¡®Molt honorables¡¯ m¨¢s que dudosos
Parece una maldici¨®n, pero, con tan solo una salvedad, ninguno de los presidentes de la Generalitat ha saldado su mandato sin serios reproches
Parece una maldici¨®n, pero, con tan solo una salvedad, ninguno de los presidentes de la Generalitat ha saldado su mandato sin serios reproches. La conclusi¨®n se desprende de la peripecia protagonizada por Jos¨¦ Luis Olivas, quien, como se recordar¨¢, fue molt honorable durante unos meses, entre 2002 y 2003, y despu¨¦s agraciado con la presidencia de Bancaja. Ten¨ªamos la impresi¨®n de que este abogado, originario de Montilla del Palancar, hab¨ªa desarrollado una intensa carrera pol¨ªtica que pudo culminar ¨Ctal como columbr¨® en cierto momento de lucidez- con una confortable acta de eurodiputado. Sin embargo, cedi¨® a la tentaci¨®n del poder y ahora se encuentra empapelado por un presunto delito de fraude fiscal a ra¨ªz de unos asimismo presuntos favores crediticios a la familia Cotino por los que pudo percibir m¨¢s de medio mill¨®n de euros. La Justicia dir¨¢.
El episodio nos incita a evocar el infortunio, en forma de mediocridad o delirio, que ha subrayado la gesti¨®n de los titulares del Palau de la Generalitat. Empezando por el socialista Joan Lerma (1983-1995), que liquid¨® sus tres mandatos sin esc¨¢ndalos ni despilfarros homologables con los que despu¨¦s han acaecido. La modestia pudo ser su lema her¨¢ldico. Una modestia veteada de pobreza de esp¨ªritu que le constri?¨® a ejercer como un gobernador civil, seg¨²n un agudo observador, o como sacrist¨¢n de ese agrio y poderoso pol¨ªtico que ha sido Alfonso Guerra, que tan mal nos ha comprendido a los valencianos. La creaci¨®n de RTVV pudo ser un m¨¦rito estelar de este honorable que ¨¦l mismo desvaloriz¨® al amparar la ramploner¨ªa y la manipulaci¨®n con que molde¨® este medio desde su alumbramiento. Una pena.
Eduardo Zaplana (1995-2002), que le sucedi¨®, fue un president ex¨®tico que sacudi¨® la somnolencia pol¨ªtica en la que nos hab¨ªa sumido el PSPV. Lleg¨® a Valencia con el pantal¨®n por las tetillas y tanta ambici¨®n pol¨ªtica como hambre afligi¨® a Carpanta. Acab¨® visti¨¦ndose en Londres. Debimos parecerle unos paletos. Con ¨¦l se emprendi¨® la desmesura de los grandes proyectos y procedi¨® al control partidario de las Cajas. El medro y la corrupci¨®n dieron sus primeras se?ales de alarma. Pero lo m¨¢s mortificante fue que concibi¨® la Comunidad como un mero trampol¨ªn para saltar a m¨¢s altos destinos personales, o sea, Madrid, donde recal¨®, abandonando su segunda legislatura antes de concluir. Nunca aprendi¨® la lengua del pa¨ªs, ni falta que le hizo, ni se sacudi¨® la sospecha que le sigue como una estela.
Y en esas lleg¨® el mentado Olivas, como tr¨¢nsito al mandato de Francisco Camps (2002-2012), con quien las megaloman¨ªas e incipientes despilfarros alcanzaron su paroxismo. Un verdadero caso de prodigalidad e inepcia. Y tambi¨¦n de arrogancia ¨Ce ignorancia- al creer que con sus derroches situaba el Pa¨ªs Valenciano en el mapa.
Tuvo la desventura de tropezar con la crisis econ¨®mica, que ¨¦l agrav¨® con su estupidez. Fue juzgado por cohecho pasivo y absuelto por un pintoresco jurado. Pero le cost¨® la poltrona. Hoy es, afortunadamente, un cad¨¢ver pol¨ªtico. Le relev¨® Alberto Fabra y tiempo habr¨¢ para valorar su gesti¨®n.
El colof¨®n ¨Cy la salvedad arriba citada- ha de ser para el primer presidente del Consell (1978-79), el socialista Jos¨¦ Luis Albi?ana, que se dej¨® la piel luchando para que el Estatuto de Autonom¨ªa se promulgase con las m¨¢ximas competencias. Su denuedo fue ins¨®lito y merece el reconocimiento p¨²blico que no ha tenido. ?Pa¨ªs!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.