Un museo de altos vuelos
Cuatro Vientos guarece la ¨²nica colecci¨®n de aviones hist¨®ricos en movimiento de Espa?a
Abrigado como un aviador de pel¨ªcula estadounidense, Carlos Valle combate el fr¨ªo de finales de oto?o en el aer¨®dromo madrile?o de Cuatro Vientos. Este piloto retirado preside la Fundaci¨®n Infante de Orleans, creada hace 25 a?os y propietaria de 42 aviones de ¨¦poca que se guardan en esta base. A sus espaldas est¨¢ el m¨¢s antiguo: un Gipsy Moth, famoso por su cameo junto a Robert Redford y Meryl Streep en Memorias de ?frica. Tiene 89 a?os, las alas de tela y el cuerpo de madera, pero eso no le impide salir a volar el primer domingo de cada mes. Corre poco m¨¢s que un utilitario ¡ª152 kil¨®metros por hora como m¨¢ximo¡ª, y tampoco es que llegue muy alto ¡ªhasta 5.000 metros de altura¡ª, pero su estructura plegable hace de ¨¦l un modelo ¨²nico. En Espa?a antes hab¨ªa 45, pero la mitad acabaron destruidos en la Guerra Civil.
¡°Es un aparato sencillo pero fuerte, de ah¨ª que ambos bandos lo usaran para entrenar a sus pilotos¡±. Valle, que empez¨® volando en el Ej¨¦rcito y fue comandante durante d¨¦cadas en Iberia, se enganch¨® a los aviones el d¨ªa que su hermano mayor lleg¨® a casa con una r¨¦plica a escala de un Polikarpov I-16, all¨¢ por los cincuenta. Aquella reproducci¨®n en madera del caza monoplano, conocido como Mosca o Rata, le introdujo en una pasi¨®n que llev¨® al l¨ªmite como miembro del equipo espa?ol de vuelo acrob¨¢tico. ¡°Es una de esas profesiones que te entregan m¨¢s de lo que t¨² das. Exige un sacrificio muy alto e implica cierto riesgo, pero, en conjunto, no puedo creer lo bien que me lo he pasado¡±, comenta entusiasmado.
Cada pieza de la colecci¨®n (la ¨²nica de este tipo en Espa?a que se exhibe en el aire y no en un museo convencional) tiene asignado un programa espec¨ªfico de mantenimiento. ¡°El enemigo n¨²mero uno de todos ellos es la corrosi¨®n¡±, indica Valle mientras enfila hacia el hangar de reparaciones. En ¨¦l trabajan cuatro mec¨¢nicos y tres ingenieros, adem¨¢s de un equipo de apoyo que incluye soldadores y electricistas. Suena Sweet child o' mine, de Guns N' Roses. Javier L¨®pez, el jefe de taller, trajina sobre un Falcon Six, el ¨²nico participante de la Guerra Civil que se mantiene en vuelo.
Lleva dos a?os con ¨¦l, desde que el motor grip¨® y el aparato se dej¨® la panza en el suelo tras un aterrizaje de emergencia. ¡°La gran diferencia entre estos aparatos y los modernos es que la mayor¨ªa est¨¢n hechos de tela y madera. Aqu¨ª nos esforzamos por mantener los materiales y los acabados originales. Para las alas, por ejemplo, cogemos una aguja largu¨ªsima y damos puntadas de un lado a otro, igual que si fu¨¦ramos costureros¡±, ilustra L¨®pez, que no cambia lo a?ejo por nada. ¡°El olor a a?os cuando abres el cap¨® es muy caracter¨ªstico. Son aviones con mucho encanto y con mucha personalidad¡±.
Cada aeroplano tiene asignado un m¨¢ximo de dos pilotos. El comandante Valle maneja un Polikarpov I-16, el mismo que su hermano llev¨® a casa siendo ¨¦l un chaval. ¡°Construido en 1933. Primer monoplano de tren retr¨¢ctil. Hasta 450 kil¨®metros por hora. Muy ¨¢gil. Nervioso. Cuatro ametralladoras¡±. Habla pausado, saboreando cada dato de este caza, protagonista de la Segunda Guerra Mundial y reconstruido a partir de restos encontrados junto al lago Kokkoyarvi (Rusia) en 1995. ¡°Estos aviones se vuelan por sensaciones. La instrumentaci¨®n que tienen es muy precaria, no dice nada; tienes que saber qu¨¦ pide el aparato en cada momento¡±. Lo ¨²nico realmente ¨²til ¡ªdice¡ª es la bola, un peque?o artilugio que detecta si el avi¨®n resbala o patina. ¡°El desarrollo en este campo ha sido apabullante, pero hasta los modelos m¨¢s sofisticados llevan la pu?etera bola¡±, bromea.
Las exhibiciones comienzan con los aviones a¨²n aparcados en tierra (un m¨ªrame y apenas me toques que incluye la puesta en marcha a mano de los aparatos). El c¨¦nit llega a la una de la tarde, cuando Cuatro Vientos se cierra durante una hora para permitir las acrobacias art¨ªsticas de los pilotos, entre los que se encuentra Ram¨®n Alonso, campe¨®n del mundo en 2007. La pr¨®xima demostraci¨®n es el primer domingo de febrero (cuesta seis euros). ¡°Nuestra intenci¨®n es trasladarnos al aer¨®dromo de Getafe, que es el doble de grande, para que la gente pueda contemplar los aeroplanos como si fuera un museo y sacarle as¨ª el m¨¢ximo partido a la colecci¨®n¡±, revela Valle. La ¨²ltima vez que su proyecto le quit¨® el sue?o fue en mayo de 2013, cuando uno de los aviadores ¡ªLadislao Ladis Tejedor¡ª perdi¨® la vida durante una exhibici¨®n. ¡°Fue una tragedia injusta que a¨²n no nos explicamos. Pero la aviaci¨®n es as¨ª: cuando menos te lo esperas, se cobra su tributo¡±.
El comandante se desprende de sus gruesos guantes de cuero marr¨®n y se lleva las manos al cuello. ¡°?Sabes que mucha gente piensa que el pa?uelo este es para presumir? En realidad sirve para limpiar las gafas. Estos aviones rezuman mucha grasa y es muy f¨¢cil ponerse perdido. Si no lo llev¨¢ramos, llegar¨ªa el momento en que no ver¨ªamos nada¡±. En el taller suena Great balls of fire, de Jerry Lee Lewis.
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