¡®Cibermindundis¡¯ y sobrevalorados
Deber¨ªamos reservar el t¨¦rmino ¡®bloguero¡¯ para quienes son capaces de escribir con plena libertad e inteligencia cr¨ªtica
Las palabras no son de nadie en particular, y todos utilizamos el acervo de las disponibles en nuestra lengua. Pero ocurre que algunas de ellas, debido al uso que les damos, a?aden a su significado original una connotaci¨®n espec¨ªfica que acaba convirti¨¦ndolas en representativas de algo, en s¨ªmbolo verbal de una actitud a la que puede merecer la pena prestar alguna atenci¨®n cr¨ªtica. Tal ocurre con el adjetivo ¡°sobrevalorado¡±. Empecemos por se?alar que rara vez lo utilizamos para aplic¨¢rnoslo a nosotros mismos, sin duda porque no queremos tirar piedras sobre nuestro propio tejado. En cambio, nos resulta f¨¢cil servirnos de la palabra para hacer referencia a otras personas o a sus trabajos.
As¨ª, es frecuente que algunos cr¨ªticos, al volver tiempo despu¨¦s sobre una obra que en su momento cosech¨® un ¨¦xito notable, se muestren desde?osos hacia ella. Parecen pensar que su desd¨¦n constituye una descalificaci¨®n elegante que no se rebaja a entrar en el contenido de los errores de las valoraciones iniciales, limit¨¢ndose a insinuar una profund¨ªsima disparidad de criterios con la opini¨®n hasta entonces dominante. Rep¨¢rese en que el mero hecho de colocarse en semejante posici¨®n constituye un gesto de una soberbia casi luciferina. El desde?oso, a trav¨¦s de una ¨²nica palabra (¡°sobrevalorado¡±), da a entender que, a poco que se lo propusiera, se bastar¨ªa ¨¦l solo para poner en cuesti¨®n (y en apuros) las opiniones, carentes de fundamento, del grueso de la sociedad.
Pero el recurso ret¨®rico tiene sus limitaciones. Uno puede mantener la pose displicente de quien aparenta estar al cabo de la calle en tanto quepa la posibilidad de que la buena opini¨®n que se ten¨ªa de un autor o una obra en realidad poco consistentes, respond¨ªa a una moda pasajera, a una operaci¨®n editorial, al poder acad¨¦mico del autor u otra causa an¨¢loga. Es un fen¨®meno sobradamente conocido, por reiterado, lo evanescente de la gloria alcanzada por muchos escritores, m¨²sicos o artistas, considerados como aut¨¦nticos cl¨¢sicos por sus contempor¨¢neos, y que luego han ca¨ªdo en el m¨¢s absoluto de los olvidos.
Sin embargo, y por el mismo razonamiento, conforme aumenta el n¨²mero de lectores, cr¨ªticos y estudiosos que a lo largo del tiempo y sin los condicionamientos mencionados que podr¨ªan nublar su juicio perseveran en valorar como relevante ¡ªy ya no digamos importante¡ª a un determinado escritor o pensador, las posibilidades de quedar en evidencia calific¨¢ndolo de ¡°sobrevalorado¡± crecen en id¨¦ntica proporci¨®n, hasta colocar al osado que se atreviera a semejante desconsideraci¨®n en el terreno del m¨¢s absoluto rid¨ªculo. Ser¨ªa el caso, imaginen, de alguien que se?alara, contraviniendo la cr¨ªtica universal por entero, que Plat¨®n, Mozart, Shakespeare o Flaubert est¨¢n sobrevalorados. Se comportar¨ªa como el borracho del chiste que toma la entrada equivocada de la autopista y a continuaci¨®n se escandaliza por la cantidad de veh¨ªculos que, seg¨²n ¨¦l, circulan en contradirecci¨®n.
En Internet abundan aquellos blogs? en los que se pontifica con un desparpajo y desenvoltura asombrosos
De un tiempo a esta parte, semejantes actitudes, que hasta ahora se produc¨ªan casi exclusivamente en el ¨¢mbito de la cr¨ªtica o en el acad¨¦mico, parecen haberse extendido hacia otros territorios, en los que empiezan a resultar frecuentes. En Internet, por ejemplo, junto a blogs en los que sus titulares ejercen la cr¨ªtica como aut¨¦nticos francotiradores al margen de intereses pol¨ªticos, editoriales, universitarios o de cualquier otro signo, abundan aquellos otros en los que se pontifica con un desparpajo y desenvoltura ciertamente asombrosos. Tanto es as¨ª que la primera impresi¨®n que sacar¨ªa un lector despistado y no demasiado informado es la de que ha tropezado con las opiniones del m¨¢s acreditado especialista mundial en la materia.
Tal vez la clamorosa ausencia de respuestas que sus comentarios reciben, o el nulo eco obtenido por sus grandilocuentes proclamas, est¨¦ en la ra¨ªz de una reacci¨®n que, por m¨¢s comprensible que resulte en tanto que debilidad humana, no deja por ello de merecer una reprobaci¨®n. Porque es en ese tipo de blogs donde encontramos de nuevo, solo que agriada de manera notable, la actitud desde?osa que empez¨¢bamos comentando. En ellos el lector tiene pr¨¢cticamente garantizado que los escritores actuales m¨¢s destacados, los fil¨®sofos conocidos por alguien m¨¢s que por sus colegas, los poetas que han conseguido encontrarse con sus lectores, los m¨²sicos de alg¨²n ¨¦xito y, en general, todo aquel que haya alcanzado un m¨ªnimo reconocimiento p¨²blico, recibir¨¢ el (des)calificativo de ¡°sobrevalorado¡± por parte del responsable del blog, indefectiblemente alguien sin la menor autoridad intelectual ni m¨¦rito contrastado.
Por eso quiz¨¢ deber¨ªamos reservar el t¨¦rmino bloguero para aquellos que son capaces de pensar y escribir con completa libertad e inteligencia cr¨ªtica, dejando el de cibermindundi u otro parecido: se admiten sugerencias- para quienes, con toda probabilidad, respiran por alguna herida que, al menos, deber¨ªan tener la elemental cortes¨ªa de no andar exhibiendo, obscenamente, ante el universo mundo.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de filosof¨ªa contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.