Im¨¢genes de una pasi¨®n
Esther Cidoncha publica ¡®When lights are low. Retratos de jazz¡¯, un libro que re¨²ne 150 de sus fotograf¨ªas a m¨²sicos, realizadas durante a?os viajando alrededor del mundo
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¡°La vida no es nada sin pasi¨®n; y no hay mayor pasi¨®n en la vida que el jazz¡±. Esther Cidoncha, oranesa de nacimiento y madrile?a por vocaci¨®n, es la autora de When lights are low. Retratos de jazz, un recorrido por los escenarios del jazz a trav¨¦s de la fotograf¨ªa, que ha editado La F¨¢brica con pr¨®logo del trompetista y compositor Wadada Leo Smith y textos de, entre otros, Antonio Mu?oz Molina. ¡°El jazz te da lo que la vida te quita¡±, opina Cidoncha. ¡°Parece que tengas que ir a escuchar un buen concierto de jazz para encontrar esa fuerza vital. A m¨ª me pasa: la vida, sin el jazz, no me llama la atenci¨®n; sin embargo, cuando estoy en un concierto, surge la magia y t¨² sabes que ese hombre que est¨¢ sobre el escenario trabaja duro todos los d¨ªas para conseguir transmitirme eso que te est¨¢ partiendo en dos. Ese es el milagro del jazz: hacer f¨¢cil lo dif¨ªcil, y que te seduzca completamente¡±.
Durante un lustro, Cidoncha form¨® parte de la compa?¨ªa barcelonesa Mudances, de ?ngels Margarit: ¡°Me compr¨¦ una camarita y aprovechaba las giras para hacer fotos en el escenario, durante los descansos, y en los lavabos, los camerinos¡ Me gustaba la est¨¦tica de una persona cambi¨¢ndose de ropa, las ventanitas de los hoteles baratos¡¡±.
De la danza contempor¨¢nea al jazz fue un paso. El que Esther, residente, entonces, en la ciudad de Valencia, dio el d¨ªa en que cay¨® en sus manos un disco del sello Blue Note: ¡°Fue un enamoramiento inmediato. Cuando vi la primera de aquellas portadas maravillosas sent¨ª el impulso irresistible de ponerme a hacer fotos¡±.
En los a?os noventa, Valencia viv¨ªa su edad de oro del jazz: ¡°Tuve la suerte de estar muy bien relacionada con los m¨¢nagers. Quedaba con ellos y me dejaban ir a la prueba de sonido. Fue una ¨¦poca maravillosa, porque apenas hab¨ªa fot¨®grafos, y menos de jazz, con lo que pr¨¢cticamente estaba yo sola con los m¨²sicos, me dejaban subir al escenario o ir al camerino con ellos, tambi¨¦n yo era una chica muy jovencita y les hac¨ªa gracia¡±.
La necesidad ense?¨® a Esther a manejarse en las distancias cortas propias del jazz: ¡°Empec¨¦ con una Yashica con un solo objetivo de 50 mm., con lo que me ten¨ªa que colocar a un metro de distancia del m¨²sico como mucho, y eso creaba una gran complicidad entre ellos y yo. Los m¨²sicos estaban encantados, me hac¨ªan gui?os, se notaba que les gustaba, incluso coqueteaban conmigo¡±.
La afici¨®n por el jazz trajo a la autora a Madrid hace ya 15 a?os
Delante del objetivo de Esther Cidoncha desfil¨® la crema y nata del g¨¦nero: ¡°En los noventa todav¨ªa viv¨ªan los grandes, como Harry Edison, Benny Carter o Hank Jones, aut¨¦nticos caballeros, tan cercanos y elegantes dentro como fuera del escenario; y eso es algo que se ha perdido. Ha cambiado completamente la est¨¦tica del jazz. Yo he hecho conciertos con los m¨²sicos tocando en ch¨¢ndal, lo que es un reto para el fot¨®grafo, porque tu trabajo es sacar belleza de algo que empieza a ser no ya tan pl¨¢stico¡±.
La pasi¨®n por el jazz la trajo a Madrid hace 15 a?os: ¡°Los mejores a?os de mi vida los he pasado en el San Juan Evangelista. El Johnny era el motivo que me justificaba vivir en Madrid¡±. Los tiempos han cambiado para todos, tambi¨¦n para Esther Cidoncha. ¡°Echo en falta ese lado l¨²dico que pod¨ªas encontrar en los m¨²sicos que iban al Johnny. Los m¨²sicos de ahora quieren parecerse a las grandes estrellas del rock, se olvidan de lo que es el jazz, un lenguaje complejo que expresa emociones sencillas, y cuando les conoces s¨®lo est¨¢n interesados en venderte el disco que acaban de grabar¡±. Una queja que extiende la interesada a los organizadores de conciertos: ¡°La pol¨ªtica de los organizadores ahora es ¡®aqu¨ª cabemos todos¡¯, no importa si eres buen o mal fot¨®grafo; entonces te ponen en un rinc¨®n y te dan un tema, en cuanto acaba sale uno y te echa. No te da tiempo para pensar. Y, claro, siempre te sale alguna foto, pero no es la que t¨² hubieras querido hacer. Para ser un buen cazador de im¨¢genes necesitas, sobre todo, calma. La fotograf¨ªa hay que reflexionarla, eso es lo que distingue a los grandes fot¨®grafos como Francis Wolff, Herman Leonard o William Claxton. Yo hago fotograf¨ªas de jazz porque admiro al m¨²sico de jazz y veo que no est¨¢ valorado como se merece. Quiero dignificar a esos m¨²sicos y hacer la fotograf¨ªa que ellos se merecen. No le veo sentido a hacer una foto mediocre en tres minutos: esa no es la fotograf¨ªa que ellos se merecen¡±.
When lights are low. Retratos de jazz reproduce la peripecia de la fot¨®grafa recorriendo la geograf¨ªa del jazz a lo largo de 150 instant¨¢neas en primoroso blanco y negro: ¡°Hay una plasticidad y un dramatismo envolviendo al m¨²sico de jazz que me sigue fascinando, sus gestos, sus ropas extravagantes, los instrumentos¡ El m¨²sico de jazz se deja la piel cada noche, no tiene tiempo para pensar, y todo cuanto hace termina conduciendo a ese instante fugaz en el que surge la magia¡ Hay tanta belleza en el jazz¡¡±.
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