Descenso a la cripta de Cervantes
Los expertos que buscan el cuerpo del autor del ¡®Quijote¡¯ en un convento en el centro de Madrid descubren los restos de un p¨¢rvulo y una mujer
En el fresco interior de una cripta trinitaria del coraz¨®n de Madrid, en el convento de San Ildefonso y san Juan de la Mata de la calle de Lope de Vega, un equipo multidisciplinar de cient¨ªficos buscaba ayer los restos de Miguel de Cervantes. En medio de una gran expectaci¨®n, se respiraba el frenes¨ª de un quehacer laborioso. M¨¢s de una quincena de arque¨®logos, forenses y geof¨ªsicos protagonizaron una gesta cient¨ªfica interdisciplinar sin precedentes para hallar al Pr¨ªncipe de las Letras, fallecido en 1616. Ellos y ellas vest¨ªan batas y gorros blancos; sus manos estaban enfundadas en guantes y todas y todos fijaban su atenci¨®n sobre dos mesas all¨ª abajo instaladas, en las que hab¨ªan depositado su m¨¢s reciente hallazgo: el fino hueso de un coxis, fragmentos de un cr¨¢neo peque?o, costillas diminutas¡
Todo indica que se trataba de los restos de un ¡°p¨¢rvulo¡±, denominaci¨®n que se daba en el siglo XVII a los ni?os bautizados que a¨²n no hab¨ªan hecho la Primera Comuni¨®n. Se encontraba dentro del sepulcro situado bajo el suelo de barro con losetas toscas, presumiblemente a los pies de un deudo suyo enterrado anteriormente a¨²n por descubrir.
Otra de las mesas conten¨ªa los restos de una mujer. Acaban de ser extra¨ªdos de uno de los 36 nichos que presiden el muro frontal de la cripta, gracias a su previa detecci¨®n con una microc¨¢mara situada en el extremo de un plateado palo met¨¢lico, introducido suavemente en el interior del enterramiento de pared por el equipo del georradarista Luis Avial.
Gracias a la imagen enviada a un monitor de televisi¨®n por la microc¨¢mara se pod¨ªa observar los herrajes de un ata¨²d parcialmente corro¨ªdo por la usura del tiempo. Francisco Etxeberria, m¨¦dico forense que pilota esta fase de la investigaci¨®n en busca de los restos de Cervantes, se inclina sobre las mesas: observa, examina, analiza lo que tiene enfrente.
Ha consultado con Almudena Garc¨ªa Rubio, osteoarque¨®loga, absorta igualmente en la contemplaci¨®n del material osteol¨®gico rescatado de las sepulturas. De todos los ¨¢nimos brota el anhelo de encontrar y recobrar bien pronto los huesos ¡ªpor fortuna felizmente lesionados por un arcabuz, que dej¨® sobre ellos su huella¡ª de aquel grande de la pluma, el mismo que dejara escrito aquel monumento a la humana condici¨®n, al amor y a la libertad, protagonizado por un hidalgo castellano enajenado por una bella y enso?ada b¨²squeda. Ahora le toca a ¨¦l ser hallado... El trabajo arqueol¨®gico y forense hacia su encuentro no ha hecho m¨¢s que empezar.
De resultar fruct¨ªferas las investigaciones en curso y en el caso, cada vez m¨¢s probable, de que encuentren los restos de Cervantes, ya se est¨¢ planteando que puedan ser visitados por el p¨²blico. Hasta el momento, los ciudadanos han de contentarse con observar una l¨¢pida colocada siglos despu¨¦s de su sepultura en un muro del templo conventual, abierto desde siempre al p¨²blico.
Los expertos en derecho funerario se?alan que todo tipo de restos mortales, incluidos los que gozan de valor hist¨®rico-arqueol¨®gico, como ser¨ªa el caso, no pertenecen propiamente a nadie o, en todo caso, a las autoridades estatales cuando existe una dimensi¨®n cultural en el bien patrimonial del que se trate. S¨ª existe legislaci¨®n y jurisprudencia, no obstante, que se?ala la propiedad del espacio f¨ªsico de un enterramiento, como subraya el abogado Juan Plaza, que asesora jur¨ªdicamente al equipo investigador. Por derivaci¨®n, se ha tenido la costumbre de asociar la propiedad espacial, la del enterramiento, a la de la propiedad del difunto. Pero, estrictamente y en t¨¦rminos legales, los restos mortales de esta naturaleza no pertenecen a nadie, ni pertenecer¨ªan siquiera a la comunidad que los custodia. Las decisiones al respecto de su destino corresponder¨ªan, as¨ª pues, al Estado, que en su d¨ªa resolver¨ªa sobre su destino.
La intencionalidad, ll¨¢mese pol¨ªtica, de la investigaci¨®n para hallar los restos de Cervantes se encaminan a dar testimonio de que las instituciones espa?olas, las religiosas incluidas, reparen ahora el error de haber extraviado el paradero de los restos mortales de un personaje universal.
Por ello se presume que, las autoridades estatales, como administradoras de los bienes culturales patrimoniales p¨²blicos, se aplicar¨¢n para hallar la mejor f¨®rmula en caso de confirmarse el hallazgo, como disponer de una sepultura solemne y accesible si culmina con ¨¦xito la actual indagaci¨®n.
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