªan drogadas¡±.
Dentro de estos pisos, falta el aire y escasean las ventanas. Nadie habla. Nadie hace m¨¢s ruido del indispensable. La sensaci¨®n de incertidumbre es escalofriante. Sin mayor infraestructura que una mesa y dos sillas, un hombre pone a la vista del cliente lo que tenga para vender. Y quiere hacerlo a toda costa. A ellos no les gusta que la gente los visite sin llevarse nada. El hombre ofrece probar la coca¨ªna. Insiste en que es buena. Limpia la mesa y sugiere que se inhale una l¨ªnea de polvo blanco. Baja el precio. Se desespera. La escena se vuelve inc¨®moda, pero nadie lo verbaliza. Solo se miran con ojos desafiantes.
La polic¨ªa trabaja en la prevenci¨®n de estos delitos desde dos ¨¢ngulos. Por un lado, 60 agentes paisanos recorren las zonas conflictivas para sorprender a los vendedores en el menudeo. Por otro, los uniformados custodian los sitios con incidencias delictivas, como la Plaza Real, las Ramblas, y determinados sitios de El Raval.
Polic¨ªas, vendedores y compradores conviven de noche en la Plaza Real
¡°Si bien trabajamos para erradicar el menudeo, lo m¨¢s importante es identificar los pisos, porque son los centros de distribuci¨®n de todas las sustancias¡±, indica el intendente. En lo que va del a?o, se detuvieron 45 personas que vend¨ªan droga desde 14 domicilios en Ciutat Vella. La ¨²ltima banda desarticulada fue el pasado 3 de octubre. Ocho personas comercializaban droga desde tres pisos, dos en Ciutat Vella y uno en Sants. En el distrito hist¨®rico se incautaron de 32 dosis de hero¨ªna, cinco gramos de coca¨ªna, jeringuillas y 7.000 euros en billetes.
El intendente destaca la ayuda que proporcionan los vecinos al denunciar las sospechas que les puedan levantar algunos pisos. Desde la entrada y salida de personas desconocidas, hasta aspectos extra?os e incluso olores. ¡°Las declaraciones de los ciudadanos pueden ser importantes en el hilo conductor de una investigaci¨®n¡±, afirma.
Las fuerzas de seguridad realizan el seguimiento del domicilio sospechado y, si encuentran indicios suficientes, presentan la investigaci¨®n en el juzgado de guardia, encargado de autorizar la entrada al piso. ¡°Si logramos combinar nuestro trabajo con la informaci¨®n que ofrecen los vecinos, conseguiremos llevar adelante investigaciones m¨¢s r¨¢pidas y completas¡±, explica Antonio Sanchez.
Son las cinco de la ma?ana y la Plaza Real sigue tan viva como a la medianoche. All¨ª est¨¢n todos. Los que compran, los que toman, los que venden y la polic¨ªa. Se miran y se cruzan, y hacen como que no se reconocen. En cuesti¨®n de horas, volver¨¢ a comenzar la partida.
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