Pacto con el diablo

Con toda seguridad el joven John Mayall hizo alguna visita nocturna al cruce de las carreteras 61 y 49 en Clarksdale, en el estado norteamericano de Mississippi. All¨ª el diablo pact¨® con Robert Johnson y cambi¨® la historia de todo el blues posterior. Seguro que a?os despu¨¦s hizo alg¨²n trato tambi¨¦n con ese ingl¨¦s flacucho que tocaba el blues como si hubiera nacido en el Mississippi.

John Mayall, a punto de cumplir los 81 a?os, conserva intacta la fuerza y la energ¨ªa de cuando era un joven ingl¨¦s flacucho. Energ¨ªa desbordante y fuerza arrolladora como para servir noventa minutos del blues m¨¢s contundente y contagioso sin aparentar el m¨ªnimo cansancio, al contario: repartiendo la ilusi¨®n del principiante, del que sabe que todav¨ªa tienen cosas por decir. Al acabar su concierto, justo cuando los primeros asistentes llegaban a la puerta de salida, all¨ª estaba ¨¦l para saludar, firmar aut¨®grafos y vender discos.

Fue un concierto redondo, cagado del mejor blues y Mayall supo admin¨ªstralo de forma inmejorable. Nunca fue un extraordinario cantante as¨ª que su voz tampoco se ha resentido mucho y sigue sonando convincente. Reparti¨® su tiempo entre el teclado y unos lacerantes toques de arm¨®nica. Secundado por el tr¨ªo que le acompa?a desde 2009 Mayall revis¨® algunos grandes nombres como J.B. Lenoir, Albert King o Freddie King e incluso juguete¨® con el Early in the morning de Louis Jordan. A su lado el guitarrista Rocky Athas mantuvo en alto la leyenda de que a Mayall siempre le han acompa?ado grandes guitarristas, de su Les Paul dorada surgieron los momentos m¨¢s calientes de la velada. Un concierto con un ritmo imparable, todas las cabezas del personal se mov¨ªan, que reparti¨® optimismo y buen rollo.