El drag¨®n y el madro?o
Una nueva generaci¨®n china, ¨²nica nacionalidad que creci¨® en 2013, rompe estereotipos
¡°?C¨®mo te llamas?¡±, pregunta una adolescente con indudable descaro. ¡°Felipe¡±, contesta un joven chino bajando la m¨²sica de unos auriculares que cubren gran parte de su cr¨¢neo.
Es f¨¢cil que esta conversaci¨®n, escuchada en un vag¨®n de cercan¨ªas en Vallecas, se repita en muchos otros puntos de la ciudad. Si no con esa desverg¨¹enza, al menos con la curiosidad que ocasiona el encuentro con una persona de rasgos f¨ªsicos diferentes, como son los orientales.
La otredad, que dir¨ªa la?Wikipedia. Incluso si la persona a la que suponemos extranjera posee nacionalidad espa?ola y habla el idioma local como lengua materna, que es lo que pasa en gran medida con los chinos que viven aqu¨ª.
Porque en Madrid ya crece la segunda generaci¨®n de chinos nacidos en nuestro pa¨ªs. Y compone la ¨²nica comunidad extranjera cuyo n¨²mero creci¨® en 2013, cuando otras ya hab¨ªan huido o se hab¨ªan estancado. Este a?o se inici¨® con 185.250 habitantes chinos repartidos por el territorio nacional. 51.300 en nuestra regi¨®n, casi una cuarta parte del total. Y suponen la quinta poblaci¨®n extranjera tras las de Ruman¨ªa, Marruecos, Reino Unido y Ecuador.
Pero su forma de vivir ha cambiado. Carne de estigma, la poblaci¨®n china ha pasado de estar relegada al mostrador de un bazar o a los fogones de un restaurante a ocupar un pupitre en las escuelas, ser un compa?ero de trabajo o reunirse en asociaciones universitarias de estudiantes. El progresivo abandono del estereotipo que sobrevolaba sobre esta poblaci¨®n (tachada de desconfiada, hura?a e incapaz de integrarse) se ha producido junto al inter¨¦s hacia su lengua y, c¨®mo obviarlo, hacia su pujante econom¨ªa.
¡°Ahora no nos miran, como cuando vine con mis padres y viaj¨¢bamos por pueblos¡±, r¨ªe Kwang Cheng, taiwan¨¦s de 36 a?os que opt¨® hace ocho a?os por montar la academia de idiomas Bunkyo, al lado de la Gran V¨ªa, despu¨¦s de pasar toda la vida en Madrid. ¡°Vienen algunos chinos, pero sobre todo espa?oles. Lo hacen por curiosidad, por trabajo, para mejorar su curr¨ªculum, por amor¡¡±, enumera Cheng. ¡°Veo a las nuevas generaciones mucho m¨¢s integradas, aunque hemos pasado de extranjeros a inmigrantes, que es un estatus menor¡±, analiza quien comenz¨® con un discreto local y ya cuenta con varias aulas, una decena de profesores y grupos que rotan a lo largo del d¨ªa.
Los libros que estudian los tienen bien cerca. A unos metros se encuentra la librer¨ªa Aprende Chino Hoy, que contiene vol¨²menes en japon¨¦s, coreano o chino. ¡°La mayor diferencia es que los dos primeros idiomas los estudia gente mayor que tiene un inter¨¦s determinado, y el chino es para ni?os¡±, se?ala Javier Moreno, que lleva siete a?os empleado en esta tienda y tiene un manejo m¨¢s que fluido del mandar¨ªn tras una d¨¦cada empe?ado en descifrar sus caracteres. ¡°Es muy complicado y requiere tiempo. Muchos padres vienen con sus hijos para que lo vayan interiorizando desde peque?os¡±.
Raquel Rubio es un ejemplo. Esta madre de 40 a?os decidi¨® contratar a una asistenta china en cuanto naci¨® su hijo, hace seis. Ahora gestiona la empresa Enjoy Mandar¨ªn junto a su socia Xiaojuan Liu, de 33 a?os. ¡°Quer¨ªa que mi hijo se criara envuelto en el idioma¡±, responde. Su plan ha tenido un resultado muy satisfactorio. ¡°Mi hijo entiende todo y es pr¨¢cticamente biling¨¹e¡±, asegura la madre. Y adem¨¢s se convirti¨® en una red de ni?eras, empleadas del hogar y profesoras particulares ¡ªtodo en femenino¡ª que ya suma unas 300 personas. ¡°He notado un cambio de tendencia impresionante. Antes se dec¨ªa ¡®?Chino? Ya tengo bastante con el ingl¨¦s¡¯ y ahora se aboga por los dos¡±, explica.
Rubio tambi¨¦n matiza que la mayor¨ªa de clientes, llegados por el boca-oreja, ya hablan otra lengua extranjera como el ingl¨¦s o el franc¨¦s por su formaci¨®n o su ascendencia.?Muchos colegios ¡ªprivados en su mayor¨ªa¡ª ya ofrecen el chino entre sus actividades extraescolares. Y el n¨²mero de academias, como la ya citada, se ha multiplicado.
El acercamiento se nota en la actitud hacia el idioma, pero tambi¨¦n en las escenas cotidianas. Parques infantiles, bares de copas o centros comerciales. Aunque la coexistencia m¨¢s visible se produce en Usera (Useras, con ese, lo llaman algunos: puro cheli). En este distrito del sur, con algo menos de 140.000 habitantes censados en 2012, se concentra la mayor¨ªa de la poblaci¨®n china (un 22,4% del total de la Comunidad). Apearse en esta parada del suburbano es como trasladarse a Pek¨ªn: carteles y anuncios en chino, parejas orientales de la mano¡ Nada m¨¢s salir las aceras muestran cientos de paneles en chino. Cerca, la servidora de telefon¨ªa china You Mobile comparte un edificio empresarial con la consultora Mayeasy y con el Asador de Pollos Tokyo. Solo un trabajador esboza las suficientes palabras en espa?ol como para explicar el negocio: los clientes son familias chinas del barrio que llaman por un c¨¦ntimo el minuto a China. La oficina hace esquina con la calle Juan Espa?ol.
La biblioteca p¨²blica Jos¨¦ Hierro, por su parte, acoge un centro de estudios chinos al que acuden los residentes de esta comunidad del barrio. Elvira L¨®pez, trabajadora del turno de tarde, contabiliza los 1.177 documentos en mandar¨ªn que atesoran. Novelas, diccionarios o DVD. La gerencia se encarga de conseguirlos por medio de editoriales del pa¨ªs. Tambi¨¦n hay donaciones. El libro m¨¢s le¨ªdo, con 96 pr¨¦stamos en 11 a?os, es The wicked dragon law blows. Una aventura juvenil a lo Harry Potter, otra saga de las m¨¢s solicitadas. ¡°Les damos servicios espec¨ªficos y promovemos su cultura. Como usuarios son muy decididos, casi no consultan nada¡±, cuenta.
?Ad¨®nde van los chinos cuando mueren? es el t¨ªtulo que eligi¨® el periodista ?ngel Villarino para introducirnos en de las formas de vida y de negocios del colectivo en Espa?a. ¡°Sorprende su capacidad de prosperar. Es la ¨²nica comunidad inmigrante que ha conseguido enriquecerse de manera visible, la ¨²nica que ha tejido una red de intereses s¨®lidos con instituciones y empresarios locales¡±, escribe. Tambi¨¦n cuenta el rechazo de esta poblaci¨®n hacia el occidental y destaca c¨®mo una encuesta de la web Sohu de 2012 reflejaba que el 95% cre¨ªa que se les trataba con demasiada violencia. ¡°Hay mucha reticencia hacia el extranjero y un marcaje directo de la polic¨ªa para sacar dinero y amedrentar a todos los que han venido de fuera¡±, afirma la madrile?a Yolanda Garc¨ªa Vald¨¦s desde Pek¨ªn, donde lleva cuatro a?os estudiando y donde percibe ¡°de forma exagerada¡± el aluvi¨®n de espa?oles que se han ido para all¨¢.
Quiz¨¢s la soluci¨®n a estos prejuicios, que en Madrid se est¨¢n atenuando desde hace unos a?os gracias a la integraci¨®n de la poblaci¨®n china y al inter¨¦s hacia su lengua, pase por esa mundializaci¨®n sobre la que dan vueltas los trabajos de Dominique Wolton. ¡°Organizar la convivencia cultural es asegurar un m¨ªnimo de comprensi¨®n mutua que amortig¨¹e los efectos de la mundializaci¨®n¡±, asevera este pensador nacido en Camer¨²n. As¨ª es como se produce el entendimiento entre Felipe y la adolescente del tren. O entre las miles de personas de esta ciudad embrujadas por el gran drag¨®n.
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