Sinceridad, ?al fin!
El candidato Carmona se declara ¡°nacionalista espa?ol¡±, algo que hab¨ªan evitado otros dirigentes socialistas
Las ¨²ltimas convulsiones en ese epicentro de la sismolog¨ªa pol¨ªtica hispana que es el Partido Socialista de Madrid (PSM) han dado s¨²bito relieve y protagonismo a un personaje que ¡ªdebo confesarlo¡ª me era desconocido un par de semanas atr¨¢s: el se?or Antonio Miguel Carmona Sancipriano. S¨ª, ya he le¨ªdo que se trata de un polemista de acerada lengua, curtido en mil broncas tertulias de 13 TV, Telecinco, laSexta, etc¨¦tera. Pero, sinti¨¦ndolo mucho, no sigo tales foros, y he tenido que esperar a su aparici¨®n en la prensa de informaci¨®n general.
La salida a escena de Antonio Miguel Carmona se ha producido, adem¨¢s, en circunstancias complicadas. Apenas hab¨ªa iniciado su lanzamiento medi¨¢tico como candidato del PSOE a la alcald¨ªa de Madrid, la fulminante ca¨ªda en desgracia del l¨ªder socialista regional, Tom¨¢s G¨®mez, dej¨® a Carmona en una incomod¨ªsima posici¨®n, entre la lealtad personal al defenestrado G¨®mez y el forzoso acatamiento del ukase de Ferraz. Ha salido del atolladero bastante bien, y con las ambiciones intactas: no s¨®lo a la primera magistratura de la Villa y Corte, sino incluso (seg¨²n explic¨® aqu¨ª mismo el pasado s¨¢bado) a ser el pr¨®ximo secretario general del PSM.
En cualquier caso, no es la futura carrera org¨¢nica del se?or Carmona lo que me interesa, sino su perfil ideol¨®gico. Lo expuso el 10 de febrero durante un concurrid¨ªsimo desayuno-coloquio en presencia y con el aplauso de Pedro S¨¢nchez, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Carmen Chac¨®n, entre otros ilustres correligionarios. ?Y qu¨¦ fue lo que dijo? Pues que, ¡°para tener un proyecto para Madrid, hay que tener un proyecto para Espa?a¡±. Que, ¡°en estos momentos, nuestro pa¨ªs es una naci¨®n que quieren disolver y cuya disoluci¨®n algunos trataremos de evitar¡±. ¡°Si, para los antiespa?oles, Espa?a es una naci¨®n en proceso de disoluci¨®n ¡ªremach¨®¡ª, les prometo que mi labor pol¨ªtica tratar¨¢ de impedirlo¡±.
El alcaldable socialista madrile?o arremeti¨® contra ¡°los nacionalismos perif¨¦ricos¡± que ¡°han convertido el debate pol¨ªtico en una especie de bacanal de competencias impropias¡±, antes de advertir que, ¡°durante los pr¨®ximos ocho a?os se hablar¨¢ tanto de Madrid como se ha hablado de Catalu?a durante los ¨²ltimos ocho a?os¡±. El economista Carmona se permiti¨® incluso la iron¨ªa ¡ªo el menosprecio¡ª hacia la supuesta medida-estrella de su partido para la pr¨®xima legislatura, la reforma federal de la Constituci¨®n: ¡°A m¨ª nadie me para por la calle pidi¨¦ndome reformar la Constituci¨®n. Yo, perd¨®nenme, s¨®lo reformar¨ªa la Carta Magna en su art¨ªculo 1.2, donde dice que ¡®La soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol¡¯; lo reformar¨ªa para ponerlo en negrita y subrayado¡±. En fin, y por si no hab¨ªa quedado lo bastante claro: ¡°Quiero un pa¨ªs en el que la ¨²nica naci¨®n sea Espa?a. (...) Madrid le devolver¨¢ a Espa?a la unidad que necesita. Naci¨®n que sobresale en la historia como la m¨¢s capaz de emprender las m¨¢s grandes haza?as de la humanidad...¡±.
Ojal¨¢ que, una vez roto ese tab¨² verbal, caiga por su peso la falacia de que, nacionalistas, s¨®lo los hay en Catalu?a, Euskadi
Desde luego, no se trata ¡ªarrebatos l¨ªricos incluidos¡ª de un discurso nuevo en las ¨²ltimas d¨¦cadas de la historia del PSOE. Es m¨¢s bien un paso adelante en la l¨ªnea trazada desde tiempo atr¨¢s por los Joaqu¨ªn Leguina o Jos¨¦ Bono, que tambi¨¦n estaban en el desayuno como maestros orgullosos de un disc¨ªpulo aventajado. Pero Antonio Miguel Carmona a?adi¨® un plus de sinceridad y de autoreconocimiento que me parece de justicia subrayar: se defini¨® a s¨ª mismo como ¡°un nacionalista espa?ol¡±.
?Albricias! Por fin, un representante cualificado del establishment bipartidista admite la evidencia que sus cong¨¦neres han estado negando o camuflando durante cuatro d¨¦cadas: ni patriotismo constitucional, ni solidaridad interterritorial, ni cosmopolitismo mesetario, ni zarandajas. Nacionalismo espa?ol de buena ley, expl¨ªcito y desinhibido. Ojal¨¢ que, una vez roto ese tab¨² verbal, caiga por su peso la falacia de que, nacionalistas, s¨®lo los hay en Catalu?a, Euskadi, etc¨¦tera. Ojal¨¢, aunque no conf¨ªo demasiado en ello.
Llegados a este punto, es posible que haya quien se haga el siguiente razonamiento: teniendo en cuenta que, el pr¨®ximo 24 de mayo, el PSOE madrile?o tendr¨¢ que disputar la alcald¨ªa de la capital presumiblemente a Esperanza Aguirre por el PP, a candidaturas de UPyD y de Ciudadanos bien situadas en las encuestas, ?no es l¨®gico que los socialistas propongan a un cabeza de lista capaz de competir con esos rivales en el terreno donde ellos se har¨¢n fuertes, el del espa?olismo y la abominaci¨®n de las aspiraciones soberanistas catalanas?
S¨ª, es l¨®gico. Incluso estoy dispuesto a admitir que, en la batalla preelectoral madrile?a de los pr¨®ximos tres meses, al candidato Carmona le favorezca aquella frase que solt¨® en el curso de una tertulia: ¡°Hay que ser imb¨¦cil para cuestionar la naci¨®n espa?ola¡±. Pero, entonces, ?por qu¨¦ el PSOE no le permite al PSC aplicar la misma l¨®gica, insultos al margen? ?Por qu¨¦, para competir el 27-S con Artur Mas, Oriol Junqueras, etc¨¦tera, el PSC no postula a alguien tanto o m¨¢s soberanista que ellos? Es lo que van a hacer en Madrid. Pero, claro, en Madrid los socialistas todav¨ªa conf¨ªan en ser relevantes.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador
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