200 d¨ªas de Felipe VI
Despu¨¦s de tantos a?os preparando su reinado, sorprende que no haya cumplido lo que prometi¨® el d¨ªa de su coronaci¨®n
Los primeros balances de los presidentes y de los gobiernos democr¨¢ticos suelen realizarse a los 100 d¨ªas de mandato. Franklin D. Roosevelt inici¨® esta tradici¨®n cuando, tras lograr la presidencia en marzo de 1933, quiso demostrar su capacidad para cambiar el panorama pol¨ªtico, econ¨®mico y social de Estados Unidos en este breve per¨ªodo de tiempo en el que una reciente legitimidad electoral genera m¨¢s poder e influencia. Las monarqu¨ªas parlamentarias tienen otras legitimidades, otros ritmos y otras responsabilidades, pero despu¨¦s de casi 200 d¨ªas como Jefe de Estado ya podemos hacer un primer examen de la labor realizada por Felipe VI.
El flamante Rey de Espa?a se ha preparado durante 46 a?os para hacer lo mismo que hizo su padre durante casi ocho lustros: desarrollar las funciones simb¨®licas, moderadoras, de representaci¨®n y de arbitraje que se?ala la Constituci¨®n, y cumplir con los c¨¢nones de la parafernalia, el boato y el protocolo mon¨¢rquicos. El problema es que los tiempos y el pa¨ªs han cambiado, y Felipe VI se ha encontrado con una familia desestructurada y una Espa?a ruinosa, corrupta y con un Gobierno incompetente e incapaz de resolver los problemas pol¨ªticos de alta tensi¨®n que tiene sobre la mesa. A los espa?oles ya no les vale seguir con la inercia sopor¨ªfera del juancarlismo, ni con los discursos vac¨ªos, f¨¢ciles y previsibles como el que pronunci¨® Felipe VI el d¨ªa de su proclamaci¨®n. La responsabilidad del nuevo monarca deber¨ªa empezar por restaurar de arriba abajo su instituci¨®n y reaccionar sin disimulo y con firmeza ante el actual caos que reina en Espa?a.
El eslogan que Felipe VI repiti¨® en su discurso de proclamaci¨®n como Rey de Espa?a fue: ¡°una monarqu¨ªa renovada para un tiempo nuevo¡±. Para cumplirlo deber¨ªa hacer borr¨®n y cuenta nueva, censurar en¨¦rgicamente las pr¨¢cticas corruptas de parientes y colaboradores, prohibir la pompa y la fastuosidad que siempre le acompa?an, evitar la falsa solemnidad y la simbolog¨ªa est¨¦ril y, en definitiva, airear la Casa del Rey y liberarla de las malas pr¨¢cticas que la caracterizan.
Si Felipe VI prometi¨® en su alocuci¨®n una ¡°conducta ¨ªntegra, honesta y transparente¡± ?por qu¨¦ no reprob¨® p¨²blicamente el comportamiento de personas de su entorno como el que fue jefe de la Casa del Rey durante casi tres a?os y consejero privado de Felipe VI, que abus¨® sin escr¨²pulos de las tarjetas ilegales de Caja Madrid? ?Por qu¨¦ no impide que se apruebe una nueva Ley de Presupuestos absolutamente opaca sobre las partidas, directas e indirectas, destinadas a la monarqu¨ªa? ?Por qu¨¦ no hace p¨²blica la declaraci¨®n y el registro de actividades y bienes de los miembros de la Familia Real? Hay muchas medidas ejemplares que ayudar¨ªan a dignificar m¨ªnimamente la Corona.
?Cree Felipe VI que puede resolverse el conflicto catal¨¢n apelando a la manida unidad de Espa?a?
Despu¨¦s de tantos a?os preparando su reinado y sabedor de antemano que se acercaba su proclamaci¨®n, resulta sorprendente la manifiesta incapacidad del Rey para cumplir con lo que se comprometi¨® ese d¨ªa: ¡°advertir y aconsejar en defensa de los intereses generales¡±. Felipe VI reina impasible una Espa?a, que est¨¢ a la cola de la Uni¨®n Europea en ¨ªndices vergonzosos: tasa de riesgo de pobreza (20,4%), tasa de paro (24,2%), tasa de paro juvenil (54,6%). No ha exteriorizado ni una idea para que Espa?a deje de ser, seg¨²n informes de la Comisi¨®n Europea, uno de los pa¨ªses con mayor corrupci¨®n pol¨ªtica de la Uni¨®n Europea. No ha realizado ninguna advertencia manifiesta al Gobierno del PP, que es el partido que acumula m¨¢s casos de corrupci¨®n.
El Rey tampoco ha cumplido otras promesas de su discurso del 19 de junio: ¡°Contribuir a la estabilidad del sistema pol¨ªtico espa?ol¡± y ¡°respetar la independencia del poder judicial¡±. ?Cree Felipe VI que puede resolverse el conflicto catal¨¢n apelando a la manida unidad de Espa?a? ?Qu¨¦ medidas est¨¢ tomando para evitar la politizaci¨®n del poder judicial y para garantizar que la justicia sea igual para todos, incluidos sus familiares? El r¨¦gimen hace aguas por todos lados, aunque se observe desde el Palacio de la Zarzuela.
Felipe VI dijo que estaba ¡°dispuesto a escuchar, a comprender, a defender los intereses generales¡± y ¡°a ganarse el respeto y la confianza de los espa?oles¡±. De momento, la ¨²ltima encuesta del CIS que pregunt¨® por el grado de confianza en la Monarqu¨ªa (abril 2014, con un Juan Carlos I decadente), la puntuaci¨®n media (utilizando una escala de 0 a 10) indicaba un claro suspenso (un 3,72). En Catalu?a, por su parte, la confianza todav¨ªa es inferior (un 2,42, seg¨²n el CEO de octubre de 2014 y ya con el actual Rey).
?Qu¨¦ ha hecho Felipe VI desde su entronizaci¨®n para frenar la degradaci¨®n del sistema pol¨ªtico espa?ol? Nada. Todo sigue igual, o peor, y la huella del nuevo Monarca no se ve por ning¨²n lado. Palabrer¨ªa y viajes, pero pocos resultados. Con tan solo seis meses ya podr¨ªa merecer el cognomento de Rey remol¨®n, y a la dudosa utilidad de la instituci¨®n mon¨¢rquica se suma la ineficacia de casi 200 d¨ªas de reinado de Felipe VI.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB
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