M¨²sica y sabidur¨ªa malienses
El korista africano Toumani Diabat¨¦ se mide esta noche con su hijo Sidiki
A Toumani Diabat¨¦ (Bamako, 1965), ¨ªdolo nacional maliense y uno de los artistas m¨¢s divulgados de la m¨²sica africana, le divierte que le pregunten por su pr¨®ximo cumplea?os, en agosto, cuando podr¨¢ soplar el emblem¨¢tico medio centenar de velas. ¡°Ah, las crisis de la edad no existen en ?frica, nosotros no tenemos esos problemas¡±, responde entre la afabilidad y la indulgencia. ¡°All¨ª somos muy felices cumpliendo a?os, teniendo hijos y siendo abuelos. En pocas semanas nacer¨¢ mi segundo nieto y solo podemos dar gracias a Dios por traernos tantas cosas buenas¡±.
L¨®gico que con tan positivas vibraciones Diabat¨¦ y su primog¨¦nito, Sidiki Diabat¨¦, se erijan en la inauguraci¨®n perfecta para la sexta edici¨®n del Festival Mantras, un ciclo de m¨²sicas con hondo componente espiritual que alberga desde esta noche el teatro Fern¨¢n-G¨®mez. ¡°La espiritualidad es la gasolina para afrontar cuanto sucede en la vida¡±, corrobora nuestro sabio y sonriente griot, el depositario de las tradiciones de su pueblo. ¡°Y la kora constituye una banda sonora perfecta, porque su sonido llega muy dentro, no se queda en el exterior¡±.
El tiempo es, seguramente, un concepto muy relativo para un hombre que representa el eslab¨®n n¨²mero 71 en la transmisi¨®n intergeneracional de ense?anzas de los Diabat¨¦. El repiqueteo fascinante de su kora, esa especie de arpa r¨²stica africana de 21 cuerdas, apela no solo a un legado m¨¢s que centenario, sino a los tiempos m¨¢s gloriosos del continente negro. ¡°Hace siete siglos Mal¨ª era un imperio, un sitio donde se sentaron las bases de la democracia y exist¨ªa un gran apoyo a las bellas artes. Pero, por las razones que sea, en Occidente se desconoce todo sobre la historia de ?frica¡¡±, lamenta. Y ¨¦l, que ha colaborado con Damon Albarn, Bj?rk, El¨ªades Ochoa, nuestros Ketama o el pianista de jazz Herbie Hancock (¡°puede que trabajar con ¨¦l haya sido mi mayor reto¡±), acepta de muy buen grado su faceta como embajador. ¡°Mi m¨¢nager y mi discogr¨¢fica me tienen que parar. ?Si por m¨ª fuera, estar¨ªa todo el d¨ªa experimentado con m¨²sicos!¡±, admite entre risas.
Lo curioso es que, en esa inmensa lista de alianzas sonoras, su propio v¨¢stago haya sido, con apenas 24 a?os, el siguiente en figurar. ¡°No quise pensar en ¨¦l como hijo, sino como un m¨²sico cuyo talento admiro mucho¡±, aclara en torno a Toumani & Sidiki, un asombroso mano a mano que figura en todas las clasificaciones sobre lo mejor de las m¨²sicas ¨¦tnicas en 2014. Decir que Sidiki naci¨® con una kora entre las manos se acerca m¨¢s a la literalidad que a la frase hecha. ¡°Sucede que ustedes, en Occidente, regalan a los ni?os mu?ecas o tel¨¦fonos m¨®viles. Nosotros preferimos regalarles instrumentos de m¨²sica desde que tienen uno o dos a?os. As¨ª es muy dif¨ªcil que no les interese nuestra tradici¨®n: es lo que les rodea, lo que viven y lo que oyen¡±.
¡ª?Pero no resulta dif¨ªcil convivir art¨ªsticamente con un familiar en grado tan estrecho?
¡ªNo, aunque es cierto que durante las giras me toca ejercer de padre y decirle que duerma lo suficiente o que no beba mucha Coca-Cola. Cosas de esas¡
El destinatario de estas admoniciones se muestra por ahora algo m¨¢s cohibido que su progenitor, pero es evidente que el joven Sidiki hace bueno el dicho de la casta y el galgo: acaba de colaborar con una luminaria del jazz como el bajista Stanley Clarke y ahora sue?a ¡°con meter la kora en alg¨²n disco de Beyonc¨¦¡±. Perdura as¨ª un apellido que ha contribuido ¡ªcon Oumou Sangar¨¦, Rokia Traor¨¦, Issa Bagayoyo, Amadou & Mariam, Tinariwen o el irrepetible Ali Farka Tour¨¦¡ª a colocar a Mal¨ª en el epicentro mundial de la creaci¨®n musical, junto a otros pa¨ªses tan f¨¦rtiles como Brasil, Cuba, India o Islandia. Y eso que los artistas malienses han conocido en carnes las consecuencias del fanatismo integrista.
¡°Quer¨ªan imponernos una visi¨®n sectaria de nuestra religi¨®n y llegaron a prohibir la m¨²sica¡±, recuerda Toumani con gesto compungido. ¡°Y no, la religi¨®n no puede servir como pretexto para que dejemos de respetarnos los unos a los otros. Yo creo mucho en la belleza y me preocupan los movimientos para desprestigiar las religiones. Es obvio que ahora es una nueva arma para enfrentar a la humanidad¡±.
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