Concha Caballero, el lado humano de la pol¨ªtica
Fue la primera mujer portavoz de un grupo en el Parlamento Era capaz de hablar de temas complejos sin renunciar a la ternura
Vivir es acostumbrarse a perder casi todo lo que m¨¢s se quiere. La p¨¦rdida de Concha Caballero, nacida en Baena (C¨®rdoba) hace 58 a?os y fallecida el pasado martes a consecuencia de un c¨¢ncer, nos deja a sus amigos un vac¨ªo que es dif¨ªcil de negociar. Perdemos muchas cosas. Perdemos a una profesora con la que hablar de literatura, con la que comentar una novela reci¨¦n publicada o la estrategia oportuna para crear lectores entre los j¨®venes. Cuando cerr¨® su dedicaci¨®n profesional a la pol¨ªtica y volvi¨® a dar clases en el instituto de Coria del R¨ªo (Sevilla), su canto de vida y esperanza pasaba por la inquietud de los alumnos ante un poema de Baudelaire o un relato de Kafka. Daba gusto o¨ªrla, verla ense?ar.
Perdemos tambi¨¦n a una ciudadana con conciencia cr¨ªtica y fuerza para entender a diario las cosas que suceden, la direcci¨®n ¨²ltima de los disparos enga?osos de la actualidad. Los lectores de EL PA?S en Andaluc¨ªa saben de lo que hablo cuando utilizo la palabra lucidez, la posibilidad de opinar tomando postura m¨¢s en la ra¨ªz que en la superficie.
Sus viejos camaradas perdemos tambi¨¦n una compa?¨ªa para recordar la historia y para aprender a vivir en el presente mientras se recuerda. Vivimos, nos acostumbramos a perder, cambian las ciudades, las mentalidades, los debates de la realidad, y esa transformaci¨®n vertiginosa nos exige una respuesta. Concha Caballero fue para m¨ª un ejemplo a la hora de interpretar los cambios del mundo. De la p¨¦rdida, sal¨ªa fortalecida contra los dogmas, las nostalgias paralizadoras, las deslealtades y el rencor. Ella no olvid¨® nunca la dimensi¨®n sentimental que debe anudar los ojos y las palabras de la gente de bien. Supo iluminar la dimensi¨®n sentimental y humana de la pol¨ªtica.
Con ella no se estaba s¨®lo junto a una camarada del Partido Comunista, una diputada de Izquierda Unida, una portavoz parlamentaria, una responsable pol¨ªtica o una consejera en la Radio y Televisi¨®n de Andaluc¨ªa. Se estaba, adem¨¢s, con una persona de bien, capaz de hablar de los asuntos m¨¢s complejos sin renunciar a la ternura, esa vinculaci¨®n indispensable con la vida para que las palabras no se conviertan en consignas huecas. Concha se volcaba en sus actos p¨²blicos con un lazo de verdad humana que no es corriente en el escenario pol¨ªtico.
Fue la primera mujer portavoz de un grupo en el Parlamento de Andaluc¨ªa. Su itinerario est¨¢ unido a un momento clave de la vida espa?ola en el que las mujeres rompieron el panorama del machismo, aceleraron la democratizaci¨®n de la sociedad y empezaron a ocupar puestos decisivos en la representaci¨®n p¨²blica. Ese empe?o marca la vida pol¨ªtica de Concha Caballero desde el principio de su compromiso, cuando a mediados de los a?os setenta se acerc¨® al Movimiento Feminista 8 de Marzo. Yo la conoc¨ª en Granada poco despu¨¦s. Era hermosa a rabiar, de una inteligencia atractiva, amiga de sus amigos y apasionada de la literatura. Los dos aprendimos juntos las lecciones te¨®ricas del profesor Juan Carlos Rodr¨ªguez, y desde entonces hemos compartido libros como se comparte una vinculaci¨®n con la realidad. Desde entonces peleamos tambi¨¦n por conquistar otra sentimentalidad.
Un mundo complejo como el de la pol¨ªtica, acerado, lleno de desfiladeros y cristales rotos, suele endurecer el car¨¢cter de los hombres, de las mujeres, y cubrir de caparazones los sentimientos. A Concha le toc¨® vivir momentos muy dif¨ªciles¡, y situaciones luminosas, como cuando sali¨® adelante la Reforma del Estatuto de Autonom¨ªa de Andaluc¨ªa, proyecto en el que ella particip¨® de una manera eficaz y convencida. Cuarenta a?os de compromiso pol¨ªtico no bastaron para obligarla a perder la ternura. Siempre fui partidario del modo que ten¨ªa de pronunciar la palabra precioso. Era una parte m¨¢s de esa dimensi¨®n sentimental, del peso profundo de los sentimientos, la pasi¨®n y la compasi¨®n que tienen los mejores compromisos pol¨ªticos.
Por eso era una compa?¨ªa imprescindible para recordar el pasado y mirar hacia esa parte de presente que llamamos futuro. M¨¢s all¨¢ de las siglas y los intereses particulares, ayudaba a comprender la dignidad de muchas batallas y la necesidad de saber interpretar las p¨¦rdidas para estar a la altura de las circunstancias.
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