Heridos de resplandor
Aparecen los diarios y la correspondencia in¨¦dita que la poeta Maria¨CMerc¨¨ Mar?al escribi¨® poco antes de morir
La vida, muchas veces, parece que se arrepiente de haber sido m¨ªnimamente generosa con uno y obliga, de forma cruel, como a pedir perd¨®n. Tanta felicidad no es posible. De eso se dio cuenta la poeta Maria Merc¨¨ Mar?al. En 1989 hab¨ªa aparecido Llengua abolida, que recog¨ªa sus hasta entonces cinco poemarios publicados; en 1994, su ¨²nica novela, La passi¨® segons Ren¨¦e Vivien, recib¨ªa tantos premios (cuatro) como elogios. Estaba, adem¨¢s, a las puertas del nuevo piso que hab¨ªa de acoger m¨¢s espaciosamente y de manera estable a su hija Heura Mar?al y a su ¡°amor-diamant¡± desde hac¨ªa m¨¢s de 12 a?os, Fina Birul¨¦s¡ ¡°Todo era como tentar a los dioses, exceso (¡) las perspectivas de felicidad que ya son felicidad¡±, escribe en la primera entrada del diario que en agosto de 1996 retoma tras detect¨¢rsele pocos meses antes un c¨¢ncer que acabar¨¢ siendo mortal. Ese diario in¨¦dito, junto con las tambi¨¦n hasta ahora desconocidas cartas que envi¨® entre ese mismo a?o y hasta su muerte en julio de 1998 al especialista franc¨¦s en Vivien Jean-Paul Goujon, ven ahora la luz en El senyal de la p¨¨rdua (Emp¨²ries), t¨ªtulo hijo de un verso del propio diario.
¡°Ten¨ªamos dudas de su publicaci¨®n por el contenido ¨ªntimo, pero tampoco es un dietario kleenex como ella defin¨ªa algunos: hay una voluntad literaria y de reflexionar sobre la vida y la escritura¡±, justifica la hija la decisi¨®n, que permite ver la imagen ¡°riqu¨ªsima, matizada y la lucidez de la autora al mirarse a s¨ª misma¡±, seg¨²n complementa el editor de Grup 62 Jordi Cornudella.
¡°La Vida cova l¡¯ou min¨²scul de la mort / ran del meu pit, la meva aixella¡±, escribe en su diario.
El dietario es fiel reflejo de la malograda grandeza literaria de Mar?al. Lo que empieza como una decisi¨®n para dotarse de ¡°una disciplina en la escritura¡± en una ficha de archivador datada el 16 de febrero de 1989 e incorporada en una libretita de espiral de tapas rojas que acoger¨¢ el resto de dietario se convierte ya en la primera hoja de siete a?os despu¨¦s en la pizarra de la vida: ¡°Hoy es el tercer d¨ªa que vivo con la muerte enganchada, pegada (arrapada) al costado derecho¡±. Ya en esa primera entrada, un verso escrito unos meses antes, con el primer aviso de la parca; es uno solo: ¡°Covo l¡¯ou min¨²scul de la mort, arran de pit, sota l¡¯aixella¡±. Lo retoca ahora: ¡°La Vida cova l¡¯ou min¨²scul de la mort / ran del meu pit, la meva aixella¡±. Pero, admite, no sabe continuar en verso, aunque el breve dietario (apenas 70 p¨¢ginas) es, entre otras cosas, un excelente resquicio para deleitarse con su taller de escritura, en el que, de golpe, los versos interrumpen sin m¨¢s la prosa; a lo sumo, son recuadrados en un margen.
Como ¡°escribir tambi¨¦n es hacer vida¡±, aparece el terror por la enfermedad, que va y vuelve, especialmente con los an¨¢lisis y sesiones de quimioterapia: ¡°Otra vez los fantasmas ¨Capaciguados durante una semana¡ªsalen en desbandada¡±. Las pruebas m¨¦dicas son ¡°(¡) cada vez peque?as muertes, peque?as resurrecciones: no a¨²n; pero ?quiz¨¢ ma?ana?¡±. ¡°Luchar con la bestia de cara¡±, claro.
En esas circunstancias, Mar?al desconf¨ªa de su cuerpo porque es ¡°un territorio de emboscadas¡±, ¡°un campo de minas¡±: ¡°Terror del cos/ que m¡¯ha tra?t / i malda per / usurpar tot / l¡¯espai desert -- el sentit / a contrallei¡±, deja ir en un poema sin tachaduras que acabar¨¢ en el libro p¨®stumo Ra¨® del cos (2000). El enemigo es potente y deja, dicho con toda sinceridad, su sexo ¡°medio calvo¡±. Y en algunos momentos quita incluso el sentido a la literatura, como cuando recuerda un poema de Clementina Arderiu en la que ¨¦sta sugiere afrontar la muerte haci¨¦ndose amiga suya (¡°llesca-li del teu pa¡¡±) y que le hable a menudo porque ¡°aix¨ª no et sobtar¨¤¡±, recuerda en una noche de insomnio Mar?al. No, no sirve: ¡°Consejos de golpe in¨²tiles. Hacen compa?¨ªa, al menos¡±, anota.
A pesar de todos los miedos, los l¨®gicos (¡°llevo la muerte arrapada al vientre¡±; ¡°abrir el sobre del resultado de los an¨¢lisis y constatar que los temores eran ciertos: prolongar el terror, borrachera del terror, irrealidad, no me pasa a m¨ª, es otra¡¡±), los il¨®gicos (¡°Las pruebas parecen apuntar a la opci¨®n m¨¢s favorable , pero me da demasiado miedo la esperanza desbocada que eso me suscita¡±) y los literarios (el p¨¢nico est¨¢ en los libros que no leer¨¢ y en que ¡°Me quedan cosas por decir, por escribir (?y me parec¨ªa que no!)¡±, Mar?al mantiene una serenidad ejemplar. Halla, incluso, cierto respiro espiritual no tanto en la fe cat¨®lica como en la figura de la Virgen como madre a trav¨¦s de una lectura, por ejemplo, de Teresina de Lisieux (¡°dame la fuerza de aceptarme d¨¦bil; Reza por mi¡±). ¡°Quer¨ªa tener fe, pero no la cat¨®lica estricta, siempre tuvo una vertiente m¨ªstica notable¡±, contextualizan al alim¨®n Heura y Cornudella. Pero la salva, tanto o m¨¢s, su capacidad de raciocinio, que le permitir¨¢ escribir y ver que ¡°Vivir no es durar¡± y aprender que ¡°No he de estar a la altura de nada. Todo esto es una cura de humildad fuert¨ªsima¡±.
El p¨¢nico de Mar?al est¨¢ en los libros que no leer¨¢ y en que ¡°Me quedan cosas por decir, por escribir (?y me parec¨ªa que no!)"
Por eso, mismo, mientras va a ¡°Cercar perles de dol¡± puede mantener una correspondencia l¨²cida con el gran bi¨®grafo de la poetisa francesa de origen ingl¨¦s Vivien, profesor adem¨¢s en la Universidad de Sevilla. Con Goujon, Mar?al mantiene en franc¨¦s (¡°a¨²n veo a mi madre en el comedor de casa, haciendo el borrado de la carta y rematando las palabras dudosas en un diccionario¡±) una correspondencia que permite reseguir sus pasiones literarias (Sylvia Plath o Tsvetaieva, de cuya versi¨®n traducida s¨®lo ha vendido¡ cinco ejemplares), su postura social sobre el feminismo (¡°yo siempre me identifico como feminista¡±, escribe, mientras Goujon admite: ¡°Yo no creo en la literatura femenina o feminista y discut¨ªamos sobre eso¡±). Tambi¨¦n destaca lo bien que le fue hacer la novela sobre Vivien y sus poemas s¨¢ficos para su escritura, al alejarla de una tragedia que reflejaban sus propios versos, que ¡°resid¨ªan m¨¢s bien en mi imaginario m¨¢s que en la vida real¡±.
No cree Birul¨¦s, catedr¨¢tica de Filosof¨ªa de la Universidad de Barcelona y que ya se encarg¨® de un primer ordenamiento de los papeles de su compa?era (una veintena de archivadores que fueron a la Biblioteca de Catalu?a), que aparezcan poemas in¨¦ditos u otros textos m¨¢s (entre las libretas y cartas que a¨²n conserva la familia y que sumar¨ªan otra treintena de esas cajas). ¡°Pero hay que mirarlo todo porque era capaz de escribir un poema hasta en el sobre del correo comercial del banco¡±, recuerda.
En cualquier caso, a trav¨¦s de Labutxaca, el Grup 62 recuperar¨¢ en febrero pr¨®ximo Llengua abolida, al que incorporar¨¢ el p¨®stumo Ra¨® del cos. Una buena manera para ayudar a que Mar?al renazca, como dice Pere Gimferrer en un poema-p¨®rtico para esta edici¨®n. ¡°Als arcs partits de l¡¯encesor del vespre, / boscos enll¨¤, Maria¨CMerc¨¨ viu: / l¡¯aigua mar?al respon al gran silenci / d¡¯un mes de julio emmordassat¡±. Quien la lea podr¨¢ decir, como el poeta acad¨¦mico: ¡°Jo vaig con¨¨ixer la foguera viva / i em va deixar nafrat de resplendor¡±.
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