Una Barcelona cada vez m¨¢s dual
De la crisis emerger¨¢ una ciudad con menos clases medias y mucha m¨¢s exclusi¨®n social
Si esta crisis se acaba alg¨²n d¨ªa, el paisaje que dejar¨¢ es una ciudad mucho m¨¢s dual y polarizada socialmente, con menos clases medias y con una minor¨ªa de la poblaci¨®n cada vez m¨¢s exigua que acapara la mayor parte de la renta disponible. El informe que ha hecho p¨²blico esta semana el Ayuntamiento de Barcelona muestra como las desigualdades siguen creciendo en la ciudad. En estos momentos, la renta de que disponen como promedio las personas que viven en el distrito m¨¢s rico, el de Sarri¨¤-Sant Gervasi es m¨¢s de tres veces superior a la que disponen quienes viven en Nou Barris, el distrito m¨¢s pobre. Sobre una base media de 100, en Sarri¨¤-Sant Gervasi la renta disponible alcanza los 186,5, mientras que en Nou Barris se queda en 56,24. Los informes de Salud P¨²blica ya nos hab¨ªan advertido de que quienes viven en las zonas m¨¢s pobres tienen una esperanza de vida inferior en ocho a?os a los residentes de las zonas m¨¢s acomodadas.
La evoluci¨®n de las rentas en el tiempo muestra el fuerte impacto que ha tenido la crisis, de la que emerger¨¢ una ciudad con menos clases medias y mucha m¨¢s exclusi¨®n social. La renta media en la ciudad se ha situado en 2013 en 18.800 euros por persona. Pero la evoluci¨®n desde 2007 indica que las rentas medias han ca¨ªdo desde el 58,6% en 2007 ¡ªantes de la crisis- a un 44,3% en 2013. Y no es que hayan subido en el escalaf¨®n social, sino que se han hecho m¨¢s pobres. As¨ª, las rentas bajas han pasado de representar el 21,7% del total, al doble: el 41,8%. Las rentas muy altas, por el contrario, han pasado del 7,5% al 10%.
Podr¨ªamos seguir destripando la estad¨ªstica de la ignominia social, pero los datos mencionados son suficientes para ver que la din¨¢mica econ¨®mica conduce a una mayor estratificaci¨®n social y que eso no provoca solo una p¨¦rdida global de riqueza, sino de cohesi¨®n social, que a su vez es un factor de empobrecimiento. Como tantas veces se ha advertido, en esta din¨¢mica dualizadora, la crisis no ha golpeado a todos por igual y sus consecuencias tampoco se prolongar¨¢n de forma equitativa. Al contrario, de no mediar pol¨ªticas correctivas, la brecha se har¨¢ cada vez mayor.
Y luego hay quien se sorprende de que las encuestas predigan un terremoto pol¨ªtico en el pr¨®ximo ciclo electoral. Por mucho que el discurso oficial se empe?e en hacernos ver que estamos a punto de salir del t¨²nel y que todo volver¨¢ a ser como antes, es evidene que no ser¨¢ as¨ª, y eso empieza a ser percibido por quienes se est¨¢n quedando en los m¨¢rgenes. Aunque la actividad econ¨®mica se recupere y se vuelva a los niveles de crecimiento anteriores al estallido de la crisis, nada hace pensar que la mera recuperaci¨®n vaya a cambiar la tendencia general, que ya antes de la recesi¨®n conduc¨ªa a una creciente desigualdad como ha se?alado profusamete el premio Nobel de Econom¨ªa Joseph Stigliz.
Lo que se dirimir¨¢ en las pr¨®ximas elecciones es si hemos de resignamos a un modelo de creciente segmentaci¨®n social
Pero adem¨¢s, los cambios legislativos introducidos con la excusa de la crisis, a?adir¨¢n obst¨¢culos al reequilibrio. La reforma laboral, por ejemplo, no solo no ha reducido la dualidad del mercado laboral, para lo que supuestamente se hizo, sino que ha aumentado la precariedad y la temporalidad. Si Barcelona contin¨²a siendo tan dependiente del monocultivo tur¨ªstico, con un modelo ocupacional de salarios bajos y elevada precariedad, la proporci¨®n de rentas medias sobre el total seguir¨¢ disminuyendo. Si tenemos en cuenta adem¨¢s el alto nivel de endeudamiento que soportan las familias, el horizonte no es el de una ciudad expansiva e inclusiva, sino todo lo contrario.
Esta es la batalla que se dirimir¨¢ en el pr¨®ximo ciclo electoral, comenzando por las elecciones municipales. Lo que se plantear¨¢ es que modelo de ciudad queremos para Barcelona. Si hemos de resignarnos a que se vaya dibujando una urbe cada vez m¨¢s segmentada y estratificada o no.
Si las estad¨ªsticas sobre la renta disponible muestran que si ya casi la mitad de la poblaci¨®n est¨¢ situada en la franja de capacidad adquisitiva baja y las rentas medias siguen percibiendo que su posici¨®n est¨¢ amenazada, cabe esperar que esta realidad se traslade de alg¨²n modo a las urnas. Muchos barceloneses se van a preguntar qu¨¦ razones tienen para seguir votando a quienes, desde el Gobierno de Madrid, de la Generalitat o desde el Ayuntamiento de Barcelona, han permitido o no han sabido evitar esta injusta deriva social. Podr¨ªan, desilusionados y frustrados, quedarse en casa. Pero todo en el ambiente parece indicar que asistimos a un renacer de la pol¨ªtica como instrumento de reivindicaci¨®n y de cambio.
En los ¨²ltimos a?os, la causa independentista ha sido vista por muchos catalanes y tambi¨¦n por muchos barceloneses como la ¡°utop¨ªa disponible¡±, como la ha definido Marina Subirats, en la que proyectar todos los anhelos de cambio, fiando la posibilidad de cualquier mejora a la existencia de un Estado propio. Pero poco a poco va emergiendo una urgencia m¨¢s acuciante: la de poner freno y revertir, antes de que sea demasiado tarde, la din¨¢mica que amenaza con destruir los logros de un siglo de luchas sociales.
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