?H¨¦roes o catalizadores?
Los emprendedores sociales han aparecido como respuestas alternativas a la falta de efectividad de las f¨®rmulas tradicionales
Nadie sabe muy bien c¨®mo salir de una situaci¨®n en la que millones de personas no tienen trabajo y no hay en el horizonte perspectivas claras de que la cosa vaya a cambiar. La innovaci¨®n social y la emprendedur¨ªa han ido apareciendo como respuestas alternativas o complementarias a la falta de efectividad de las f¨®rmulas tradicionales. Organismos multilaterales como OCDE, FMI o Banco Mundial nos martillean con la necesidad de favorecer iniciativas que impulsen a las personas a salir por s¨ª mismas de su situaci¨®n de desempleo y de falta de perspectivas. Hay algo de perverso en esas orientaciones que postulan aproximaciones innovadoras y socialmente responsables frente a problemas que esos mismos organismos han contribuido de manera directa a generar. No es pues extra?o que las estrategias que se proponen tengan un marcado car¨¢cter individual, no pongan para nada en entredicho los problemas estructurales del capitalismo y que se encuadren bien en una nueva vuelta de tuerca a la cl¨¢sica idea de la persona del emprendedor heroico. Aquel sujeto que madruga con ilusi¨®n, toma riesgos y busca aprovechar las oportunidades que existen y cuyo ¨¦xito depende s¨®lo del esfuerzo que despliegue y de la solidez de sus propuestas.
Todos recordaremos cuando, hace algo m¨¢s de un a?o, el rey de Holanda, Guillermo Alejandro, ley¨® un discurso en el Parlamento en el que anunci¨® la imposibilidad pr¨¢ctica de mantener el estado del bienestar. No s¨®lo por las dificultades financieras de los Pa¨ªses Bajos, sino que, a?adi¨®, ¡°las expectativas de la gente no son ya las mismas¡.la gente quiere tomar sus propias decisiones. Pedimos a cada uno que asuma sus responsabilidades. Cambiaremos del estado del bienestar a la sociedad participativa¡±. M¨¢s responsabilidad individual es la l¨ªnea maestra del cambio, aline¨¢ndose as¨ª con las propuestas del Gobierno brit¨¢nico de David Cameron y su Big Society. En el fondo, nada nuevo. Desmarque de la idea de un estado ¨¢vido de aumentar impuestos y gastar, y elogio a la libertad e iniciativa individual y del esp¨ªritu mercantil. Pero, asimismo, se trata de desviar la atenci¨®n hacia el Gobierno y sus responsabilidades, situando la pelota de la respuesta a las necesidades colectivas en un espacio a compartir por todos y cada uno. Lo que no estar¨ªa mal si de ello se derivara una recomposici¨®n de la estructura de poder. Pero de eso no hablan.
Aqu¨ª, el Real Decreto de 22 de febrero del 2013, fija como objetivos ¡°mejorar la empleabilidad de los j¨®venes, aumentar la calidad y la estabilidad del empleo, promover la igualdad de oportunidades en el acceso al mercado laboral y fomentar el esp¨ªritu emprendedor¡±. Las medidas que acompa?an el decreto, como las exenciones fiscales o de seguridad social, son mucho m¨¢s t¨ªmidas que las de otros pa¨ªses, y en parte explican la gran mortalidad de las iniciativas. Por otra parte, la llamada ¡°tarifa plana¡± para aut¨®nomos, ha tenido muy poca utilidad y se ha convertido en una ventana m¨¢s para el fraude (¡°falsos aut¨®nomos¡±). No es pues de extra?ar que la tasa de mortalidad (es decir, los que no logran superar los primeros a?os) de los emprendimientos individuales sea alt¨ªsima.?
Deber¨ªamos empezar a preguntarnos si existen otros caminos que sin cifrarlo todo en la dependencia hacia las Administraciones p¨²blicas y sus presupuestos, tampoco supusiera una especie de reto individual y heroico que acostumbra s¨®lo a salir bien cuando se cuentan con recursos y posiciones de partida ya de por s¨ª favorables.
Estos d¨ªas se ha celebrado en Zaragoza un congreso que ha reunido a impulsores de la econom¨ªa social y solidaria y donde han estado presentes iniciativas muy diversas y enraizadas, como las de Gaztelan en el Pa¨ªs Vasco, Sinerxia en Galicia, Emprender.Coop del grupo Tangente en Madrid, o las propuestas formativas de Estarter en Barcelona. Lo que se plantea, desde esa otra mirada al emprendimiento, es m¨¢s bien la ecolog¨ªa social o la base colectiva desde la que es posible impulsar nuevas iniciativas. Iniciativas que permitan tejer complicidades, enraizar territorialmente ideas y necesidades, y acabar consiguiendo convertir en resilientes lo que, sin esa base de partida, puede acabar siendo fugaz y epis¨®dico. De hecho, ese caminar juntos, ese catalizar recursos y saberes colectivos, parece mucho m¨¢s natural que el del h¨¦roe que se aventura en solitario por lo desconocido. Y marca un modelo de sociedad notablemente distinto al puramente competitivo. Convendr¨ªa apostar m¨¢s por reforzar esas alternativas solidarias que refuerzan una concepci¨®n de lo p¨²blico que va m¨¢s all¨¢ de lo institucional y que puede permitir ir construyendo proyectos y redes m¨¢s s¨®lidas y solidarias. Lo necesitamos.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica e investigador del IGOP de la UAB.
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