Bach con y sin partitura
Extra?a mezcla de monumentalidad, complejidad, belleza y prestigio
Una extra?a mezcla de monumentalidad, complejidad, belleza, prestigio y tradici¨®n da lugar a que un reducid¨ªsimo grupo de obras musicales gocen de un privilegio especial: la parroquia mel¨®mana asiste a su interpretaci¨®n provista de la partitura y la sigue atenta.
La Misa en Si menor, dos horas sin interrupci¨®n del Bach m¨¢s colosal, m¨¢s sabio, m¨¢s dif¨ªcil, forma parte de esta ¨¦lite y en el Palau una placa de m¨¢rmol conmemora la primera interpretaci¨®n que se hizo ah¨ª de la m¨ªtica obra el 29 de noviembre de 1911.
El jueves en el Palau hab¨ªa bastantes personas que, partitura en mano, segu¨ªan con gran atenci¨®n la interpretaci¨®n que ofrec¨ªan el coro y el conjunto Balthasar Neuman dirigidos por su fundador Thomas Engelbrock.
Thomas Engelbrock
Balthasar Neumann Chor, Balthasar Neumann Ensemble. Thomas Engelbrock.
Misa en Si menor de Johann Sebastian Bach.
Temporada de conciertos Palau100. Palau de la M¨²sica Catalana.
11 de diciembre.
La proliferaci¨®n de partituras entre el p¨²blico contrastaba con la escasez de partituras en el escenario; all¨ª, los instrumentistas s¨ª ten¨ªan partituras pero ni el director ni ¨Cy esto es lo sorprendente- los cantantes del coro usaban partituras: un verdadero alarde dadas las dimensiones y la dificultad de la obra. No estar sujeto al papel le daba al coro flexibilidad, fluidez y espontaneidad.
El coro, extraordinario, uno de los mejores en su especialidad, fue el gran protagonista de la sesi¨®n. El soporte instrumental era de gran calidad y la conjunci¨®n y equilibrio din¨¢mico entre voces e instrumentos, exquisita.
La direcci¨®n de Hengelbrock, atenta y con las ideas muy claras, era muy ¡°barroca¡±, bella, buscaba la expresividad intensa a trav¨¦s del contraste, el efecto, el dejarse mecer por el comp¨¢s, era una direcci¨®n que sab¨ªa perfectamente ad¨®nde quer¨ªa ir a parar.
El ¨²nico pero que cabria poner es que en los n¨²meros solistas, asumidos por los cantantes del coro, las voces no siempre estaban, por belleza, por extensi¨®n, por agilidad, a la altura de lo exigido en la partitura a un solista.
Por suerte, el Agnus Dei, cinco minutos sublimes que se cuentan entre lo mejor que ha creado la cultura occidental estuvo muy bien defendido en solitario por el contralto Alex Potter.
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