Una ciudad decente
Hay que buscar indicadores que permitan actuar sobre las causas de la desigualdad antes que sobre los efectos
Bajo este t¨ªtulo y desde Nueva York, acad¨¦micos del Social Science Research Council ponen de relieve la significaci¨®n de niveles de vida adecuados y sostenibles en las ciudades (http://citiespapers.ssrc.org ). El t¨¦rmino ¡°decente¡± (que el diccionario Mar¨ªa Moliner relaciona con ¡°honrado¡± y ¡°digno¡±) parece apropiado por lo que implica y por la aparente modestia del objetivo al que apunta. Ciudad decente entendida como ciudad justa, humana, habitable. La sencillez del objetivo se sit¨²a adecuadamente entra la utop¨ªa y el pragmatismo. Entre el compromiso normativo de una ciudad so?ada, y las limitaciones (econ¨®micas y socio-pol¨ªticas) que padecemos y que nos impiden acomodarnos en el simple deseo de una ciudad mejor.
No podemos limitarnos a so?ar, por ejemplo, en una Barcelona ideal, pero ello no implica que nos resignemos a lo que decidan los gobiernos de turno, las estrategias de los operadores financieros o empresariales, o los condicionantes sociales del momento y de la propia trayectoria de la ciudad. Aceptando que ese punto medio parece razonable, deberemos igualmente responder a lo que Charles Tilly preguntaba: ¡°?C¨®mo sabremos cuando hemos llegado?¡±. ?C¨®mo sabremos si estamos ya en una ¡°ciudad decente¡±?
Una perspectiva que puede ayudar es ver si mejoramos. El problema es que la propia concepci¨®n de ¡°mejor¡± est¨¢ sujeta a controversia. Depende de qui¨¦n fije los criterios y los par¨¢metros de valor. Quiz¨¢s muchos de los problemas que padecemos como ciudad derivan precisamente de ciertas estrategias de ¡°mejora¡±. Necesitamos indicadores que apunten a elementos nodales de la dignidad humana: expectativa de vida, condiciones b¨¢sicas de subsistencia (vivienda, abrigo, comida, educaci¨®n), posibilidad de conseguir sustento vital (trabajo, recursos).
En un libro ya cl¨¢sico, Len Doyal e Ian Gough definieron las necesidades humanas b¨¢sicas, incorporando salud, autonom¨ªa (educaci¨®n, trabajo,¡) y autonom¨ªa cr¨ªtica (capacidad de ser sujeto, de participar y decidir), como sustrato esencial y universal. As¨ª, los par¨¢metros para evaluar una ciudad decente podr¨ªan derivar de una conceptualizaci¨®n parecida. Es asimismo importante ver hasta qu¨¦ punto los propios ciudadanos est¨¢n implicados, forman parte de los procesos de mejora, ya que ello evita el situar los impactos como lo ¨²nico a tener en cuenta, desconsiderando el protagonismo y la movilizaci¨®n como un elemento clave de la ciudad decente.
En estos debates, el factor de desigualdad es clave. Solo hace falta ver el impacto de los trabajos de Piketty o de Wilkinson-Pickett para entender la especial sensibilidad existente, ya que lo que est¨¢ en juego es la credibilidad y legitimidad de un sistema de organizaci¨®n social y econ¨®mica que promet¨ªa lo que no es capaz de proveer. ?ltimamente, el informe de Fedea sobre ciudades espa?olas y el del propio Ayuntamiento de Barcelona sobre distribuci¨®n de renta por barrios, muestran que la desigualdad interna en Barcelona no solo es elevada, sino que aumenta.
No ser¨ªa justo atribuir responsabilidades solo al equipo de gobierno actual, ya que los efectos de la crisis se notaron antes. Pero igualmente nos deber¨ªa preocupar, dada la compacidad urbana de que disfrutamos, que las diferencias en renta, en esperanza de vida y, por tanto, en oportunidades, siga tozudamente conduci¨¦ndonos a una desigualdad cronificada y situada a pocos minutos de distancia. Lo importante ser¨ªa discriminar los efectos-zona del resto de condicionantes de la desigualdad. O dicho de otra manera, si el que una persona con peores condiciones y expectativas vitales resida en Trinitat Nova (el barrio en el que el promedio de renta es menor) puede atribuirse solo a un factor de localizaci¨®n, o si precisamente sea el vivir ah¨ª lo que explica que su situaci¨®n sea la que es y que tienda a empeorar.
Es evidente que los distintos precios de la vivienda en la ciudad, junto con otros factores de movilidad, acceso o equipamientos, explican en parte las distribuciones de personas con m¨¢s o menos renta. Pero, el tema es ver qu¨¦ teclas tocar para conseguir revertir o al menos mitigar los efectos-zona que sin duda cuentan. No se trata solo de reforzar las pol¨ªticas sociales de car¨¢cter redistributivo, por importantes que sigan siendo. Son pol¨ªticas que no atienden las causas, sino solo los efectos. Ser¨ªa importante reforzar medidas pre-distributivas que rectifiquen las causas (acceso universal a la educaci¨®n infantil, atenci¨®n domiciliaria a personas mayores, trabajo, movilidad¡), dando asimismo mayor responsabilidad directa a las personas y a las comunidades en las decisiones que les afectan.
La igualdad es un tema de vida social, y no solo de justicia individual. Es una noci¨®n tan pol¨ªtica (lo com¨²n), como econ¨®mica (lo justo). Tendremos una ciudad m¨¢s decente si todos sentimos que la protagonizamos y producimos.
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