Federalismo, secesi¨®n y libertad
Muchas veces nos hacen creer que todos los problemas que tiene una autonom¨ªa se derivan de un ¨²nico macro-problema, de que carecemos de un Estado
En su libro La democracia en Am¨¦rica, Tocqueville propone un modelo para evitar que el igualitarismo propio de las sociedades avanzadas no acabe con la libertad individual: el pluralismo pol¨ªtico y social.
En esencia, el pluralismo social implicaba la necesidad de que surgieran multitud de asociaciones espont¨¢neas con prop¨®sitos diversos (econ¨®micos, religiosos, cient¨ªficos¡) y con un alto grado de autonom¨ªa y sin depender del Estado. Estas asociaciones actuar¨ªan como una suerte de capa intermedia o colch¨®n que proteger¨ªa al individuo frente a las injerencias estatales y las tendencias homogeneizadoras propias de toda sociedad avanzada. Para lograr esto era necesario todo un programa de acci¨®n pol¨ªtica: hab¨ªa que concienciar al ciudadano sobre la necesidad de no buscar la dependencia del Estado, inculcarle esta filosof¨ªa de cooperaci¨®n y colaboraci¨®n con otros individuos a trav¨¦s de la educaci¨®n y, adem¨¢s, que unas ¨¦lites sociales predicasen con el ejemplo. El pluralismo social, que era a su juicio el m¨¢s importante, se complementaba con el pluralismo pol¨ªtico, que consist¨ªa en el federalismo y la descentralizaci¨®n.
El federalismo es uno de esos conceptos que, al igual que la libertad o la justicia, puede servir para defender posiciones totalmente antag¨®nicas. El federalismo es una forma de distribuir el poder, pero es tambi¨¦n una filosof¨ªa.
En cuanto a lo primero, aunque hay tantos federalismos como Estados federales, s¨ª que es posible aislar un m¨ªnimo institucional b¨¢sico: entidades de base territorial con competencias legislativas y de direcci¨®n pol¨ªtica propias, una participaci¨®n de estas entidades en el proceso legislativo federal (ej. Senado) y en la aplicaci¨®n de las normas federales, un reparto de recursos acorde con el reparto de competencias, una garant¨ªa de que esta estructura no va a ser alterada por ley ordinaria y un sistema de resoluci¨®n de conflictos que sea jurisdiccional (y no pol¨ªtico).
En Espa?a se suele apelar ¨²ltimamente a la necesidad de ¡°federalizar¡± el pa¨ªs para acabar con las reclamaciones de independencia, m¨¢s o menos expl¨ªcitas, de distintas comunidades. Los defensores de esta postura parece que estar¨ªan argumentando la necesidad de transferir m¨¢s competencias a las CCAA. Esta posici¨®n no suele ser criticada por los defensores de operar la secesi¨®n de un determinado territorio porque ver¨ªan en ella una situaci¨®n transitoria en su camino hacia la independencia definitiva. Es decir, se aceptar¨ªa ir asumiendo cada vez m¨¢s competencias hasta que llegue el momento pol¨ªticamente oportuno para dar el sato definitivo a la independencia. Esto es contrario a la filosof¨ªa del federalismo, que pretende compatibilizar la unidad con la diversidad, apela al di¨¢logo constante entre los distintos niveles de gobierno y a la lealtad mutua.
Muchas veces nos hacen creer que todos los problemas que tiene la sociedad se derivan de un ¨²nico macro-problema. Es decir, todos los problemas (sociales, econ¨®micos e incluso personales) que tenemos en la Comunidad X se derivan de que carecemos de Estado. Somos una comunidad pol¨ªtica incompleta. Cuando seamos Estado, todos los problemas desaparecer¨¢n.
En el fondo, esta tesis (la necesidad de independizarse para resolver ¡°nuestros¡± problemas), es de lo m¨¢s centralista. Sigue creyendo que el Estado es todo-poderoso, que el Estado (otro, uno nuevo, el nuestro), solucionar¨¢ todos nuestros problemas. El modelo que propone Tocqueville, sin embargo, hace hincapi¨¦ en la necesidad de educar en la autonom¨ªa al individuo, que afronte sus problemas, que sea capaz de acometer proyectos con otros ciudadanos sin la injerencia del Estado. Ojo, esto no quiere decir ni mucho menos, renunciar al Estado social, al contrario. Lo que pretende, precisamente, es educar a ciudadanos libres, responsables y comprometidos con la sociedad y los problemas que les rodean. Ciudadanos, en definitiva, que no se dejen controlar por el Estado. Ni por ¨¦ste, ni por otro.
Luis Gordillo Profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Deusto
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