Mascarell, el catalanismo de Estado
Desde el Departamento de Cultura ha dibujado un discurso independentista basado en las oportunidades de futuro para Catalu?a
![Ferran Mascarell.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BO6VYJKBT5726P3EEDVGNKLWDM.jpg?auth=e5d758a4273b6c819a860faf3683f658bacd90a97d2a95e564c4d6a698321f6f&width=414)
Muchos soberanistas han proclamado la muerte del catalanismo pol¨ªtico; Ferran Mascarell tambi¨¦n, pero ¨¦l ha formulado una nueva definici¨®n de la vieja doctrina sustentada en la apuesta por un Estado propio y en la sustituci¨®n de la implicaci¨®n catalana en la modernizaci¨®n de Espa?a por la cooperaci¨®n entre los Estados de la pen¨ªnsula ib¨¦rica. Le ha dado por nombre deucentisme. ¡°Por primera vez en la historia, el catalanismo que no es nacionalista se ha hecho estatista; hemos visto que sin Estado, la crisis hundir¨¢ el pa¨ªs¡±. Fue el ¨²ltimo conseller de Cultura de Maragall y el primero de Mas, en cuyo discurso se percibe la estela de las ideas de Mascarell. Robert Musil preside su web: ¡°Si existe el sentido de la realidad tambi¨¦n debe existir el sentido de la posibilidad¡±.
A finales de 2008, empez¨® su b¨²squeda de una nueva posibilidad alternativa a la realidad del catalanismo, pendiente de una sentencia previsiblemente funesta, y superado por la constataci¨®n de la falta de instrumentos propios de la Generalitat para hacer frente a una crisis que se revelaba imponente. Por un tiempo, sigui¨® pensando en par¨¢metros federalistas, esperando una reacci¨®n de los suyos. Escrib¨ªa entonces: ¡°La sociedad catalana debe reinventar el pa¨ªs y afinar en la configuraci¨®n del catalanismo. De un lado, se consolidar¨¢ un catalanismo independentista... Del otro, se desplegar¨¢ un catalanismo constitucionalista de esp¨ªritu federal¡ Por un lado, el derecho a que el Estado sea tambi¨¦n su Estado, adecuado a sus derechos¡Del otro, el derecho a la independencia, si as¨ª lo reclama una mayor¨ªa suficiente de ciudadanos¡El futuro dir¨¢: pero parece obvio que si Espa?a no acepta su car¨¢cter plurinacional a nadie podr¨¢ extra?ar que en t¨¦rminos democr¨¢ticos una mayor¨ªa de catalanes se inclinen por la independencia¡±.
Pronto se convence de la necesidad de tener un Estado propio, sea este exclusivo o compartido, en funci¨®n del car¨¢cter inclusivo o no del Estado espa?ol. Aunque para ello haya que superar el prejuicio catal¨¢n a la concepci¨®n de un Estado, lo que ¨¦l denomina, la m¨¦dula ¨¢crata del pa¨ªs, cuyo origen sit¨²a en el desapego a un poder centralizado, impropio e incomodo desde 1714; hasta el punto que en la Transici¨®n los pol¨ªticos mayoritarios a¨²n exclamaban ¡°Dios nos libre de tener que cobrar impuestos y hacer uso de la fuerza¡±.
"Por primera vez, el catalanismo que no es nacionalista, se ha hecho estatista"
Mascarell no procede del nacionalismo, ni del independentismo, sino del trotskismo, de la necesidad de toda sociedad de disponer de un Estado, pero no como una imposici¨®n divina o una abstracci¨®n rom¨¢ntica, sino como un instrumento para organizar la vida en com¨²n. En la universidad ingres¨®, en 1972, en Bandera Roja, liderada por Marina Subirats, Jordi Borja i Jordi Sol¨¦ Tura. Milit¨® en el PSUC lo justo para asistir a un par de reuniones y ver que no era lo suyo. Hasta mediados los 80 no entr¨® en el PSC y a primeros de los 90 impuls¨® Homes i Dones d¡¯Esquerra, un intento de atraer al socialismo, m¨¢s exactamente al maragallismo, a sus viejos camaradas de Bandera, ya convertidos en progres y en profesionales urbanos de ¨¦xito. Durante a?os, fue el referente socialista en el mundo de la cultura, primero en el Ayuntamiento de Barcelona y despu¨¦s en la Generalitat, hasta que lleg¨® Montilla y lo envi¨® de diputado de a pie al Parlament, donde resisti¨® solo unos meses. Su proceso de reflexi¨®n personal se desarroll¨® en dos frentes inseparables el uno del otro: el sentido de su militancia en el PSC anclado en el PSOE y el papel del Estado espa?ol respecto de Catalu?a.
¡°Sigo pensando en clave socialdem¨®crata y esto no es incompatible con ser soberanista, ni con ser federalista, a pesar de todo; pero la frustraci¨®n de lo vivido me hace decir: si todos los pa¨ªses necesitan un Estado y nosotros no lo podemos compartir, lo siento mucho pero no tenemos m¨¢s remedio que inventar el nuestro¡±. Hasta esta frontera lleg¨® empujado por la falta de una respuesta de Madrid a la decepci¨®n generada por el proceso estatutario y por los efectos de la crisis que ¡°desnuda al Estado espa?ol y vemos que est¨¢ en manos de unas elites excluyentes que se refugian en el subterfugio de la unidad para no tocar nada y de las que no podemos esperar nada¡±.
En su viaje hacia el soberanismo coincidi¨® con Artur Mas, en aquellos momentos en la oposici¨®n y construyendo la Casa Gran del Catalanisme a partir de la nueva divisa de CDC, el derecho a decidir. Visit¨® en alguna ocasi¨®n la casa para exponer sus ideas y tras la victoria electoral, Mas le ofreci¨® la conselleria de Cultura. El exdiputado, partidario de apoyar al nuevo Gobierno durante 18 meses para hacer frente a la emergencia de la crisis y de refundar el partido, llam¨® al primer secretario para contarle la oferta y exponerle su tesis. Despu¨¦s de tres minutos de conversaci¨®n con Montilla ya intuy¨® que ten¨ªan poco m¨¢s de qu¨¦ hablar. A los pocos d¨ªas, le reclamaron la devoluci¨®n del carnet.
No se hizo militante de Converg¨¨ncia, aunque sus ideas se leen en la literatura oficial del partido, como el concepto de las estructuras de Estado, apuntado por Prat de la Riba, pero desarrollado por el conseller de Cultura. Hace poco fund¨® Soberanistes d¡¯Esquerra, una plataforma socialdem¨®crata que apoya al presidente Mas. Su tr¨¢nsito al independentismo por desistimiento de las obligaciones por parte del Estado espa?ol culmin¨® hace un par de a?os y lo cubri¨® con la misma seguridad como lo cuenta, sin sobresaltos, hablando pausadamente mientras dibuja esquemas para no perder el hilo del relato en un folio en blanco que siempre tiene en la mesa.
No se hizo militante de Converg¨¨ncia, pero sus ideas se leen en la literatura del partido
Ahora, est¨¢ plenamente integrado en el discurso de la rebeli¨®n democr¨¢tica de las clases medias y trabajadoras ¡°en una explosi¨®n de conciencia hist¨®rica: o espabilamos o retrocederemos; es el momento de plantearnos un proyecto de futuro porqu¨¦ nadie nos lo va a regalar¡±. ¡°No soy un independentista historicista. Lo que estamos viviendo tiene m¨¢s a ver con los pr¨®ximos 30 a?os que con los ¨²ltimos 300; es un proceso mucho m¨¢s racional de lo que dicen desde fuera. La pol¨ªtica de celebraciones es una an¨¦cdota; cuando preguntas a la gente porqu¨¦ est¨¢ en el proceso te hablan de sus hijos. Lo que es relevante es lo que queremos que pase en este pa¨ªs y no solo lo que sucedi¨®¡±.
Mascarell est¨¢ c¨®modo en el discurso del ideal de pa¨ªs, pero es consciente que el momento de este debate todav¨ªa no ha llegado. Es la gran cuesti¨®n pendiente, siempre aplazada por los altibajos del proceso, primero la etapa de las consultas; en adelante, la creaci¨®n de las estructuras de Estado con las correspondientes micro rupturas de la legalidad vigente y las subsiguientes respuestas del Gobierno central. ¡°Es posible que estemos cansados de hablar del proceso, pero de imaginar el pa¨ªs que queremos, no, porque todav¨ªa no hemos empezado¡±
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