La fiebre de empe?ar oro
En 2013 el Monte de Piedad recaud¨® 12,5 millones de euros que usa para financiar proyectos sociales y culturales
Un hombre rebusca en su pantal¨®n vaquero y saca una bolsa de pl¨¢stico. De la bolsa extrae una pulsera de oro, que coloca sobre el mostrador. El tasador la coge, la pesa, la mira con una lupa, utiliza una piedra de toque y algunos productos qu¨ªmicos, consulta el ordenador y la valora: ¡°Ser¨ªan unos 600 euros¡±.
Hablar del Monte de Piedad (Plaza de Celenque, 2) puede retrotraernos a la Espa?a en blanco y negro o a alguna canci¨®n de la tuna, pero el Monte de Piedad es una instituci¨®n de plena actualidad. De hecho, cada ma?ana se llena de gente que, en un momento de necesidad, viene a empe?ar sus joyas, metales preciosos o relojes. El a?o pasado obtuvo un beneficio de 12,5 millones de euros y est¨¢ previsto que, en primavera, abra una segunda oficina en una ciudad de la Comunidad de Madrid. La crisis, claro, tiene mucho que ver. La ¨²ltima subasta se celebr¨® el pasado mi¨¦rcoles: fue una buena oportunidad para conseguir alguno de estos art¨ªculos exclusivos a muy buen precio.
¡°Aunque a nadie le averg¨¹enza pedir un cr¨¦dito en un banco, todav¨ªa existe cierto miedo al estigma social que puede suponer venir a una casa de empe?os¡±, dice el director Santiago Gil, ¡°pero queremos que se vea como algo normal¡±. Aqu¨ª el dinero contante y sonante se consigue en el acto, sin todos los farragosos tr¨¢mites bancarios, adem¨¢s, por lo general, el que empe?a suele recuperar lo empe?ado: se disponen de 15 meses para ello y, al final, solo un 4% de lo que pasa por aqu¨ª llega a subasta. ¡°La gente tiene mucho aprecio a sus joyas y pelea por recuperarlas¡±, cuenta Gil, ¡°lo ven como una opci¨®n financiera para un momento puntual de necesidad de liquidez¡±.
El Monte cobra unos intereses de entre el 5 y el 8,25%, dependiendo del valor de la prenda. ¡°Debido al bajo inter¨¦s, y a los fines sociales y solidarios que perseguimos, los r¨¦ditos econ¨®micos generan un doble beneficio¡±, afirma el director, ¡°lo consideramos un pr¨¦stamo social¡±.
Adem¨¢s, despu¨¦s de cubrir los gastos, lo que se obtiene en la subasta tambi¨¦n va para el cliente, lo que suele dar alguna alegr¨ªa suplementaria. Muchos usuarios acuden con frecuencia y, como desea el director, lo ven con total normalidad.
Es el caso de Juana Iglesias, que hoy ha venido a recuperar sus 18 joyas. ¡°Vengo desde hace seis a?os cuando necesito dinero, por ejemplo, para realizar alguna obra¡±, dice. ¡°Me da m¨¢s seguridad que otras casas de empe?o y compro oro que hay por ah¨ª¡±.
El mi¨¦rcoles pasado el Monte de Piedad cumpli¨® 312 a?os. Es el m¨¢s antiguo de Espa?a. Fue fundado por el sacerdote aragon¨¦s Francisco Piquer en 1702 con el objetivo de luchar contra la usura (la Iglesia la condenaba) y atender a los m¨¢s necesitados. A partir de esta instituci¨®n, en 1836, naci¨® Caja Madrid. Sin embargo, tras la reciente disoluci¨®n de la caja, el Monte ya no tiene relaci¨®n con ninguna entidad financiera, ni siquiera con Bankia. Es parte de la Fundaci¨®n Montemadrid, heredera de la obra social de la caja, y con sus beneficios se financian, entre otros fines sociales, el apoyo a ONG o el centro cultural La Casa Encendida. Precisamente su edificio de Ronda de Valencia era una oficina en la que se empe?aban en el pasado muebles, ropa y otros enseres.
Por aqu¨ª se ve de todo: hay un grueso colgante de oro con la efigie del Camar¨®n de la Isla (un empleado aficionado al flamenco bromea: ¡°Solo por ser de Camar¨®n tendr¨ªa que valer m¨¢s¡±) y nos hablan de tiaras, ba?eras bautismales de plata o soperas de oro. ¡°El 80% de las piezas son oro, luego hay diamantes y piedras preciosas, zafiros, rub¨ªes¡±, explica Mar¨ªa P¨¦rez, coordinadora de tasaci¨®n, que cuenta en su equipo con 11 tasadores. ¡°Lo que m¨¢s nos gusta son las piezas con valor hist¨®rico¡±, contin¨²a, ¡°algo que tambi¨¦n valoramos, aunque aparecen pocas porque est¨¢n en manos de pocas familias¡±.
Las valoraciones cambian con las fluctuaciones del precio del oro y las piedras preciosas en bolsa. Todos los tasadores est¨¢n formados en gemolog¨ªa y son expertos en diamantes.
Hubo un tiempo, hasta los a?os ochenta, en el que adem¨¢s de joyas y similares en el Monte de Piedad se pod¨ªa empe?ar de todo. De hecho, en los s¨®tanos, cerca de la sala donde un robot va almacenando las cajitas amarillentas donde se guardan las piezas empe?adas, conservan una secci¨®n de lo que llaman ¡°hallazgos¡±. Una manta, una vieja m¨¢quina de coser, una guitarra con las cuerdas rotas, una tele ochentera, un magnetof¨®n, una caja registradora y muchos libros. Un peque?o y pintoresco tesoro de otros tiempos. Cuentan por aqu¨ª la an¨¦cdota de que durante la Guerra Civil estos s¨®tanos tambi¨¦n serv¨ªan de refugio durante los bombardeos. Y nunca nadie rob¨® nada.
El Monte de Piedad es m¨¢s popular entre personas de edad media y avanzada, aunque a partir de la crisis se han incorporado profesionales liberales, aut¨®nomos y peque?os empresarios. Tienen 60.000 clientes y hacen 150.000 operaciones al a?o, con un pr¨¦stamo medio de 640 euros.¡±"Hay personas que lo saben utilizar muy bien¡±, dice el director. ¡°Los m¨¢s viejos del lugar suelen repetir: ¡®anda que no hay licenciados gracias al Monte¡¯, en referencia a las madres que en ¨¦poca de matr¨ªcula ven¨ªan buscando dinero para pagar la universidad de sus hijos y luego lo recuperaban¡±. En Latinoam¨¦rica hay m¨¢s cultura de utilizar el Monte de Piedad (el modelo madrile?o fue el que se export¨® al otro lado del charco), as¨ª que con la marcha de la emigraci¨®n el porcentaje de extranjeros ha ca¨ªdo de un 40 a un 20%.
Pero los clientes son a¨²n diversos e incluso se generan entra?ables historias muy propias de la ¨¦poca navide?a. Por ejemplo, una monja que prefiere no dar su nombre ha empe?ado las joyas de su familia y las quiere vender cuanto antes, sin esperas. Destinar¨¢ lo obtenido a los cuidados de su hermana nonagenaria y a sostener los comedores sociales que su congregaci¨®n tiene en Camer¨²n.
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