Sabina no se arredra en el Sant Jordi
El cantante entusiasma en el primero de sus dos conciertos en Barcelona, con Serrat sum¨¢ndose en los 'bises'
El Palau Sant Jordi ha atronado esta noche con 15.000 gargantas coreando a un Sabina exultante. Ni miedo esc¨¦nico ni nada que se la pareciera. El primero de los dos conciertos del cantautor en Barcelona (hoy dar¨¢ el segundo) se ha saldado con un absoluto ¨¦xito. Sabina se ha metido desde el inicio en el bolsillo al p¨²blico que llenaba el recinto ¡ªy en el que se ve¨ªan muchos bombines negros¡ª. Con Noches de boda y la gente en pie ha concluido el concierto, noventa minutos de intensidad que se han prolongado con una larga tanda de bises. En el Sant Jordi no ha habido imprevistos: Sabina ha concluido su concierto en plena locura.
Joaqu¨ªn Sabina regresaba al Palau Sant Jordi tras cinco a?os sin pisar un escenario barcelon¨¦s en solitario, lo hab¨ªa hecho en compa?¨ªa de Serrat pero esa es otra historia, y sus seguidores barceloneses respondieron agotando las quince mil localidades para el concierto de anoche. ?xito de venta que provoc¨® una segunda actuaci¨®n que se realizar¨¢ ma?ana martes y en el mismo recinto.
A pesar del llenazo la entrada se ha realizado con suma rapidez. La aglomeraci¨®n se ha producido entonces en el interior del polideportivo ya que el hecho de que todas la entradas fueran numeradas no es muy habitual y ha provocado desconcierto. P¨²blico ya madurito con profusi¨®n de bombines negros de pl¨¢stico barato, cervezas en la mano y la excitaci¨®n de las grandes ocasiones en la cara.
La gira se sustenta totalmente sobre caminos conocidos, ¨¦xitos seguros
Con los quince minutos de retraso protocolarios una grabaci¨®n de Marlene Dietrich cantando Lili Marlene alertaba al personal que llenaba el Sant Jordi de que algo iba a pasar. Y ese algo fue Joaqu¨ªn Sabina tocado con su bomb¨ªn (?c¨®mo no?) e impolutamente vestido de un verde chill¨®n emergiendo en un amplio escenario cerrado con una simple cortina roja de fondo sobre la que estaba estampada la firma del cantautor. Abri¨® fuego con Ahora que e inmediatamente atac¨® 19 d¨ªas y 500 noches dejando que fuera el p¨²blico el que coreara los estribillos, algo que ya no cesar¨ªa en toda la velada. Al p¨²blico de Sabina le gusta tanto cantar a voz en grito como o¨ªrle y esta nueva ocasi¨®n no fue la excepci¨®n.
Con ese segundo tema ya ha marcado el hilo conductor de esta nueva gira celebrada para conmemorar los quince a?os de la edici¨®n del m¨ªtico disco del mismo t¨ªtulo. ¡°Fue el ¨²ltimo que grab¨¦ con la energ¨ªa de la juventud que me hab¨ªa durado hasta los cincuenta a?os¡±, ha comentado en un peque?o discurso que hab¨ªa abierto saludando en catal¨¢n y en el que volvi¨® a recordar el ictus padecido (¡°creo que no me ha dejado secuelas aunque mi novia dice que s¨ª¡±), su cambio de bando (¡°dej¨¦ a los m¨²sicos porque hab¨ªa mucha droga y me fui con los poetas pero all¨ª hay mucho alcohol". Luego ha agradecido todas las muestras de afecto tras su comentado incidente madrile?o. A pesar del intenso calor demostrado por el p¨²blico su mirada se mantuvo fija desprendiendo seguridad y dominio esc¨¦nico, un dominio total que el de ?beda fue demostrando a lo largo de m¨¢s de dos horas de un concierto sin un solo altibajo.
Al p¨²blico de Sabina le gusta tanto cantar a voz en grito como o¨ªrle
Rodeado de sus seis fieles m¨²sicos Sabina ha actuado en un escenario abierto y despojado de cualquier tramoya pero con tres grandes pantallas de v¨ªdeos cubriendo las espaldas. Realmente no se necesitaba nada m¨¢s, Sabina solo en el centro del escenario lo llena ya todo y sabe perfectamente como tocarle la vena sensible a sus seguidores. Esta noche en el Sant Jordi se los ha metido inmediatamente en el bolsillo y de ah¨ª no han salido. Con la voz gangosa y algo rota de sus ¨²ltimos tiempos pero perfectamente conservada, mucho mejor que en visitas anteriores, Sabina ha ido recuperando canciones cl¨¢sicas (Barbie superestar, M¨¢s de cien mentiras, Pero que hermosas eran, Noches de boda) y ha intercalado su personal versi¨®n de Bob Dylan (It ain't me, Babe convertida en Ese no soy yo). Para demostrar su perpetua apertura de miras ha pasado sin soluci¨®n de continuidad del rock a la balada, de la rumba a los ritmos de la estepa rusa o alas rancheras mexicanas y hasta sonaron guitarras portuguesas. Todo un despliegue de colores y sensaciones capaz de satisfacer a cualquier p¨²blico aunque sin aportar ninguna novedad significativa. 500 noches para una crisis, t¨ªtulo que le ha dado a la actual gira, se sustenta totalmente sobre caminos ya conocidos, ¨¦xitos seguros.
Ha hablado menos que en otras ocasiones pero a¨²n as¨ª ha recordado, en su ensalada habitual, a Javier Mascherano y a Quico Pi de la Serra. Hasta ha dejado que su guitarrista, Jaime As¨²a, cantara un tema (aprovechando ¨¦l para quitarse la chaqueta y cambiarse el bomb¨ªn por un panam¨¢ blanco) y Pancho Barona inaugurara en solitario la tanda de bises; en realidad todos sus m¨²sicos tuvieron un papel destacado sobre todo el saxofonista Josemi Sagaste y sus ya eternos compa?eros Barona, Antonio Garc¨ªa de Diego y Pedro Barcel¨® ("algunos m¨²sicos me han durado m¨¢s que mis novias"). Una banda s¨®lida como pocas y que persigue a Sabina hasta en los peque?os detalles.
Al regresar Sabina al escenario ha sido la explosi¨®n.?El Sant Jordi ha atronado con quince mil gargantas coreando Princesa y Contigo con un Sabina exultante (ya con chaqu¨¦ y chistera). Con el octavo bis ha llegado la guinda del pastel: Joan Manuel Serrat ha acudido para compartir Paraules d'amor en catal¨¢n con un Sabina visiblemente emocionado. Y a¨²n ha quedado tiempo para que los dos p¨¢jaros concluyan un concierto plet¨®rico cantando primero Pastillas para no so?ar (bombo Serrat, platillos Sabina) y La canci¨®n de los buenos borrachos (a capella). Locura total.
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