El triunfo de la fama
Enrique Iglesias defendi¨® sus limitaciones ante un p¨²blico entusiasta en Barcelona
El ambiente era singular, una mezcla ?imposible? Supongamos un tri¨¢ngulo con Pedralbes en un v¨¦rtice, Ciutat Badia en otro y el Marem¨¢gnum un s¨¢bado noche en el tercero. La intersecci¨®n de los tres ambientes se cit¨® en la noche de ayer en el Palau Sant Jordi que en su formato "esto lo llenamos por decreto"; es decir telones restando espacio y sillas en la pista, alcanz¨® las 12.000 personas. Y es que el Sant Jordi comienza a ser como una noche electoral, todos ganan, todos llenan previo arrimo al ascua de su sardina. A¨²n con todo la capacidad de convocatoria de Enrique Iglesias no es nada despreciable, hab¨ªa al menos tantas personas como chistes se han hecho sobre su persona, que antes del inicio del concierto y en forma de publicidad promocionaba colonia ¡ªbajo su demoledor efecto una morena estupenda pon¨ªa cara de boba¡ª y ron ¡ªal parecer si lo bebes apareces en un yate justo bajo un sombrero blanco y un acantilado¡ª. Por si hab¨ªa duda sobre uno de los ganchos del protagonista de los anuncios, un cartel luminoso sobre el escenario indicaba Sex And Love,un binomio no particularmente original pero siempre efectivo, en especial para guapos, famosos y pijos.
Mientras una joven vestida de blanco y de largo cruzaba la platea, Enrique retrasaba el inicio de su concierto. Quiz¨¢s segu¨ªa la cola fuera, en el punto donde los adultos firmaban haci¨¦ndose responsables de introducir a menores de 16 a?os en el local. Deb¨ªa ser inquietante tal carga. Por fin, cuando eran las 21:30h, con puntual media hora de retraso, se inici¨® el show. El p¨²blico abandon¨® las sillas de pista y se arremolin¨® en los laterales del provocador que partiendo del escenario entraba en la platea. Unos operarios convencieron a los fans de abandonar el lugar, y los minutos siguieron discurriendo sin que Enrique hiciese acto de presencia, todo y que parte de las luces del recinto se hab¨ªan apagado.
Por fin, a las 21:45 la banda hizo mucho ruido y Enrique brot¨® en el centro del escenario; gorra, camiseta lila, pantalones informales y calzoncillos blancos, al menos el ribete. Son¨® I'm a freak, una confesi¨®n que suena inexacta, para enlazarla con I like how it feels y seguir con Finally found you, tambi¨¦n a todo trapo. Aqu¨ª grit¨® un ¡°?venga!¡± un poco desvalido, tono Iglesias padre, que pese a todo estremeci¨® al p¨²blico, que enloqueci¨® cuando Enrique, secundado en la voz por una coral rusa m¨¢s enlatada que el chatka, camin¨® por el provocador acerc¨¢ndose a la rugiente masa. Un punteo de guitarra apoyado por un ¨®rgano baj¨® el tono, que luego repunt¨® con No me digas que no, primera pieza cantada en castellano. La bola ya rodaba.
La voz del cantante emerg¨ªa del estruendo como un periscopio de submarino
Un gui?o flamenco introdujo el celeb¨¦rrimo Bailamos ¡ªpronunciado "bailam¨®s" por eso de la m¨¦trica¡ª y la t¨®nica sigui¨®: un estruendo de mil after hours a deg¨¹ello sepultando la tenue voz ultra ecualizada de Enrique, que emerg¨ªa de la barah¨²nda de vez en cuando, como el periscopio de un submarino. Ya en el escenario situado en mitad de la platea lleg¨® el momento balada con El perdedor y luego el instante "que artista m¨¢s estupenda conoc¨ª en Las Vegas", cantando con India Mart¨ªnez El loco. La situaci¨®n "dejad que los fans se acerquen a m¨ª" se verific¨® con uno de ellos acompa?¨¢ndole en Cuando me enamoro desafinando algo m¨¢s que Enrique. Y as¨ª hasta el final, pero ya con camiseta blanca, versi¨®n deconstruida de La chica de ayer y los ¨¦xitos Hero y Bailando. Cerr¨® con I like it? hora y media de show. Un espect¨¢culo inenarrable. Lo mejor del pop es, sin duda, su p¨²blico.
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