Cu¨¦ntame una historia que termine bien
Cartas cruzadas entre un escritor ¨¢rabe y otro israel¨ª con una propuesta para aislar la violencia, incluida la simb¨®lica
Un escritor le pide a otro: ¡°Cu¨¦ntame una historia que termine bien¡±. Son dos israel¨ªes, el uno ¨¢rabe y el otro jud¨ªo. Leo sus cartas cruzadas y me hago la misma petici¨®n a m¨ª misma y a mi sombra. A eso voy. Y no una sino tres, por el precio de una. No me lo tengan en cuenta, si resulta que el final de las tres sea en realidad un final abierto. Como unos ojos abiertos que sue?an que las cosas pueden terminar bien.
Vayamos a la primera historia. El suplemento de libros de Le Monde, a trav¨¦s de su redactor Jean Birnbaum, se sinti¨® interpelado cuando el escritor arabo-hebreo Sayed Kashua anunci¨® en julio que se largaba de Israel, se iba a los Estados Unidos e igual se met¨ªa a escribir en ingl¨¦s o, incluso mejor, se olvidaba de escribir. Tal vez recuerden que le dediqu¨¦ un art¨ªculo. Birnbaum y su peri¨®dico fueron m¨¢s all¨¢. Sin que mediara raz¨®n promocional, recordaron que Kashua publica en franc¨¦s en la misma editorial que otro escritor hebreo, jud¨ªo, Etgar Keret. A trav¨¦s del editor les pidieron unas cartas cruzadas. El tema israel¨ª da para mucho, ya saben. Ya me gustar¨ªa que una iniciativa as¨ª interpelara a escritores en su propio contexto y lengua(s).
Vale la pena leerlas, las tenemos tambi¨¦n en el ¨²ltimo suplemento Domingo de este peri¨®dico. Kashua, que se muere de nostalgia en Urbana, empieza el di¨¢logo. Aunque araboparlante, no escribe en su lengua materna, fue escolarizado en hebreo y en hebreo decidi¨® publicar, no sabe escribir en ¨¢rabe, al menos hasta ahora. ¡°Y aqu¨ª me tienes, un ¨¢rabe que solo sabe escribir en hebreo, atrapado en los confines de Illinois¡±. Le ruega a Keret eso, que le cuente una historia que termine bien.
Keret se la cuenta: 2015 ha sido un a?o hist¨®rico en Oriente Medio gracias a un hallazgo asombroso de un escritor ¨¢rabe israel¨ª exiliado. En el exilio comprende el escritor que el problema de su pa¨ªs de origen es la falta de espacio, por lo que decide llevarse, bien plegadita en su maleta, la gran extensi¨®n de campos de ma¨ªz que ve desde su ventana. Tras meditarlo y escuchar las s¨®lidas razones sobre los extremistas de uno y otro lado expuestas por su esposa, que no duda en llamarle cretino, tiene un sue?o raro y a la ma?ana siguiente lo comprende. No se trata de afinar la idea de ¡°dos pueblos, dos Estados¡±, sino de proponer ¡°tres pueblos, tres Estados¡±. Israel, Palestina y el de quienes les gusta pegarse, al que llama el Estado de la Violencia es lo ?nico que Entienden. ¡°No estoy seguro de que sea una buena historia ni de que sea realmente optimista, pero he hecho todo lo que he podido¡±, se despide Keret en la primera carta.
Vidal fue una artista que del modernismo pas¨® a ser un puntal noucentista por sus trabajos con Carme Karr y Francesca Bonnemaison
Tampoco s¨¦ yo si la segunda historia que les voy a contar es optimista. Miremos por el retrovisor. En 1918 termina la Gran Guerra, esa que Barcelona vivi¨® de forma especial (nos lo contar¨¢ pronto una exposici¨®n en la Fundaci¨® Mir¨®), y en ese mismo a?o una epidemia de gripe asola gran parte de Europa. Se la llam¨® la gripe espa?ola. De ella mor¨ªa Llu?sa Vidal, pintora. Ten¨ªa 42 a?os y era una artista modernista que hab¨ªa logrado vivir de su profesi¨®n, tener clientes, exponer, publicar en buenas revistas ilustradas y, en definitiva, ser alguien en su ciudad. Hija de buena y educada familia, pertenec¨ªa a la segunda generaci¨®n del modernismo, los posmodernistas, seg¨²n les llama no sin iron¨ªa el historiador Fontbona. Lo ten¨ªa todo para pasar a la historia.
Pues no. La nueva presentaci¨®n del MNAC expone solo dos de sus obras, aunque tiene m¨¢s en sus almacenes. Estamos hablando de una artista cuyos cuadros han intentado ser vendidos alguna vez como si fueran de Casas. Ayer cerr¨® en el Museu del Modernisme Catal¨¤ una peque?a y suculenta exposici¨®n, comisariada por Consol Oltra, autora asimismo de un libro que ampl¨ªa el de la neoyorquina Marcy Rudo de hace unos a?os. Desde 1919, cuando la sala Par¨¦s le dedic¨® una exposici¨®n p¨®stuma, Barcelona no hab¨ªa acogido a Llu?sa Vidal, pero, a pesar de su inter¨¦s, esta ha sido muy peque?ita.
Vidal fue una artista que del modernismo pas¨® a ser un puntal noucentista por sus trabajos con Carme Karr y Francesca Bonnemaison. Un tr¨ªo de se?oras bien muy activo en pro de la educaci¨®n de las mujeres y de la civilizaci¨®n. ?No les gustar¨ªa saber m¨¢s de ellas y de sus obras? Marginarlas es una forma sofisticada de violencia, mucho, pues ni su poderosa clase social (perd¨®n por la antigualla l¨¦xica) las respeta.
La tercera historia es optimista, al menos en reconocimiento. El Nobel de la Paz a Malala Yousafzai y a Kailash Satyarthi pone sobre el tablero lo que nos jugamos con la educaci¨®n de ni?as y ni?os, llev¨¢ndolos a las escuelas, aboliendo su esclavitud. O no.
Violencia f¨ªsica, violencia simb¨®lica. Termino este art¨ªculo sin final feliz, lo s¨¦. Pero hay que intentarlo. Tambi¨¦n con el tema catal¨¢n, tan simb¨®lico. Tambi¨¦n con la pobreza que nos asalta, tan f¨ªsica, y de la que, como recordaba Teresa Crespo aqu¨ª mismo hace dos d¨ªas, ma?ana se celebra el d¨ªa internacional para erradicarla. Que se monte el tercer Estado de los violentos, f¨ªsicos y simb¨®licos, y que se lo hagan.
Merc¨¨ Ibarz es escritora y profesora de la UPF
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