La maternidad, un obst¨¢culo
Una de las tareas pendientes de la emancipaci¨®n de la mujer es darle a la funci¨®n reproductiva el valor que merece
Qu¨¦ hacer con la maternidad es uno de los problemas que inquietan a las j¨®venes de nuestro tiempo. Cada vez hay m¨¢s medios tecnol¨®gicos para superar la edad biol¨®gica id¨®nea para ser madre. La preocupaci¨®n de las mujeres por no perder oportunidades en el mercado laboral, unida a los muchos incentivos de libertad que hoy est¨¢n al alcance tambi¨¦n de las mujeres, afortunadamente, hace que se vaya posponiendo una decisi¨®n de una forma un tanto irreflexiva. Ni desde el feminismo ni desde las pol¨ªticas p¨²blicas que, espor¨¢dicamente, se limitan a lamentar el descenso de la natalidad, se considera que la cuesti¨®n sea un problema que exija ser abordado con voluntad por lo menos de orientar e incluso corregir tendencias que no parecen muy recomendables. Tampoco la bio¨¦tica, que ha hecho de la reproducci¨®n asistida uno de sus temas favoritos, ha dedicado mucho tiempo al modo y manera en que las t¨¦cnicas se utilizan.
La ausencia de ideas al prop¨®sito la aprovecharon no hace mucho dos empresas tecnol¨®gicas punteras, Apple y Facebook, con una propuesta chocante: ofrec¨ªan a sus trabajadoras la posibilidad de financiarles la congelaci¨®n de sus ¨®vulos con el fin de que pudieran dedicar los a?os f¨¦rtiles ¡ªa su juicio, los m¨¢s productivos¡ª a trabajar para la empresa. Digamos de paso que esa medida, ofrecida por ambas compa?¨ªas como un beneficio para sus empleadas y las familias de estas, la recomiendan aqu¨ª tambi¨¦n los centros que se dedican a la reproducci¨®n asistida como la f¨®rmula para conseguir m¨¢s ¨¦xito y seguridad en las t¨¦cnicas reproductivas.
Casi simult¨¢neamente, otra noticia daba cuenta de un exabrupto del presidente de Turqu¨ªa quien se dirig¨ªa a las mujeres de su pa¨ªs con el mensaje de que su lugar natural estaba en casa y no compitiendo en el mercado de trabajo. En realidad, no son dos puntos de vista opuestos, sino dos ¡°soluciones¡± a algo que s¨®lo se quiere ver como un problema que hay que sortear. Mariano Barbacid lo comentaba en una entrevista tambi¨¦n reciente haciendo notar la escasez de mujeres en el ¨¢mbito cient¨ªfico: ¡°Si la natalidad no les cortara las alas, habr¨ªa tantas mujeres cient¨ªficas como hombres¡±. Ellas quieren ocuparse m¨¢s de los hijos que ellos, lo que quiz¨¢ las lleva a no optar por carreras que a¨²n son percibidas como muy masculinas. Por una u otra raz¨®n, las carreras t¨¦cnicas son las que tienen un mayor d¨¦ficit de mujeres.
El mercado laboral no est¨¢ dispuesto a hacerse cargo de las interrupciones en el trabajo por causa de la maternidad sin exigir una prenda a cambio
Lo que hay que poner de relieve es que el mensaje no cambia. Se sigue entendiendo que el destino o la voluntad de ser madre es incompatible con escalar los pelda?os de una profesi¨®n que se precie y para la que una se ha preparado. Eso es lo que el entorno pone de manifiesto, con formas m¨¢s machistas o m¨¢s sofisticadas. Dicho de otra forma, el mercado laboral no est¨¢ dispuesto a hacerse cargo de las interrupciones en el trabajo por causa de la maternidad sin exigir una prenda a cambio. Si ser madre es una opci¨®n m¨¢s, las mujeres tendr¨¢n que decidir qu¨¦ prefieren: o ser buenas profesionales o tener hijos.
Como ocurre con casi todos los estilos de vida, estos tienen que ver tanto con la voluntad de las personas para escoger entre diversas formas de vivir, como con el reconocimiento social que tienen las distintas opciones de vida. Una de las tareas pendientes de la emancipaci¨®n de la mujer es la de darle a la funci¨®n reproductiva el valor que merece. Las sociedades que han empezado a hacerlo ¡ªen Europa, como siempre, los pa¨ªses n¨®rdicos¡ª han conseguido niveles de natalidad razonables, no dando premios a las familias numerosas como hac¨ªa Franco, sino reconociendo efectivamente el valor de la maternidad. Lo cual consiste, antes de nada, en otorgar permisos para ser madre (o padre, si as¨ª se prefiere o conviene) m¨¢s largos que la miseria de cuatro meses que las madres tienen en estos pagos. Eso, adem¨¢s de guarder¨ªas al alcance de todos los bolsillos. No son privilegios, son maneras de dar a entender que la maternidad tiene un valor no s¨®lo para las mujeres, para la sociedad en general.
No es raro que, desde tal perspectiva, las mujeres sean las m¨¢s castigadas por el paro. Tampoco lo es que el trabajo a tiempo parcial se piense sobre todo para ellas y no para el conjunto de los trabajadores que, si trabajaran menos horas, podr¨ªan repartirse mejor otros menesteres. Acaba de ser nombrada fiscal general del estado una mujer. El techo de cristal ha empezado a romperse. Pero hay otro techo menos cristalino: el que impide a las candidatas a situaciones profesionales intermedias conciliar su vida familiar y laboral.
Ahora que se avecinan elecciones de todo tipo, y que, gracias al ascenso de Podemos, los partidos que se dicen de izquierdas compiten por proponer beneficios sociales con vistas al bien com¨²n, ah¨ª tienen un fil¨®n por explotar. Si no lo hacen, ser¨¢ esa abstracci¨®n a la que llamamos mercado la que har¨¢ propuestas que coincidan con sus intereses particulares. O rebrotar¨¢n actitudes machistas que convenzan a las mujeres de que sus deberes est¨¢n donde secularmente estuvieron.
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