El magisterio, seg¨²n Homar
El actor cierra otro cap¨ªtulo de su enciclopedia teatral en L'art de la com¨¨dia del TNC
Qu¨¦ f¨¢cil llegan las ideas que cabalgan sobre las palabras que deja caer Oreste Campese en el parlamento-pr¨®logo de L¡¯art de la com¨¨dia. Llu¨ªs Homar las libera como si no hubiera pensado y dicho otra cosa en su vida. Sin restarle m¨¦ritos a la escritura dram¨¢tica de Eduardo De Filippo, conviene recordar que Homar y Xavier Albert¨ª llevan a?os d¨¢ndole vueltas al tema: ¡°El teatro, arte y oficio¡±. Se vaciaron de experiencia ¨ªntima en Et dir¨¦ sempre la veritat y se llenaron de cr¨ªtica sulfurosa en El hombre de teatrode Bernhard. La comedia del napolitano es otro cap¨ªtulo ¡ªm¨¢s sereno y sabio¡ª de la extraordinaria enciclopedia que est¨¢n escribiendo entre los dos.
Es posible que De Filippo deje con la ¨²ltima frase en el aire todas las respuestas a la gran pregunta. Calculada ambig¨¹edad que s¨®lo deber¨ªa angustiar al prefecto De Caro, incapaz de ejecutar la sentencia ¡ªcomo el sult¨¢n Shahriar ante Sherezade¡ª sobre los c¨®micos que han acabado por sumergirlo en su ficci¨®n. A nosotros, el feliz p¨²blico que asiste a la representaci¨®n en el TNC, no nos importa, porque sabemos que Campese ha ganado. No nos importa si esos personajes que desfilan ante el perfecto son actores de una humilde compa?¨ªa o los visitantes que espera el prefecto. El triunfo est¨¢ en las historias que protagonizan. El auca que construyen es finalmente el teatro que el director defiende y el alto funcionario rechaza. Episodios de un realismo imperfecto, como esa sociedad italiana que se debate entre varias identidades y ficciones despu¨¦s de la guerra. El empate dial¨¦ctico se deshace cuando el actor impone sus reglas, trucos y talentos para transformar al juez en parte, cuando la autoridad es obligada a dejarse seducir como cualquier otro espectador.
Victoria absoluta porque el autor as¨ª lo quiere y Llu¨ªs Homar y su compa?¨ªa (Joan Carreras, Andreu Benito, Llu¨ªs Villanueva, Roger Casamajor, Mar Ulldemolins, Vict¨°ria Pag¨¦s, Pau Vi?als, Oscar Valsecchi, Quimet Pla y Eduard Muntada) as¨ª nos lo hace creer con su excelente trabajo colectivo. Ellos cumplen con creces con ese contrato que se firma cada noche entre el escenario y la platea. Un compromiso para hacer lo plausible posible. Enga?o consentido si la simulaci¨®n es mejor que la verdad. Como las tripas que Lluc Castells y Jose Novoa abren en el gran escenario de la sala principal del TNC. Un falso espacio vac¨ªo ¡ªdelicada burla a Peter Brook¡ª que ense?a todo lo que no hay que mostrar para que nos concentremos en lo esencial. El escenario convertido en un work-in-progress del espacio dram¨¢tico, una ficci¨®n imperfecta en construcci¨®n y deconstrucci¨®n permanente. Mientras los personajes siguen tejiendo una hermosa y entretenida mentira.
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