Canciones cantadas casi al o¨ªdo
La iniciativa 'Pon un cantautor en tu sal¨®n' quiere estrechar lazos entre el p¨²blico af¨ªn al g¨¦nero con conciertos en domicilios privados. En ellos se persigue la "cercan¨ªa extrema"
Mientras suben, el que viene sin compa?¨ªa mira de soslayo al reducido grupo, dos chicas y un grandull¨®n de barba rala. No es la t¨ªpica escena de desconocidos en un ascensor:
¡ª?Ven¨ªs al concierto, no? ¡ª se decide a preguntar.
¡ªS¨ª ¡ªresponden los otros tres.
¡ª?Es el primero al que ven¨ªs?
¡ªS¨ª, acabamos de llegar ahora de Barcelona... es que yo soy el m¨²sico.
¡ªAh...
Es una tarde oto?al en un bloque de apartamentos del centro de Valencia. Cuando llegan al piso en cuesti¨®n, los cuatro (antes) desconocidos se dirigen a una puerta abierta de la que sale ruido y luz. Bajo el dintel, una chica da la bienvenida y tacha nombres de una lista conforme los invitados se acomodan ¡ªen un sof¨¢, en la escalera, en el suelo, de pie junto a la pared¡ª. Cuando han pasado diez minutos de la hora convenida y ya est¨¢n casi todos, la de la lista se planta en el centro de la sala y hace una breve presentaci¨®n en valenciano para dar paso al concierto de Jordi Lanuza ¡ªel tipo grande del ascensor¡ª. Un taburete, su voz y su guitarra, sin amplificaci¨®n, es todo lo que utilizar¨¢ en la pr¨®xima hora larga.
"Alguna vez, despu¨¦s de un concierto de canci¨®n de autor, hab¨ªamos terminado algunos en una casa con el artista, que, al final, se tocaba unos temas. Cuando me di cuenta de c¨®mo cambian las canciones cuando pasan de un escenario a un ambiente cotidiano, decid¨ª que quer¨ªa reproducir eso", cuenta m¨¢s tarde Quela Flaubel, ide¨®loga, organizadora y principal responsable del proyecto Pon un cantautor en tu sal¨®n.
La idea es sencilla: un concierto al mes, cada vez con un artista y en un domicilio diferentes (desde el primer bolo, en mayo de 2010, no han repetido ni lo uno ni lo otro). El aforo var¨ªa seg¨²n el lugar, pero oscila siempre entre los 20 y los 45 que se han alcanzado alguna vez. Una caja pasa de mano en mano para dejar la voluntad, con la que se sufraga el desplazamiento del m¨²sico y se compran algunos escuetos v¨ªveres (latas de cerveza, refrescos, palomitas). Personas en principio desconocidas entre s¨ª, pero que tienen la afici¨®n por la canci¨®n de autor como denominador com¨²n, se juntan en un espacio reducido para disfrutar de un ambiente en el que la distancia entre m¨²sico y audiencia es casi inexistente.
Durante la actuaci¨®n, cualquier suspiro del int¨¦rpete o cuchicheo entre el p¨²blico es perceptible por todos.
"No pretendemos sustituir la oferta cl¨¢sica de actuaciones en salas, por muy mal que esta pueda estar, ni brindar un espacio a los que no lo tienen en otros lugares. Se celebra solo una vez al mes y siempre con artistas consolidados", expone Quela, que asegura que su intenci¨®n pasa m¨¢s bien por experimentar, buscar la cercan¨ªa f¨ªsica y emocional "extrema" que da un domicilio privado. Concede que la Pon un cantautor en tu sal¨®n le debe bastante al cambio de actitud que, en los ¨²ltimos a?os, ha abierto la puerta al consumo colaborativo, con inciativas como el coachsurfing o los coches compartidos. "S¨ª, hay m¨¢s cooperaci¨®n, m¨¢s confianza, y sobre todo m¨¢s ganas de tener un rol activo", razona Quela.
Quela habla en plural porque, nominalmente, es la Asociaci¨®n Cultura Traslacional la que gestiona la iniciativa. Pero el alma mater es ella, que se encarga de los aspectos log¨ªsticos, como confeccionar la lista de asistentes o contactar con el artista y aquellas personas dispuestas a prestar su casa.?
"Ac¨²stico, ac¨²stico"
Jordi sale para echar un pitillo en el interludio del concierto ¡ªen esta casa no se puede fumar¡ª. Apoyado en la varanda, pone palabras a las sensaciones que se est¨¢n viviendo dentro de la vivienda: "Las grandes noches de concierto son como esto, solo que con m¨¢s cosas a?adidas, por lo que hay matices que se pierden. Aqu¨ª no, la gente est¨¢ muy cerca y el silencio que reina es muy puro".
Reconoce que tocar as¨ª es un reto, porque "hay que volver a la esencia de las canciones", y "hay algunas que despu¨¦s del proceso se quedan m¨¢s purificadas, algo cambiadas, y otras m¨¢s parecidas al disco". En cualquier caso, el cantante del grupo barcelon¨¦s Inspira afirma que es t¨¢ siendo un concierto "ac¨²stico, ac¨²stico": "Estoy yo solo con las canciones y el trozo de madera con cuerdas".
Casi todos los conciertos se han celebrado en Valencia, aunque ha habido algunas incursiones a otras ciudades, como Barcelona y Madrid, o incluso fuera de nuestras fronteras, en Oxford, Londres, Bruselas y Berl¨ªn (la sombra del exilio es alargada). Algunos de los cantautores que han desfilado por los salones de esas ciudades son Miguel Dantart (que, acompa?ado de Kiko Tovar, inaugur¨® el formato hace cuatro a?os y medio),?El Kanka, Javier Bergia, El Ni?o de la Hipoteca, Pau Alabajos, Adriana Moragues, Andreu Valor o Izal. Para participar, ya sea como p¨²blico o para ofrecer un sal¨®n, solo hay que ponerse en contacto con Quela a trav¨¦s de Internet.
El recital de Jordi ha sido intenso, con el p¨²blico sin perder detalle de lo que este hac¨ªa, dec¨ªa y cantaba. La conversaci¨®n es bastante m¨¢s animada al acabar que antes de comenzar, y despu¨¦s de unos minutos en los que se venden, y se firman, algunos discos de Inspira, el grupo de Jordi, llega lo que en rugby se conoce como tercer tiempo: comer y beber todos juntos. "Pero en la calle, porque esto no es una fiesta", aclara Quela, que matiza: "No es algo fijo, ?eh? Unas veces somos seis, y otras 30. Pero s¨ª que se suele hacer. Un poco como va saliendo..."
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