Reencuentros, despedidas y confirmaciones
Madee, Polock y Nueva Vulcano despuntan en el cierre de la tercera edici¨®n del festival del Espai Rambleta
El espaldarazo del p¨²blico (1.000 personas diarias, seg¨²n la organizaci¨®n: todo el papel vendido ambos d¨ªas) a la tercera edici¨®n del Deleste qued¨® refrendado con el concurrid¨ªsimo aspecto que ofrec¨ªan ayer los tres escenarios del Espai Rambleta. Hasta el Loft del sexto piso, por fin, hirvi¨® de gente con el notable set de Marc Pi?ol, con el personal bailando al son de ese cambio horario que nos permiti¨® ara?ar una hora m¨¢s de fuelle a nuestro ya maltrecho organismo. En ocasiones, hubo incluso que hacerlo previo paso por la escalera de servicio (la ley de Murphy quiso que ambos ascensores se estropeasen a la vez durante un buen rato), pero vali¨® la pena. La competencia, a esas horas, la pon¨ªan en el escenario Jag?rmeister desde casa Los ?tomos DJs con esa selecci¨®n sui generis en la que conviven Blur, Raffaella Carr¨¤, Breeders o Sidonie, aunque lo cierto es que se impon¨ªa ya una retirada para cualquiera que hubiera asistido tambi¨¦n a la estupenda matinal que protagonizaron Me & The Bees y Red Buffalo, en medio de un ambiente familiar.
Se revel¨® este a?o como acertada la idea de cambiar la alternancia horaria entre los conciertos de los dos escenarios principales por un criterio m¨¢s racional: el tr¨¢nsito del auditorio al s¨®tano siempre revelaba intermitencias y momentos de anticl¨ªmax, as¨ª que el primero quedaba ya enteramente para la tarde y el segundo para la noche. Alberto Montero y Holzwarth abrieron fuego bien temprano, aunque el mejor momento ante el patio de butacas lo acabaron protagonizando Madee. Su reunificaci¨®n no deja de ofrecer la foto fija (quiz¨¢ ya fuera de contexto) de un momento en el que cierta escuela catalana asimil¨® pasmosamente los dictados del emocore genuino (la sombra enorme de Sunny Day Real Estate, en su caso), aunque es de ley decir que ellos, pese a alg¨²n lapsus venial, la siguen coloreando con precisi¨®n y fogosidad admirables.
Deleste Festival
Grupo de Expertos Solynieve, Nueva Vulcano, Polock, Fuckin¡¯ Bollocks, Joe La Reina, Madee, Holzwarth, Alberto Montero. Espai Rambleta. Valencia, s¨¢bado 25 de octubre de 2014
No termin¨® de calar con la misma intensidad la actuaci¨®n de los donostiarras Joe La Reina, cuyo lastre no es ya solo la impostaci¨®n expresiva de su vocalista, sino que ese envaramiento remita tan escandalosamente a la cohorte de bandas que tanto han medrado ¨²ltimamente en el panorama nacional, con Izal como ¨²ltimo exponente de tan mim¨¦tica seriaci¨®n. Su destilaci¨®n de hierbas folk fluy¨® enmara?ada y muy escasa de foco, as¨ª que quedaron muy lejos del efecto McEnroe que seguramente (dada su confesa admiraci¨®n por ellos) hubieran estado encantados de emular.
Fuckin¡¯ Bollocks, por su parte, desplegaron la bravura de su garage rock con ciertos accesos de contemporaneidad (que no actualizaci¨®n) en el que pudo haber sido su ¨²ltimo concierto. Cumplieron de sobra, porque no se les pide m¨¢s que entrega, sudor y el preceptivo derroche de decibelios. Es m¨¢s lo que se espera de bandas en trayecto ascendente como los valencianos Polock, que con conciertos como el de anoche derriban fulminantemente cualquier reserva que uno pueda albergar escud¨¢ndose en una razonable homologaci¨®n que les perfile como los Phoenix hispanos. Dosificaron inteligentemente su repertorio de synth pop diamantino, abundante en pildorazos euforizantes que son puro prozac, deparando-en suma-el mejor concierto que se les recuerda.
La clase es algo que se les presupone, en mayor medida, al curtido Grupo de Expertos Solynieve. Y el set de Jota (Los Planetas), Manu Ferr¨®n y los suyos obedeci¨® punto por punto, por temperamento propio y cadencia, al car¨¢cter meridional de su perfil folk rock (a veces parece ralent¨ª, otras indolencia), implicado en la lectura de nuestro presente y apuntalado en el ardor de La Reina de Inglaterra, con peque?o cameo vocal de Miquel ?ngel Landete (Senior i El Cor Brutal) incluido.
El galv¨¢nico broche lo puso ese power trio de efectos demoledores que forman Nueva Vulcano. Arracimados en un palmo de escenario y con su parroquia al borde del paroxismo, exhibieron la mayor comuni¨®n p¨²blico-banda de todo el fin de semana. Sus breves sarpullidos mel¨®dicos, despachados con contundencia herc¨²lea, tienen esos contornos de himnos instant¨¢neos que seguramente ayuden a entender su contagio entre toda una generaci¨®n de fans. Quiz¨¢ el imborrable recuerdo de los arrolladores Aina (su precedente necesario) nos pese a¨²n demasiado como para poder asimilar el fen¨®meno en toda su dimensi¨®n y sin reserva alguna. Y no nos gustar¨ªa que la matizaci¨®n se encaje como un alarde de cebolletismo, en modo alguno: al fin y al cabo, cuando hablamos de m¨²sica pop hablamos tambi¨¦n de sensaciones, y estas son tan intransferibles que ning¨²n relato les termina de hacer justicia. As¨ª que an¨®tenlo en el debe del cronista.
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