Rajoy, ?el blando?
Las ¨¦lites extractivas que viven del Estado y lo gobiernan menosprecian la idea de que haya vida inteligente fuera de ¨¦l
Pues, para ser un simple acto de propaganda, una farsa orquestada por un cad¨¢ver pol¨ªtico, ?menuda reacci¨®n, la del espa?olismo intra y extragubernamental! Si, seg¨²n sostuvieron tantos opinadores y analistas, lo del 9 de noviembre en Catalu?a iba a ser una parodia, un fracaso, una mascarada, una payasada promovida por el clown en jefe Artur Mas in articulo mortis,casi a t¨ªtulo de epitafio, entonces lo coherente habr¨ªa sido echar unas risas a expensas de tan grotesca liturgia seudoelectoral, cantarle los responsos al presidente de la Generalitat y, con gesto desde?oso, pasar p¨¢gina.
Pero no, bien al contrario. Ahora resulta que quienes participaron en el 9-N catal¨¢n lo hicieron para ¡°humillar al Estado¡±. Que lo sucedido el pasado domingo fue, por encima de un ¡°voto torticero¡±, un ¡°desaf¨ªo¡±, un ¡°acto de sedici¨®n¡±, un ¡°masivo acto prohibido¡±. Que ¡°la ley ha sido doblegada¡± y Catalu?a es ya un remedo del Salvaje Oeste, una tierra sin normas ni autoridad. Que acabamos de vivir ¡ªag¨¢rrense bien¡ª ¡°la peor tragedia de Espa?a desde la Guerra Civil¡± (sic). ?Los miles de fusilados por el franquismo vencedor? ?El terrorismo de ETA? ?Las bombas en los trenes de Atocha? Bah, nimiedades por comparaci¨®n con el nefando crimen de que 2,3 millones de ciudadanos introdujesen otras tantas papeletas en unas urnas de cart¨®n.
?Qu¨¦ ha sucedido, que explique este espectacular giro discursivo? Perm¨ªtanme un ensayo de interpretaci¨®n personal. Las ¨¦lites extractivas que viven sobre y a expensas del Estado y que gobiernan Espa?a desde tiempo inmemorial tienen, como es l¨®gico, una fe ciega en ese Estado que parasitan, y un desconocimiento y un menosprecio absolutos ante la idea de que pueda existir vida inteligente fuera de ¨¦l, alguna forma de ¡°sociedad civil¡± aut¨®noma, no controlada ni teledirigida desde el poder.
La realidad no se ajust¨® a este guion; y, desde el domingo por la noche, aquellas ¨¦lites se sienten cuestionadas, humilladas?
Por consiguiente, esas ¨¦lites creyeron que bastaba con que los aparatos estatales ¡ªAbogac¨ªa del Estado, Consejo de Ministros, Consejo de Estado, Tribunal Constitucional¡ª intimidasen al v¨¦rtice institucional catal¨¢n, todo lo m¨¢s al funcionariado ¡ªrecuerden la insistencia tanto de S¨¢enz de Santamar¨ªa como de Gonz¨¢lez Pons en meter miedo a los funcionarios¡ª para que el 9-N quedase desbaratado o minimizado. ?40.000 voluntarios? Gente presionada laboralmente, que se echar¨ªa para atr¨¢s bajo una presi¨®n mayor.
Sin embargo, la realidad no se ajust¨® a este guion; y, desde el domingo por la noche, aquellas ¨¦lites se sienten cuestionadas, humilladas en su sempiterna autoridad, lo cual las ha puesto furiosas y sedientas de venganza. En consecuencia, sus facciones m¨¢s extremas dentro y fuera del PP se lanzaron a acusar al Ejecutivo de Rajoy de laxitud, de inacci¨®n, de acomplejamiento, de cobard¨ªa: los mensajes de la diputada ?lvarez de Toledo, las descalificaciones que la plataforma Libres e Iguales dispar¨® hacia La Moncloa, las querellas en marcha de UPyD y Vox contra el presidente del Gobierno...
En medio de este fragor, y bajo el fuego de los sarcasmos de Ciutadans ¡ªque ha llegado a insinuar un pacto secreto Rajoy-CiU¡ª, la posici¨®n del PP de Catalu?a ha vuelto a evidenciarse imposible. Sea usted la esforzada comandante de la polic¨ªa ind¨ªgena, convenza cada d¨ªa a sus abnegados askaris de que la ¡°consulta ilegal¡± no se celebrar¨¢; y, cuando llega el 9-N, encu¨¦ntrese con que el alto mando metropolitano ordena inhibirse, mientras millones de personas se movilizan papeleta en ristre... Se entiende, a partir del lunes, la desesperaci¨®n de la se?ora S¨¢nchez-Camacho erigi¨¦ndose en portavoz esp¨²rea de la Fiscal¨ªa General del Estado y anunciando querellas a diestro y siniestro. Pero, querida Alicia, nadie dijo nunca que fuese f¨¢cil encabezar la sucursal catalana de la derecha espa?ola.
El visceral cabreo del establishment estatal le hace incurrir en contradicciones flagrantes. ?C¨®mo puede ser que el risible simulacro del 9-N se haya convertido de repente (para Santiago Abascal, presidente de Vox y exdiputado del PP) en un amenazador ¡°refer¨¦ndum secesionista?¡±. Si, escrutinio en mano, el independentismo se ha evidenciado tan minoritario como sostienen muy sesudos analistas, ?no deber¨ªa el unionismo estar descorchando champ¨¢n para celebrarlo, en vez de promover o exigir querellas desde el despecho? Y lo peor es que ni siquiera pueden anhelar el regreso salv¨ªfico de Aznar: con la mitad de su c¨²pula partidaria y gubernamental en la c¨¢rcel, procesada o imputada, el a¨²n alcalde consorte de Madrid no est¨¢ para salvar gran cosa.
Pero volvamos al n¨²cleo de la cuesti¨®n. De acuerdo, Rajoy no ha mostrado hasta la fecha ning¨²n plan pol¨ªtico para Catalu?a. ?Cu¨¢l es, sin embargo, el plan de quienes lo tachan de blandengue? Tras no haber impedido la movilizaci¨®n del domingo por la fuerza policial, ?procesar e inhabilitar a Artur Mas? ?Suspender la autonom¨ªa? ?Desplegar al Ej¨¦rcito espa?ol en la plaza de Sant Jaume? En la primera hip¨®tesis, erigir¨ªan a Mas en un l¨ªder-m¨¢rtir imbatible, incluso si tuviese que concurrir a las urnas por persona(s) interpuesta(s). Los dos ¨²ltimos escenarios convertir¨ªan las municipales y las generales del a?o pr¨®ximo en sendos, imparables y clamorosos referendos por la independencia. Ellos ver¨¢n lo que les conviene.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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