¡°Solo las religiones curtidas en la libertad toleran bien la democracia¡±
La fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel picotea en la Historia durante una hora para esbozar las tensiones entre pol¨ªtica y religi¨®n. No es demasiado optimista en que vayan a menos
La virtud de un profesor no recae solamente en ser sabio, sino en la capacidad de transmitir esa sabidur¨ªa a otros. La fil¨®sofa Amelia Valc¨¢rcel dio una muestra este jueves en el espacio de reflexi¨®n Claustre Obert de c¨®mo se tiene a un auditorio ¡ªadulto y mayoritariamente femenino, en este caso¡ª pendiente de un hilo conductor, de unos fogonazos que repasaron toda la Historia de la Humanidad, y que intentaron esbozar la tensa relaci¨®n entre "?tica, religi¨®n y democracia". Este boceto de conclusi¨®n ¡ªla limitaci¨®n temporal, una hora, no permiti¨® ir m¨¢s all¨¢¡ª es que las fricciones entre religi¨®n y democracia solo pueden disminuir en la medida en que la primera se vea, precisamente, sometida al "yunque de la libertad" que representa la otra. Dios, con sus r¨ªgidas manifestaciones, debe ser domesticado en un debate ¨¦tico abierto a la raz¨®n para que la democracia pueda darse. Algo que, en opini¨®n de Valc¨¢rcel, todav¨ªa est¨¢ lejos de ocurrir en muchas partes del mundo.
Lo primero en la conferencia ¡ªuna clase magistral en la que la reputada pensadora no parec¨ªa tener notas que consultar, m¨¢s all¨¢ de tres ep¨ªgrafes¡ª fue dejar claro el papel protagonista que la fe sigue jugando en el devenir pol¨ªtico del mundo de hoy, contra lo que muchos pensaban que ocurrir¨ªa hace 30 o 40 a?os. Una pretensi¨®n, (aquella de que "en adelante, de la religi¨®n no cabr¨ªa m¨¢s esperar un relato contundente para la l¨®gica pol¨ªtica") de la que nos han alejado acontecimientos como la Guerra de los Balcanes en los noventa ¡ªque no fue ¨¦tnica, sino religiosa, puntualiz¨® la acad¨¦mica¡ª y, m¨¢s recientemente, la lucha entre un aut¨¦ntico Califato moderno y los debilitados estados de Irak y Siria en Oriente Pr¨®ximo. Dios ha recuperado las riendas. O, m¨¢s bien, nunca las perdi¨®.
A partir, de ah¨ª, Valc¨¢rcel hizo girar su discurso alrededor de las fricciones entre filosof¨ªa y religi¨®n. Que siempre han sido numerosas, y una se?a de ello, seg¨²n la pensadora, es la cantidad de autores que han pretendido lo contrario.
Una lucha lenta por el pensamiento libre
Valc¨¢rcel aludi¨® a los primeros intentos por entender la cuesti¨®n religiosa de la etapa imperial romana. Aquellos precursores de la civilizaci¨®n moderna intentaban englobar las distintas creencias mediante la superposici¨®n o la asimilaci¨®n, buscando rasgos comunes. Vieron que todos los pueblos ten¨ªan dioses, y buscaron los puntos de uni¨®n entre los de unos y los otros, que siempre los ha habido.
De esa asimilaci¨®n de los credos propios y ajenos de la Roma imperial, Valc¨¢rcel dio el salto al que ella percibe como uno de los hitos claves para entender la paulatina separaci¨®n entre las cosas del cielo y las de la tierra: Voltaire. La pensadora no oculta su afinidad con el franc¨¦s, ¡ª"me cae simp¨¢tico, porque lo es"¡ª. Lo utiliz¨® en este caso para ilustrar el de¨ªsmo: la primera vez en mucho tiempo que los fil¨®sofos se permit¨ªan cuestionar el hecho religioso en Occidente. Desde luego, no se puso en duda la existencia de Dios (lo que, en el Siglo XVIII, era una efectiva manera de acabar en la hoguera), sino el sentido de las pr¨¢cticas religiosas. Una l¨ªnea que, decenios m¨¢s tarde, permitir¨ªa preguntarse qu¨¦ sentido tiene, por ejemplo, reunirse una vez a la semana para practicar unos cultos que ten¨ªan sentido hace 2.000 a?os. La llegada del de¨ªsmo abr¨ªa la puerta a cuestionarse cosas relativas a Dios desde una posici¨®n segura. Porque, como record¨® Valc¨¢rcel, "si bien la religi¨®n no manda nunca matar a la gente, sus emisarios casi siempre lo hacen".
El curr¨ªculum de Valc¨¢rcel
Amelia Valc¨¢rcel (Madrid, 1950) es catedr¨¢tica de Filosof¨ªa Moral y Pol¨ªtica por la UNED. Fue, adem¨¢s, la segunda mujer en convertirse en miembro del Consejo de Estado. Est¨¢ considerada como referente de la teor¨ªa filos¨®fica feminista de la igualdad y es una de les pioneras del pensamiento feminista en Espa?a.
Es asimismo vicepresidenta de Real Patronato del Museo de Prado. Ha sido dos veces finalista del Premio Nacional de Ensayo con los libros Hegel y la ¨¦tica (1987) y Del miedo a la igualdad (1993). Tambi¨¦n es autora de La pol¨ªtica de las mujeres (1997), Feminismo en el mundo global (2008) y m¨¢s recientemente La memoria y el perd¨®n (2010).
El credo fue perdiendo su prestigio como fuerza vertebradora del orden humano, ese pegamento que le permit¨ªa ser la misma cosa que la filosof¨ªa. De ah¨ª a las revoluciones francesa y americana, Schopenhauer (el arte puede ser un medio para llegar a la Verdad, esa a la que solo se acced¨ªa mediante Dios), Nietzsche ("Dios ha muerto", y lo peor es que nadie quiere darse cuenta, y el ambiente empieza a oler a tufo porque el cad¨¢ver se est¨¢ pudriendo), la irrupci¨®n del pensamiento naturalista y cientificista... El tiempo de la conferencia iba pasando, y el recorrido por la Historia del Pensamiento ten¨ªa que enfilar el final, para llegar a una conclusi¨®n v¨¢lida para el tiempo actual.
Un tiempo en el que "la ciencia ha sacado del templo la explicaci¨®n del mundo". Ah¨ª (aqu¨ª y ahora), los preceptos morales de la religi¨®n ¡ªconcretos, basados en tradiciones, en construcciones milenarias¡ª se enfrentan en igualdad de condiciones al pensamiento ¨¦tico ¡ªque busca lo universal y que debe ser argumentado mediante la raz¨®n¡ª. ?D¨®nde? En la democracia. Valc¨¢rcel lo ilustra as¨ª: "Si la ¨¦tica tiene una de sus reglas de oro en 'no hagas al pr¨®jimo lo que no quieras que te hagan a ti', la moral religiosa dice cosas como 'v¨ªstete con dignidad'. Una busca lo universal, mientras que la otra depende de la circunstancia concreta de cada momento".
Democracia versus religi¨®n: el paradigma
Valc¨¢rcel, as¨ª, entiende la democracia como ese escenario ideal que no admite adjetivos, o, al menos, no adjetivos que no est¨¦n justificados de manera racional. Un sistema que busca mejorar, corregir desviaciones en un pretendido espacio de paz, igualdad y tolerancia ("un espacio celestial", ironiz¨®). Porque est¨¢ fundamentado en la ¨¦tica y debe servir para fundamentar la ¨¦tica, a la misma vez (siempre hablando en t¨¦rminos ideales, se sobreentiende).
La religi¨®n distingue entre hombre y mujer, y no tiene visos de dejar de hacerlo. La democracia, no. Todo es argumentable para la democracia, o debe serlo. A la religi¨®n le cuesta m¨¢s salir de sus interpretaciones concretas.
Amelia Valc¨¢rcel cree que las religiones "que m¨¢s batidas se han visto en el yunque de la libertad", en alusi¨®n a las de Occidente, son las que m¨¢s capaces son de abrirse a principios m¨¢s universales y menos concretos, m¨¢s racionales y menos dependientes de los usos y costumbres. M¨¢s abiertos a la discusi¨®n.
Con ello justifica la que dice es su visi¨®n pesimista en cuanto a la exportaci¨®n a otras partes del mundo de los valores intr¨ªnsecamente benignos de la democracia. Siempre hablando en t¨¦rminos ideales, se sobreentiende.
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