Emoci¨®n
Poco p¨²blico pero entregado en el concierto de Omara Portuondo, una suerte porque la diva cubana ya no est¨¢ para muchos trotes a sus 84 a?os
Sin duda los tiempos est¨¢n cambiando y el p¨²blico ya no se apunta indiscriminadamente a cualquier propuesta musical que se le haga. Sean cuales sean las causas lo cierto es que una estrella hist¨®rica y con mucho arraigo en Barcelona, la cubana Omara Portuondo, pinch¨® estrepitosamente en la noche del mi¨¦rcoles. Se hab¨ªa previsto para ella la sala grande del Auditori, unas mil ochocientas butacas, pero la venta no super¨® las quinientas. As¨ª, con muy buen criterio, se traslad¨® el concierto a la sala mediana que casi se llen¨® atenuando la inicial sensaci¨®n de fracaso.
Poco p¨²blico pero totalmente entregado, lo que fue una suerte porque la diva cubana a sus ochenta y cuatro a?os ya no est¨¢ para muchos trotes. Cant¨® un total de ocho canciones, bises incluidos, y se tom¨® sus buenos ratos de respiro dejando la responsabilidad de la velada en las manos de su pianista Roberto Fonseca. Un acierto porque Fonseca es un grandioso pianista con un concepto sumamente abierto del jazz latino, r¨ªtmico, juguet¨®n y capaz de arrancar el entusiasmo en un p¨²blico que no estaba all¨ª para o¨ªrle a ¨¦l y probablemente tampoco se esperaba un alud jazz¨ªstico de aquella magnitud. Fonseca y sus tres acompa?antes llenaron perfectamente el descanso de Portuondo, eso s¨ª como si se tratara de dos conciertos diferentes.
OMARA PORTUONDO
Auditori, 3 de diciembre
Omara Portuondo no pis¨® mucho la tarima, pero cuando lo hizo derroch¨® esa sensibilidad que solo la veteran¨ªa otorga y, sobre todo, una emoci¨®n contagiosa que puso el p¨²blico en vilo una vez tras otra. Sabe estar, sabe decir las canciones y trasmite una cercan¨ªa sorprendente. Se recre¨® en su Magia negra y acab¨® recurriendo a los cl¨¢sicos, esos que nunca fallan, Guantanamera puso al p¨²blico a cantar y bailar y B¨¦same mucho arranc¨® alg¨²n estremecimiento.
La ovaci¨®n final fue de aut¨¦ntica gala, el p¨²blico estuvo varios minutos pidiendo m¨¢s pero Portuondo, visiblemente cansada, ya no volvi¨® al escenario.
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