Pasar a la acci¨®n
La expresi¨®n m¨¢s clara de la divisi¨®n entre las ¨¦lites pol¨ªticas tradicionales y la ciudadan¨ªa es Podemos
Estamos llegando a un punto en el que la acumulaci¨®n de factores que indican cambio de ¨¦poca y cambio de ciclo pol¨ªtico est¨¢n cercanos a producir saturaci¨®n. La divisi¨®n entre las ¨¦lites pol¨ªticas tradicionales (y sus conexiones y complicidades con las ¨¦lites econ¨®micas) y el conjunto de la ciudadan¨ªa ha alcanzado m¨¢ximos hist¨®ricos en democracia. En Espa?a, la expresi¨®n m¨¢s clara es el ascenso irresistible de Podemos, que est¨¢ en condiciones de disputar ya el gobierno al bipartidismo hegem¨®nico desde 1977. Nunca el PP y el PSOE hab¨ªan estado tan abajo en perspectivas de voto. La crisis, iniciada en el 2007, tuvo en el 15M la expresi¨®n m¨¢s clara de que algo importante se hab¨ªa roto. Sectores importantes de la juventud, con significativos recursos cognitivos y con capacidad elevada del uso de las redes digitales, entendieron que su futuro estaba totalmente en cuesti¨®n, y que las ¨¦lites gobernantes, no solo no estaban dispuestas a cambiar, sino que iban a dificultar todo lo que pudieran cualquier atisbo de transformaci¨®n que condujera a reducir la creciente desigualdad y la precarizaci¨®n generalizada de las condiciones de vida.
Desde entonces, y de manera transversal, han sido muchos los que han ido comprobando que los chicos y chicas del 15M ten¨ªan raz¨®n. Nos hemos ido empobreciendo todos. Las cosas han ido a peor. Nos dec¨ªan que si aplic¨¢bamos unas pol¨ªticas que estaban en las ant¨ªpodas de lo que nos hab¨ªan prometido en la transici¨®n y que nos estaban permitiendo recuperar el tiempo perdido en el franquismo, al final las cosas volver¨ªan a funcionar como antes. Nos ped¨ªan que hici¨¦ramos acto de contrici¨®n por nuestra frivolidad en el gasto, pero hemos comprobado que su nivel de caradura era y sigue siendo inconmensurable. Hemos sido obedientes hasta la exasperaci¨®n en las pol¨ªticas de austeridad. Pero, han ido pasando meses, a?os, y a pesar de que dicen que las cosas mejoran, lo que sabemos es que ha aumentado la desigualdad y que las promesas no se han cumplido. Y cada d¨ªa comprobamos que el conchabeo y los enjuagues entre un buen n¨²mero de pol¨ªticos significativos y buscadores de renta han sido constantes. Ya no es un problema solo de izquierdas y de derechas, es un tema de defensa de la ciudadan¨ªa ante unas ¨¦lites blindadas.
En Catalu?a, todo ello es aplicable en sus dosis correspondientes y con algunas diferencias de estilo. Pero aqu¨ª, el escenario general se ha visto afectado de manera nuclear por la imposibilidad de seguir negando la existencia de un sujeto pol¨ªtico con ra¨ªces propias y con voluntad soberana, como era y es una gran mayor¨ªa del pueblo catal¨¢n que reclamaba y reclama reconocimiento y dignidad. Aqu¨ª, por tanto, los problemas derivados de la crisis institucional, econ¨®mica y generacional se han visto cruzados por la esperanza que proporcionaba la posibilidad de reconstrucci¨®n pol¨ªtica plasmada en el derecho a decidir. La crisis generalizada de la democracia espa?ola se ha le¨ªdo aqu¨ª en clave de oportunidad de regeneraci¨®n democr¨¢tica nacional catalana. E, inteligentemente, buena parte de las ¨¦lites econ¨®micas y pol¨ªticas catalanas, absolutamente c¨®mplices de lo que ha sucedido y de las pol¨ªticas aplicadas en toda Espa?a, han tratado de camuflarse y resituarse en esa perspectiva amplia, que resultaba movilizadora y esperanzadora. Los espacios se han ido haciendo m¨¢s y m¨¢s estrechos para CiU y los sectores financieros tradicionalmente conectados con el poder convergente. Ya que, si bien entienden que aqu¨ª la crudeza del enfrentamiento entre ¨¦lites y ciudadan¨ªa est¨¢ atemperado por el proceso de la consulta y ello les da m¨¢s aire, no est¨¢n del todo seguros de c¨®mo acabar¨¢ la cosa. Es asimismo cierto que los nuevos sujetos pol¨ªticos que han ido emergiendo en Espa?a, como Podemos, tienen aqu¨ª m¨¢s dificultad para encontrar sus espacios. Se fortalece pues la idea de dos tableros de juego con componentes peculiares y diferenciados.
Llegamos pues a la fase cr¨ªtica. La fuerza social que acompa?a e impulsa el proceso de la consulta empuja para convertir el nuevo 9N en un punto y aparte que no permita retrocesos. El gobierno, y las ¨¦lites que representa, hacen como que s¨ª, pero son conscientes que los espacios para desplegar nuevas astucias y mantener el control y el liderazgo apenas existen. Las otras fuerzas pol¨ªticas favorables al proceso tratan de mantener la fr¨¢gil unidad, conscientes que cualquier escisi¨®n a destiempo puede ser duramente penalizada. Todos piensan ya en el d¨ªa despu¨¦s. Definitivamente, toca pasar a la acci¨®n. Y ello solo puede concretarse en un periodo constituyente, tr¨¢mite unas elecciones en las que inevitablemente se mezclar¨¢n todos los componentes mencionados, tanto los propios de Catalu?a, como los que forman parte del escenario espa?ol y europeo. No hay espacio para simplificaciones plebiscitarias.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica e investigador del IGOP de la Universitat Aut¨°noma de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.