Corrupci¨®n, conducta insostenible
Los abusos son m¨¢s habituales cuando no se producen desviaciones fuertes entre lo que hacen los que abusan y el comportamiento medio de una sociedad
Douglas C. North, (Premio Nobel de Econom¨ªa en 1993), nos ense?¨® que las instituciones, definidas como ¡°limitaciones que los humanos construimos para estructurar las interacciones entre nosotros¡± son cruciales a la hora de entender por qu¨¦ unos pa¨ªses progresan y otros no.
Estas limitaciones autoimpuestas definen la estructura de incentivos de las sociedades en general y de las econom¨ªas en particular. Son las que explican, al menos en parte, el por qu¨¦ los ciudadanos, actuando como tales y ejerciendo las tareas de trabajadores, empresarios, pol¨ªticos, consumidores, tomamos unas determinadas decisiones en lugar de otras. Por qu¨¦ unos deciden ser honrados y no defraudar, o las razones que les llevan a decidir no ser corruptos, trabajar honestamente, cumplir los contratos, en una palabra mantener un comportamiento fiable.
Las reglas, las leyes, las constituciones, son limitaciones formales. Y hay tambi¨¦n limitaciones informales como las convenciones sociales, los c¨®digos de conducta autoimpuestos, las normas de comportamiento que heredamos y que a veces vemos cambiar a lo largo de nuestra vida. En la base de todo este entramado est¨¢ el sistema de justicia, una de las instituciones b¨¢sicas de cualquier sociedad, el modelo elegido para hacer cumplir las leyes.
Pero, hay m¨¢s. La forma en que los ciudadanos de una sociedad se comportan viene condicionado tambi¨¦n por las organizaciones. Organizaciones sociales como clubs, iglesias, ONGs, organizaciones econ¨®micas (empresas, sindicatos, cooperativas, patronales), educativas (escuelas, universidades) y pol¨ªticas (ayuntamientos, organismos reguladores).
Para entender y comprender por qu¨¦ en unas sociedades existe corrupci¨®n, fraude o se produce el incumplimiento de las reglas y de las leyes, conviene observar las interrelaciones entre instituciones y organizaciones, entre las limitaciones formales y las informales. Y conviene hacerlo porque constituyen junto con el capital natural, el capital f¨ªsico y el capital humano los pilares sobre los que nos apoyamos para avanzar como sociedad y como econom¨ªa.
En esta larga crisis econ¨®mica hemos descubierto muchas cosas. La corrupci¨®n, la falta de respeto institucional, el fraude de todo tipo y, en particular, el fraude fiscal no son fen¨®menos residuales que pueden pasarse por alto. Estos comportamientos, adem¨¢s de insoportables y descorazonadores son, tambi¨¦n, insostenibles. No es posible aguantar mucho m¨¢s sabiendo lo que sabemos sin que se busquen activamente soluciones. Y no es posible porque los hechos descubiertos condicionan el bienestar de todos y, sobre todo, el bienestar de los que act¨²an dentro de las limitaciones autoimpuestas y cumplen, por tanto, con las leyes.
No se trata de tomar medidas improvisadas y de corto recorrido. Por el contrario la tarea que hay que emprender exige tener en cuenta algunas lecciones. Por ejemplo, el cumplimiento de las leyes y las normas sociales que rigen en una sociedad suelen estar muy relacionadas. No es lo mismo defraudar en un pa¨ªs de defraudadores que en un pa¨ªs donde defraudar va en contra del comportamiento mayoritario. Y esto est¨¢ comprobado y analizado en detalle.
La evidencia se?ala que los abusos son m¨¢s habituales cuando no se producen desviaciones fuertes entre lo que hacen los que abusan y el comportamiento medio de una sociedad. De ah¨ª que las leyes que no est¨¢n alineadas con las normas de conducta vigentes o que entran en conflicto con ellas, pueden no ser eficaces. Y esto, en s¨ª mismo, constituye un problema en tanto que el cambio en las normas sociales se presenta como m¨¢s costoso. Es una tarea que requiere un escenario de medio plazo, la implicaci¨®n decidida de muchos agentes sociales y pol¨ªticos y un plan de acci¨®n perfectamente elaborado.
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